¿Cómo curar una catedral gótica enferma? Este es uno de los problemas más difíciles de la arquitectura contemporánea, que se ha puesto de manifiesto al mostrar los proyectos presentados para salvar el pórtico principal de la Catedral de León en un concurso del Cabildo Catedralicio.
La Catedral de León, la Pulchra Leonina [que en latín significa “la bella legionense”] fue el primer monumento nacional de España. En agosto de 1844 el Gobierno del general Narváez quiso protegerla así de la ruina, ya que durante sus entonces seis siglos de existencia la vanidad del cabildo de mejorar lo inmejorable fue colocando una serie de añadidos a la edificación; entre ellos una cúpula que casi acaba derrumbándola. Con esta disposición la seo leonesa abrió el camino en España para la protección de los monumentos y hasta principios del siglo XX estuvo prácticamente sin culto y en obras constantes para evitar que se desplomara.
Hoy el edificio sufre el “mal de la piedra”, ya que el material constructivo, la piedra de Boñar, se deshace ante las inclemencias del tiempo y el efecto de la contaminación atmosférica. Por ello el cabildo convocó en noviembre pasado un concurso para proteger el pórtico occidental, que ha recibido unas cuarenta propuestas que hoy se pueden visionar en el claustro del templo en una muestra de todas ellas.
Pero una visión de los mismos muestra el problema, prácticamente irresoluble, de arreglar con un elemento de arquitectura contemporánea una catedral gótica. Ya es difícil afrontar soluciones de restauración, como para incluir un elemento arquitectónico actual con la intención de proteger la fábrica medieval. Pues eso es lo que ha planteado el Cabildo Catedralicio, con resultados dispares para unos expertos que tienen claro que más que un problema puntual, lo que se plantea aquí es un interesante (y muy complejo) debate filosófico sobre cómo gestionar las obras de arte y plantear soluciones viables desde la arquitectura.
Más cuando la propia normativa de restauración vigente en España, la Ley de Patrimonio Histórico de 1985, deja bien claro en su artículo 39 que “las actuaciones [...] irán encaminadas a su conservación, consolidación y rehabilitación y evitarán los intentos de reconstrucción, salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad. Si se añadiesen materiales o partes indispensables para su estabilidad o mantenimiento, las adiciones deberán ser reconocibles y evitar las confusiones miméticas”. Es decir, que seguir la norma provoca restauraciones muy polémicas, como ya ha ocurrido más veces con el consiguiente enfado mayúsculo de la ciudadanía.
El gótico es la definición renacentista que se le da a los edificios construidos entre el siglo XIII y XVI que superan la manera románica de construcción. Su característica fundamental es que permite construir mucho más vertical, abriendo espacios en las paredes usando arbotantes para desviar el peso del tejado, con lo que se pueden instalar vidrieras y dejar que entre la luz al interior.
La búsqueda de Dios por la altura, como quien dice, creó una competición de ambición humana entre los diversos obispados europeos para ver quién podía construir la catedral con la nave y las torres más altas. Con consecuencias a veces completamente desastrosas que provocaron que hubiera que instalar un cinturón de hierro para evitar que se viniera abajo la catedral de Amiens, o lo que pasó con el hundimiento de la catedral de Beauvais como cuenta también este hilo de twitter de aquí abajo.
La Catedral de León es el ejemplo más sublime de cómo construir una iglesia sin paredes, ya que es (con permiso de la de Chartres) posiblemente una de las que más vidrieras medievales tiene de todo el mundo, con más de 1.800 metros cuadrados; el doble que la Sainte-Chapelle de París. Pese a este hito pictórico no es Patrimonio de la Humanidad como sí lo es la de Burgos en España. Esa falta de paredes que permite el maravilloso espectáculo de luz en su interior que transmutan los colores de sus vitrales conlleva, sin embargo, una maldición por su belleza: su estabilidad arquitectónica es parecida “a un castillo de naipes”.
