'Bosch: Legado', una magnífica serie de detectives

Harry Bosch ama por encima de todo a su hija Maddie, escucha musica de jazz, bebe whisky para olvidar a los que se han quedado en el camino, resuelve sus casos tirando más de inteligencia que de pistola, posee una integridad a prueba de sociópatas y vive en una casa de cristal suspendida sobre una colina desde la que divisa el valle de la ciudad de Los Ángeles. Fue uno de esos problemáticos policías que traen a sus jefes por la calle de la amargura pero que siempre acaban resolviendo sus casos. Ahora, retirado del cuerpo, es un investigador privado de métodos poco ortodoxos pero eficientes. Además, tras esa fachada de tipo duro que suelta frases como, “vuelves a mencionar a mi hija y te rasparán del pavimento con una puta espátula”, hay un corazón de oro, una especie de Quijote contemporáneo que lucha por causas perdidas y protege a los más débiles.
El creador de este personaje que actualiza todos los paradigmas de las novelas y el cine negro clásicos es el escritor Michael Connelly, un tipo que iba para constructor hasta que un buen día se acercó al cine para ver Un largo adiós (1973), película dirigida por Robert Altman y basada en una novela de Raymond Chandler. El film le impresionó tanto que comenzó a leer con avidez toda la obra de Chandler y decidió que quería ser escritor de novelas de detectives. No es extraño que fuera precisamente el creador de Philip Marlowe, ese detective interpretado en el cine por Humphrey Bogart que es considerado el arquetipo del investigador privado, la mayor influencia en la obra de Connelly. Bosch tiene mucho de aquellos personajes que sueltan frases lapidarias como quien habla del tiempo, que son tipos duros en el ejercicio de su profesión pero con el corazón tan blando como para haber sido heridos en el pasado por alguna mujer fatal. Como escribió el propio Chandler: “Por esas calles mezquinas debe ir un hombre que no sea él mismo mezquino, que no esté manchado ni tenga miedo. El detective debe ser un hombre completo, un hombre corriente y, sin embargo, un hombre fuera de lo común. Debe ser, por usar una frase bastante gastada, un hombre de honor, por instinto, por inevitabilidad, sin pensarlo y, desde luego, sin decirlo. Debe ser el mejor hombre de su mundo y un hombre lo bastante bueno para cualquier mundo”.
Bosch: Legado es una continuación de la serie original que no se sale del inteligente guión previsto, tiene las mismas hechuras que todas esas películas y series clásicas del género, es sosegada como una melodía de jazz de los años cuarenta, un elogio a la sencillez narrativa y estilística, una genuina rareza que se distancia discreta y elegantemente de tanto ruido catódico.