Así define el gran problema histórico de la Pulchra Leonina el doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad de León, César García Álvarez –que defiende que la simbología del edificio es tan potente que “la Catedral de León es la piedra filosofal de la alquimia”–, uno de los mayores expertos del templo catedralicio legionense. Tan grande que el cabildo se inventó la leyenda del topo, por los enormes problemas de estabilidad que sufría el templo, sobre todo después del terremoto de Lisboa de 1755 que arruinó el hastial sur. Como se venían constantemente abajo partes del templo, dijeron que un topo enorme horadaba los cimientos... hasta que lo cazaron y lo colgaron por el interior de la puerta principal. En realidad el objeto es el caparazón de una tortuga laud, pero los canógigos usaban la leyenda para evitar responsabilidades por no conseguir arreglar tantas calamidades arquitectónicas.
Entrados en harina con la realidad planteada hoy, que supuestamente el pórtico principal está que se deshace, el doctor García Álvarez es escéptico con el concurso planteado para proteger la portada principal de la Catedral de León. Más bien muy crítico: “Es resultado de querer realizar una mínima intervención. Pero la contradicción está en las mismas bases. El cabildo catedralicio afirma que el pórtico se encuentra en un estado de deterioro crítico e irreversible, pero no aporta ninguna prueba científica de ello, no se sabe de dónde sale esa opinión, quien la fundamenta, cuáles son los problemas reales de la portada. Y se convoca un concurso que se da a conocer cuando está ya convocado y además se piden condiciones imposibles, irreconciliables. Que es al mismo tiempo que se proteja el pórtico y que se mantengan intactos los valores arquitectónicos y patrimoniales. Lo cual es imposible”. “O comer o sorber. O alteras el pórtico y lo conservas, o realmente renuncias a conservarlo y simplemente pones una solución que no tiene sentido alguno”, señala.
El cabildo aportó dos informes de situación a los arquitectos, pero ninguno de ellos pasa de una mera descripción de las temperaturas a lo largo del año y la historia constructiva del templo. No se especifica con base científica cuáles son los daños, qué alcance tienen ni cómo ha afectado a las estatuas y los relieves de una portada repleta de simbología y códigos. Una magnífica visión que, además, contiene una de las primeras manifestaciones artísticas de la Historia cristiana del Purgatorio.
Así, es complicado resolver el problema planteado. Si no se conocen las causas de forma científica (y para ello debería haber dos informes y no solo uno), es prácticamente imposible saber si el proyecto ganador será útil para la función que se pretende cumplir. La opacidad del Cabildo Catedralicio, que usa el truco de mostrar dos informes que no mencionan estos aspectos para parecer que sí lo ha hecho, es una falta clara de Transparencia. Asi, el problema puede agrandarse si se efectúa una intervención errónea, como ya ha ocurrido en más ocasiones.
“Este concurso es inviable porque se pretende conservar todos los valores originales del templo y a la vez intervenir en él. No hay manera de hacerlo. Nadie se va a atrever, y yo me opongo a ello, a que se alteren de un modo extraordinario los valores arquitectónicos de la Catedral; a que desaparezca la visibilidad de la fachada y a que el monumento quede disminuido de una manera tan radical. Sobre todo porque no sabemos dónde estriba el problema. No hay ningún estudio científico que nos diga cuáles son los problemas tan críticos. Las esculturas las retiraron y no se ha planteado ni siquiera colocar unas réplicas, que yo creo que sea probablemente la solución menos mala a estas alturas. Pero ahora mismo están en el claustro cogiendo casi el mismo frío que en su ubicación original desde 2009 sin solución prevista aún”, reprocha el doctor en Historia del Arte.
“Lo primero que hay que plantearse como arquitecto es el respeto absoluto al edificio, es una tarea muy difícil”, comenta la arquitecta leonesa Raquel Santamarta Regueras. Ella misma lo pudo comprobar en un proyecto que realizó para la restauración de Notre-Dame tras el incendio de abril de 2019 convocada por un medio de comunicación. Propuso, en 48 horas, una solución muy elegante. Sin embargo, no ha participado en el concurso de la Catedral de León consciente de la dificultad de encontrar una propuesta similar en calidad para este caso.
Para ella actuar en una catedral necesita una intervención “que haga poco ruido”. Aunque reconoce “que al final lo acaba haciendo, porque cualquier cosa que hagas va a llamar la atención”. “La solución que propuse para Notre Dame (se puede consultar aquí) sí que destacaba por la noche, pero realmente por el día la cubierta era de zinc imitando lo que había, intentando pasar desapercibido. Era una malla de zinc perforado para que por la noche se iluminara y sí es cierto que sí que hay una impronta del arquitecto, sí que buscas aportar algo, no tanto a lo mejor dejar tu huella sino como darle valor a lo que haces. En Notre Dame que fuera visitable, que hasta entonces no lo era, cuando esas cubiertas eran súperinteresantes”.
Para afrontar una intervención con arquitectura contemporánea en un templo gótico ella lo tiene claro: “La palabra que se me ocurre así, a priori, es respeto. Lo primero que haces es estudiarlo lo más que puedas, por qué está hecho lo que se hizo. Además, una catedral que se tarda muchos siglos en construir; por qué cada uno que ha intervenido ha hecho algo, porque tú eres el siguiente. Tiene que ir en consonancia”, indica para terminar con una reflexión: “A lo mejor la propuesta también puede ser 'no hago nada'. A veces tiene que ser eso. Si se plantea desde una verdadera necesidad de intervención, o haces esto o se cae, es válida. Pero hay que tener cuidado. Realizar una intervención en estos edificios buscando una foto ya no me parece tan bien. Vuelvo un poco al respeto, es suficientemente potente lo que muestra ya una catedral gótica como para buscar otras cosas”.
Para el arquitecto Cecilio Vallejo, que firmó junto a Mariano Saenz de Miera el Plan Director de la Catedral de León en 1996, “ciertamente es complicado solventar ese problema”. “Estuve viendo algunas propuestas y me pareció bastante interesante la de Eloy Algorri, pero yo creo que esto es más una reflexión filosófica y hay que hacer un análisis sobre aquellos elementos que tengan valores artísticos e históricos con problemas de degradación, bien sea puntual o generalizada. Es evidente que la portada occidental es uno con mucha potencia. En otras como Santiago tienen la suerte de que su pórtico románico está protegido por la ampliación posterior; pero no se puede centrar uno en una actuación concreta sino abrir un debate más amplio. En los pináculos y gárgolas, que son tan importantes como las vidrieras o las portadas, se pueden hacer trabajos de reconstrucción y reposición, pero lo que hay que hacer es un análisis de carácter más general”, apunta.
La problemática de la piedra de León, señala, “es que antaño estaba policromada, como en la portada de la Virgen del Dado, y estaba protegida por ello, no se sometía a la intemperie”. Al estar tratada con un revestimiento de mortero de cal y luego pintada las estatuas y relieves “estuvieron protegidos durante varios siglos, por el hecho de no estar sometida la piedra a los elementos atmosféricos. La contaminación atmosférica y la agresión del clima han multiplicado el daño y se ha perdido esa policromía, con lo que la piedra sufre. Pero también es cierto que en aquellas épocas tenía una protección que ya no tienen”. “Las catedrales góticas, al igual que los claustros e iglesias románicas tampoco se entienden sin esa policromía. Es difícil de entender la lectura de las esculturas sin policromía porque se convierte en más abstracta”, manifiesta el arquitecto que también fue concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de León.
“A lo mejor no se trata sólo de cubrir sino de entender. Saber que ha habido una evolución a lo largo de la historia. Ha habido una época en que el concepto de la apropiación del patrimonio va mucho a esa imagen degradada que tiene la arquitectura como la consecuencia de la pérdida de los elementos de protección. Porque ahora restauramos lo todo lo que es de piedra 'porque se degrada', pero porque se quedó sin protección. Una caliza de Boñar o una piedra de Hontoria de las Bases sometida a las influencias del medio ambiente sufre mucho si no tiene protección”.
Vallejo ve bien el debate: “Es necesario, pero se centre primero en cómo tratamos esos edificios en su conjunto. Pero teniendo en cuenta que cuando estamos valorando una arquitectura gótica, en piedra, estamos haciendo una abstracción de lo que era el edificio en su origen. No era así el edificio. Cuando ves la Sainte-Chapelle en París, toda policromada, comienzas a entender el gótico”.
“La cuestión principal está en que hoy cualquiera se acerca a la Catedral de León y la entendemos como una joya, como una maravilla. Es cierto. Tiene un valor infinito. Pero es muy importante que la gente cuando vea un edificio no lo vea como una joya en piedra. Una persona del siglo trece tenía que ver policromía, si no no tenía lectura. La policromía le daba a entender los mensajes de ese pórtico”, expone.
Por su parte, la profesora de la Universidad de León Dolores Teijeira, experta en Arte Medieval Universal, Técnicas Artísticas y Teoría e Historia de la Restauración valora que “los proyectos presentados son todos muy similares. Actúan todos de una manera muy parecida porque el objetivo inicial es el mismo y tampoco puedes inventar cosas muy diferentes”, para continuar subrayando que “es una cuestión muy delicada y desde luego nunca jamás va a estar a gusto de todo el mundo, porque evidentemente hagas lo que hagas si quieres proteger por muy liviana que sea la intervención vas a tener que cubrir. Y estás tapando una parte fundamental del edificio y eso juega en contra de una imagen que ya está en el imaginario colectivo desde hace muchísimo tiempo. Queda una imagen totalmente diferente”.
La Catedral de León fue restaurada completamente en el siglo XIX. “No tocaron entonces el pórtico, pero en esa fachada sí se hizo con el remate y aunque esa intervención aunque cambiara el hastial visualmente quizá no tiene tanto impacto como esta de la portada, que está a nivel de la vista”, comenta. “La imagen que transmite el pórtico de la Catedral es fundamental porque es lo que recibe al espectador y comunica con él. A ti te dice mucho más eso que la parte de arriba. Ciertamente está cambiado, ya lo había hecho en el siglo XVI porque el remate anterior tampoco es el gótico; pero del siglo XVI quién se acuerda ya”, pone de manifiesto la doctora en Historia del Arte.
“Evidentemente lo que te puede decir cualquier arquitecto es que la Catedral es un edificio vivo que tiene una historia que no podemos parar en un momento determinado. Eso tiene que seguir evolucionando. Ya no sólo es la protección del edificio sino lo que el edificio dice y cómo se integra en la Sociedad de cada momento. Pero claro, eso es difícil de entender para todo el mundo y difícil también integrar una buena solución en una imagen que ya está muy consolidada y que ya ha adquirido con el paso del tiempo una cierta unidad formal. El asunto lo mires por donde lo mires no tiene buena solución. Hagas lo que hagas. Si no haces nada el pórtico se va a seguir deteriorando y la solución es lo que se ha hecho con las esculturas de las jambas. Meter dentro. Eso hace que la portada pierda integridad porque le quitas una parte fundamental de su composición. Que también es cierto que ya estaban todas las figuras movidas y no obedecían a la disposición original. Pero evidentemente ahora sin ellas hay una merma de lo que es la imagen de la fachada”, razona Teijeira.
“Los problemas de la Catedral de León son estructurales, de evacuación de aguas y de protección de la piedra. Al ser una construcción súperavanzada desde el punto de vista tecnológico cualquier actuación ha de ser muy meditada porque se cae. Es un edificio de gran complejidad. Además es la más francesa de todas, porque trajeron para construirla a los maestros de talleres de Chartres o Reims. Contrataron al Frank Gehry del siglo XII, dijéramos. Ya esta catedral, hubo gran debate de la restauración del siglo XIX con Juan Madrazo y Demetrio de los Ríos, que venían de trabajar del taller de Viollet-le-Duc en París, se le aplican unos criterios de restauración basados en esos tres problemas”, recuerda Cecilio Vallejo.
La Catedral de León tiene muchos puntos críticos. Uno de ellos es la estabilidad. “Es una catedral muy francesa que tiene una sublimación desde el punto de vista estructural que no tienen otras catedrales”, define Cecilio Vallejo. “Tú comparas la de Burgos con la de León y las secciones de los pilares de la primera son prácticamente el doble. La de León es una catedral que, desde se marchan los talleres franceses a finales del siglo trece tiene problemas de consolidación estructural, se cae. Tiene que venir el leonardo de la época, Nicolás Francés, para poder salvarla. Pero luego al irse y no conocer bien los canteros españoles cómo sujetarla se tiene que colocar un cimborrio y la silla de la reina. Es una catedral tan francesa, tan avanzada desde el punto de vista estructural que ha tenido problemas cuando no la han entendido”, explica.
“Me parece bien ese debate abierto con los problemas de protección. Pero hay que enfocarlo desde la singularidad y el modelo tan avanzado que tiene la Catedral de León frente a otras catedrales”, reitera Cecilio Vallejo. “Es un punto de partida muy importante. Cuando analizamos los valores de León frente a la de Burgos es muy importante la vanguardia que suponía la leonesa frente a la castellana. Desde el punto de vista de la planta, de la organización y de la construcción. Es muy importante entenderlo, porque si crees que son edificios parecidos no entras en el origen. Si yo restauro la Torre Eiffel no lo puedo hacer igual que con el Faro de Hércules de La Coruña. Son dos cosas totalmente distintas. León tiene esa singularidad de su traza, de su fórmula constructiva, de su avanzada tecnología en la aplicación de su construcción, en su esbeltez, en la falta de masa, lo que ha generado tanta superficie de vidrieras y de la ornamentación. La cantidad de masa vítrea que tiene la catedral de León no la tiene ninguna otra, como consecuencia de eso tiene menos piedra y problemas estructurales de estabilidad, de evacuación de agua de las cubiertas. Y eso pasa porque se usó una piedra muy ligera para construirla, porque no se podría haber hecho con granito”.
El arquitecto coincide con la profesora Teijeira. Vallejo lo deja claro: “Las intervenciones que se hagan tienen que ser muy tenues, muy suaves. No necesitan una intervención fuerte”. Pero da un ejemplo de contraste con la catedral de Palma de Mallorca, “que es monumental pero poco atractiva desde el punto de vista arquitectónico, donde se planteó una intervención en una capilla y contratan a Barceló para pintarla. Porque esa capilla no tenía valor, no era un elemento singular y ahora sí se lo ha dado Barceló”. Sin embargo para Vallejo “eso no se puede hacer en la catedral de León porque los valores que tiene por sí mismo el pórtico occidental no necesitan de una intervención gestual de estas. No necesitamos que un arquitecto o un artista intervenga sobre la portada principal de León y deje una huella que vaya más allá de lo que tiene el pórtico, porque el pórtico es magnífico en sí mismo. Yo creo que lo que hay que hacer es un debate más general, sobre la singularidad de una catedral como la leonesa que es uno de los mejores ejemplos donde más puedes aprender de la arquitectura gótica mundial”.
“Desmontar un pórtico así no es viable”, sentencia César García Álvarez. “Eso haría peligrar la estabilidad del conjunto de todo el templo. Sinceramente no lo veo. Está mal, evidentemente, pero a lo mejor necesita una mera limpieza. ¿Realmente la solución va a permitir que se eviten los cambios de temperatura? ¿Va a estar permanentemente colocada? ¿Se va a correr, es movible, se puede retirar a lo largo de las horas del día?”, se pregunta. “No hay transparencia científica. No sabemos en realidad el problema y así no tenemos posibilidad de debatir siquiera la mejor solución”, censura el experto en la Pulchra Leonina.
Vallejo está de acuerdo con el experto García Álvarez –que suele explicar que el templo leonés “tiene una estabilidad comparable a un castillo de naipes”– en que “es una catedral fantástica con la que aprendes de verdad arquitectura”. “Es como cuando admiras el edificio de Correos en León de Alejandro De la Sota”. “Que habrá gente que no le guste o no le sepa ver el sentido, pero son edificios que tienen aplicadas técnicas que en ese momento no se aplicaban en la arquitectura española. Es la más francesa de todas las españolas. Hay que entender la Catedral de León desde esos tres focos de la estabilidad, la evacuación de aguas y la degradación de la piedra. Los problemas de estabilidad vienen desde su construcción, por lo avanzada que era. Los de la piedra por la falta de protección”, describe el redactor del Plan Director de la misma.
“La catedral de León frente a otras como Zamora –que es una maravilla– o Palencia, o Toledo o Sevilla no tienen que ver. Sólo la puedes comparar con Reims, Chartres, Poisson, Amiens o Notre Dame. Aunque en este último caso la catedral de París es otra historia: sí que es inventada, es un símbolo del gótico de Francia, pero no es la catedral gótica más interesante; casi más Saint Denis, pero no es una catedral. Tampoco se puede comparar con los valores urbanísticos de Burgos, que es magnífica y que desde el punto de vista urbanístico tiene unos valores que no tiene la de León, pero como arquitectura, como tecnología, como avanzada la Pulchra Leonina, como mensaje la de León está muy por encima de las otras porque es francesa”, afirma el arquitecto que estudió en su juventud los males de esta catedral en su conjunto.
La Catedral de León ya fue restaurada hace más de cien años, y por ello es el primer monumento nacional de España. La ley de protección del patrimonio en nuestro país se creó precisamente como consecuencia de la crisis que tenía el templo porque estaba en estado de derrumbe inminente, copiando el modelo francés de protección. Hoy la ley de restauraciones es completamente contraria a lo que se hizo entonces, una recuperación mimética de las esencias del Gótico, que en realidad pudiera considerarse una reinvención neogótica. Lo mismo que ocurre, entonces, con todas las catedrales francesas que no muestran pudor alguno en reconstruir exactamente Notre Dame tras su incendio reproduciendo exactamente la misma imagen que todos tienen de ella desde hace más de un siglo y que es icono de su país en fotos y cine.
Sin embargo gracias a aquella restauración “no está tan fastidiada la Catedral de León”, considera Cecilio Vallejo. “Lógicamente si tú coges una piedra de Boñar, hacemos una escultura y la dejamos en el campo durante quinientos años cuando vayamos a buscarla probablemente no exista. Si lo hacemos con mármol de carrara sí. La catedral de León se construye así y tiene esa esbeltez porque se hace con una piedra que se puede trabajar fácilmente. Pero no estaba concebida para estar vista. Y me parece tan peligroso que se pierda el pórtico occidental como los pináculos o las gárgolas. La Catedral es un conjunto. Toda la iconografía que forma parte de ella, aunque esté muy transformada con las intervenciones del XIX y las de Churriguera. Hoy no se haría la intervención de Demetrio de los Ríos y Juan Madrazo en León, porque ya entonces hubo polémica, incluso viniendo los dos del taller de Viollet-le-Duc, porque tenían una manera de actuar totalmente distinta. Madrazo era más intelectual, más creativo y artista, y De los Ríos más político. Esos elementos de poner la Catedral al gusto de Europa, de Viollet, se acentúan con las técnicas de Demetrio, no con las de Madrazo. Y eso pasó con dos arquitectos que eran números uno del siglo XIX. Eso ahora también habría que analizarlo”.
Para el profesor en Historia del Arte García Álvarez está “el problema de un debate profundo de las diferentes corrientes y concepciones de restauración que existen desde el siglo XIX. Una restauración en estilo, que es la que se aplicó aquí en la Catedral de León con los fundamentos de Viollet-le-Duc, de intentar comprender la esencia del estilo del monumento que probablemente nunca tuvo. Y la otra los criterios de la llamada restauración científica, entre comillas, porque parece que con esa palabra todo lo que venga de ahí es bueno. Realizar intervenciones con distinción de materiales y colores que se pueda diferenciar perfectamente de lo original, que sea reversible, todo eso es parte de sus criterios; pero muchos de sus postulados son discutibles. Pero en este caso una alteración para preservar la materialidad del pórtico va a alterar la estructura del pórtico y se dejará de disfrutar la propia unidad del monumento”.
Su compañera Dolores Teijeira, significa cómo “todas las obras tienen una historia: cualquier bien tiene una vida y se desgasta y se puede romper y la mayor parte de las obras de arte se han restaurado a lo largo de la historia. Ahora bien, hay que entender que los edificios son entes no vivos orgánicamente pero sí tienen una historia y sólo tienen sentido que se conserven si se integran y tiene un sentido, un significado en la sociedad de cada momento. Conservar sólamente como un bien de museo o reliquia antigua tiene un sentido limitado”.
“Hoy entendemos que los edificios que tienen una función práctica mucho más clara, aparte de lo cultural y lo que supone como seña de identidad, hay que entenderlos como organismos que van cambiando para adaptarse a las distintas circunstancias. Lo que pasa es que esos cambios tienen que entender la obra y adaptarse a ella, no hacer que la obra cambie completamente para adaptarse a los requerimientos actuales. Debe de haber un equilibrio entre lo que la Sociedad le pide al edificio y los propios valores del edificio. Y eso es muy difícil de hacer”, dictamina la experta en restauración de edificios medievales.
A Raquel Santamarta el proyecto ganador no le parece feo: “Está bien presentado, pero el problema es que al final cualquier propuesta por interesante que sea arquitectónicamente tiene más potencia que lo que hay detrás; que es el pórtico. Al final cuando planteas una solución, se espera que sea elegante, pero no es lo que espera el contratista, todo el mundo quiere cumplir plazos, que sea barato y al final lo de la elegancia queda en la cola”.
Para César García Álvarez, los propósitos del concurso en sí mismos son contradictorios: “Proteger e intervenir... y al mismo tiempo no intervenir, realmente lo veo complicadísimo. No encuentro una solución factible”.
Vallejo opina que “el problema está en la piedra. Que no está concebida para que esté a la intemperie, pero ni en el siglo XIV ni en el XXI. Ese problema lo vas a tener siempre. Hay soluciones como musealizar los elementos escultóricos y colocar réplicas, que ya se ha hecho en León con la Virgen Blanca hace ya cincuenta años. Si se hace una lectura adecuada, cubrirla, ponerle un cristal o una lona son elementos reversibles. También está la famosa técnica que aplicó Luis García Zurdo en su momento con las vidrieras, musealizándolas in situ. Mantienes la vidriera en su posición, le pones un vídrio de protección dejándola en su sitio frente a otras actuaciones que proponen musealizar la vidriera histórica y poner una réplica. Eso mismo hay que hacerlo con el conjunto de la catedral. En este caso con el pórtico occidental. Es bueno abrir este debate para saber a dónde queremos ir. Y sí que es verdad que esto admite actuaciones reversibles, cualquier cosa que no suponga pintarlo. Yo creo que la singularidad de la Catedral de León no necesita una acción puntual, sino una reflexión sobre qué procesos de intervención hacemos de ella que potencien el conocimiento del edificio y su lectura y que se asienten sobre la singularidad que tiene frente a otras catedrales españolas”.
Teijeira, a su vez, pone de manifiesto que “el arquitecto restaurador tiene que ser una persona que conozca muy bien lo que está haciendo no sólo desde el punto de vista de estructuras y materiales, sino también de lo que supone en los edificios a lo largo de la historia, cómo cambian y lo que significan en la Sociedad de cada momento. Y no siempre se tiene ese conocimiento y esa sensibilidad”.
Para Santamarta intentar proteger una parte de una catedral gótica con las técnicas requeridas hoy en día “quizás sí sea un conflicto irresoluble”. “Es verdad que en Notre Dame sí había la necesidad, porque había habido un incendio. La base está en que la necesidad sea real, en cuanto hay dudas de que sea necesaria la intervención, ahí es donde puede empezar el conflicto. Es la falta de objetividad de cualquier propuesta arquitectónica. Que nada es objetivo de una manera total, siempre hay una parte de subjetividad, artística, donde entran muchas opiniones. Los edificios están vivos y tienen que adaptarse a las situaciones y necesidades. El problema es un poco el conflicto de que tú plantas eso ahí y estás ocultando lo más importante. ¿Pero cómo haces algo que pase desapercibido?”
“Plantear una intervención porque hay un problema de consolidación y deterioro en el pórtico me parece interesante, pero hay que partir desde la singularidad”, insite Cecilio Vallejo. “Por eso se hacen los planes directores, que son un estudio en su conjunto, aunque sea del 96 y de entonces aquí hayan avanzado mucho las técnicas, los criterios y modos de intervención. Pero si se plantea este debate es porque hay un problema, no por una actuación concreta, sino por su singularidad. La Catedral de León no se entiende sin la policromía. No digo pintarlas, porque hoy sería una aberración, se puede usar una proyección como se ha hecho en otras catedrales. Algo se está planteando. El pórtico occidental tiene problemas, pero también el norte, que es el que conserva la policromía de la Virgen del Dado, o la parte del ábside con el sepulcro de Ordoño II de León”.
“Ahí han abierto un melón que va a traer lío sí o sí”, reconoce Dolores Teijeira. “Hagas lo que hagas, la polémica está servida. Se ha intentado en algún otro sitio este tipo de soluciones más o menos transparentes para proteger obras que están al exterior y tienen una carga escultórica grande que es la que más sufre, pero no he visto ninguno ejecutado. Con esto quiero decir que la necesidad la entendemos, sabemos qué puede ser lo mejor y lo menos lesivo pero después hay que tener narices para ejecutarlo porque sabes que se te echa encima mucha gente. Esto va a traer una polémica enorme en caso de que se vaya ejecutar y también habría que saber qué opina la Comisión de Patrimonio. Esto no es solamente poner un store, con lo que ya supone, sino que tiene una estructura arriba que a ver cómo va anclada”.
Para ella “no tiene solución”. “Si no haces nada se va a seguir deteriorando y lo asumes como tal, o si no lo asumes tienes que ir a buscar una solución que no va a ser nunca buena. La solución es proteger. ¿Cómo lo haces? Con algo más opaco o algo más transparente, pero en cualquier caso pongas lo que pongas se va a ver y va a alterar esa imagen. La solución del proyecto ganador no es de los más impactantes, de los más agresivos, pero a ver si se atreven a llevarla a cabo”, manifiesta.
“Hay soluciones para mí espantosas que sin embargo son alabadas por gente que tiene gustos muy contemporáneos por llamarlo así. Se han colocado tubos, corredores, pórticos de diferentes materiales, retráctiles, pero eso provocaría una destrucción de los valores estéticos de lo que tiene el monumento. Se puede encontrar una solución lo menos mala posible, pero tampoco se garantiza la protección pretendida. Lo planteado por el cabildo de la Catedral de León es como comer y sorber a la vez. Estamos hablando de un imposible”, remacha César García Álvarez.
Y como colofón, la Comisión de Patrimonio de la Junta de Castilla y León acaba de dar el visto bueno a la iluminación artística que el Ayuntamiento leonés ha encargado a expertos franceses de Amiens para reproducir con luz la policromía de la portada principal de la Seo Legionense. Un proyecto audiovisual que, de llevarse a cabo la instalación de la mosquitera se echaría a perder tras haber gastado más de 200.000 euros en él. Otra circunstancia irresoluble más que sumar a la eterna polémica de la catedral a la que según los religiosos que la gestionan la quiere derribar “un topo del demonio”.