La otra, e importante, emigración leonesa hacia América
Los miembros de las familias propietarias leonesas viajaban con asiduidad y muchos, como en el resto de España y del mundo, emigraron en busca de mejores expectativas, con diferente tipo de suerte. Hubo una tremenda emigración que realizó León durante la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, particularmente hacia América.
Algunos, como Federico Arias o Gregorio Fernández, retornaron con éxito y se convirtieron en propietarios de fincas urbanas. Otros, como Manuel Álvarez Quirós, forjarían buena fortuna y parte de su familia residiría y fallecería al otro lado del océano.
Gran parte del Ensanche de la ciudad de León no se puede explicar sin la aportación de los arrieros de Castrillo de los Polvazares y Murias de Rechivaldo en la configuración urbana de la ciudad de León, aunque es oportuno esclarecer que esta parte de la arriería pertenecía a la élite, y que dicha élite se reforzaba a través de alianzas matrimoniales, como así se había producido secularmente.
Ahora bien, la gran mayoría de los arrieros padeció una crisis sin precedentes con la llegada del ferrocarril, pues sus mulos ya no pudieron competir con este avance. Casi la totalidad de los arrieros no pudo acomodarse a los nuevos tiempos, por lo que debieron emigrar. El país americano que más inmigrantes leoneses acogió fue Argentina. Desde Buenos Aires, la importante revista León dejaba constancia de la influencia maragata con apellidos como Botas, Roldán, De Paz, Salvadores, Del Río, etcétera, en la emigración y la creación de nuevos negocios en aquel país hermano de Ultramar.
Lo mismo sucedió con otros estratos de la Sociedad leonesa, es decir, que hubo casos inversos, como los de parte de la burguesía leonesa que emigró hacia América no por necesidad, sino para aumentar sus perspectivas comerciales y personales. Ejemplos como los del médico César Morán o como el de los propios descendientes de José Escobar y Salustio González Regueral así lo confirman.
De esta carta de Querétaro los siguientes párrafos demuestran que estos adinerados emigrantes leoneses no pasaban apuros económicos ni en plena revolución mexicana:
Luis Escobar [hijo de Salvador Escobar] Agente del Buen Tono S. A. y cervecería Moztezuma S. A. 3.ª de Juárez 7 y ½. Teléfono 246 Querétaro, septiembre 21 de 1911.
Querida tía Teodora [Escobar, madre de Pedro Fernández-Llamazares] […] Según hemos pensado nos estaremos en esa [León] más o menos unos 15 días, de manera que ya ves, querida tía, que hay tiempo suficiente para conocer a las mozas de esa, lo único que sentimos desde ahora es no poder estar más tiempo con ustedes, pero como hemos trazado nuestro itinerario, no podremos pasarnos de ese tiempo, pero siempre es mejor esto a no vernos nunca. El plazo que tenemos para el conjunto de nuestro viaje es de seis meses en Europa, y como tenemos parientes también en Francia, y además queremos pasar unos meses en París, pues tengo yo que arreglar ahí varios asuntos, no nos ha sido posible arreglar de estarnos con ustedes como quisiéramos años enteros […]. No han de ignorar ustedes que estamos en plena revolución, así como acabamos de leer que también en toda España estáis en una casi revolución, pero no por eso he de dejar de escribiros, y espero escriban ustedes también a menudo, pues por lo visto, si no escribo yo, ustedes tampoco se acuerdan de hacerlo, ya verás tía querida qué regañada les voy a dar a los primos por ser tan flojos, que ya se están pareciendo a nosotros y eso no está bueno.
Los archivos de la Fundación Sierra Pambley, Fundación Octavio Álvarez Carballo, Banca Fernández-Llamazares, Gómez Barthe, familia Pallarés y otros conservan los miles de pruebas documentales de una amplia burguesía propietaria, culta y comúnmente liberal (también hubo carlistas) afincada o de paso en cualquier parte del mundo, casi siempre arraigada y con añoranza de su tierra natal. Todo lo contrario a la pacata y provinciana perspectiva que algunos escritores de los últimos tiempos han querido presentar. En este caso, los descendientes (nietos) de José del Blanco Escobar, el que fuera director del Hospicio de León, que residía en la actual plaza del Espolón, escriben desde México, donde han fijado su residencia (hasta la actualidad), y desde donde enviaban infinidad de postales y cartas haciendo referencia a sus vidas y viajes dentro y fuera de México.
De la plaza del Espolón, llamada en el siglo XIX como 'Presa del Castillo' (en referencia a la presa de San Isidro, o San Isidoro), o sencillamente 'Afueras de Puerta Castillo' (como así nos figura en la correspondencia conservada), salió una parte de la familia Escobar hacia México.
Al fondo se puede apreciar el ventanuco en el que estuvo el torno de la Obra Pía. En primer término, a la izquierda, la casa propiedad de José Escobar, que pasaría a poder de su yerno, Rutilio Fernández-Llamazares. Y detrás de la muralla, la residencia de Victorina Fernández Blanco y su marido Juan Posada Herrera, y de Juan Eloy Díaz-Jiménez con su esposa Claudia Molleda, o el propio Juan Posada Herrera, marido de Victorina, cuya propiedad al completo pasó a manos del banquero Francisco Fernández-Llamazares (primo de Rutilio) por su casamiento y posterior fallecimiento de su primera esposa, Juana Posada Fernández Blanco. Demasiada y desconocida Historia concentrada en poco espacio físico.
Este era el desaparecido (hoy solar e improvisado aparcamiento) edificio de José Escobar en 'Afueras de Puerta Castillo' (después propiedad de Rutilio Fernández-Llamazares al casarse con Teodora, hija de José y de Emilia Comerzana). En este edificio, flanqueado por las actuales calles de Alfonso el Justiciero y la calle Fernando I, se produjeron innumerables reuniones de los republicanos de la época (Morán, Azcárate, Balbuena, Fernández-Llamazares…), muchos de ellos también directivos del Casino.
La altísima cifra de emigración entre 1911 y 1929
Las cifras de la emigración leonesa, como las de otras provincias españolas, y las de Europa entera, son demoledoras: en León, entre 1911 y 1929, y solo con datos de la que fue transoceánica y podemos considerarla legal, es decir, la intervenida oficialmente en puertos españoles, se alcanzó la cifra de 54.614 leoneses que emigraron. De todas maneras, no se dispone de información fiable y completa sobre las cifras de los leoneses que emigraron desde puertos de Portugal y Francia, o desde cualquier otro punto del mundo, aunque se sabe que esa emigración fue considerable.
Por países, el primero que recibió más emigración leonesa fue Argentina (37.984 leoneses, un 69,55 % del total de las cifras que tenemos documentadas), Cuba (recibió a 12.058 leoneses, un 22,08 %), Brasil (1.694 leoneses), México (recibió 817), Uruguay (797), Estados Unidos (665), Costa Rica (244), Chile (146), Panamá (77), Puerto Rico (47), Venezuela (249) y Perú (17).
Numerosas cartas conservadas
Las numerosas cartas conservadas en León nos detallan el amplísimo entramado de aspiraciones, afectos e intereses generados entre una burguesía leonesa con grandes proyectos dentro y fuera de León (América y España), pero especialmente en Madrid.
Esta realidad es confirmada al leer la correspondencia en los archivos privados de los Álvarez Carballo, Gómez Barthe, Fernández Blanco, Pallarés y Banca Fernández-Llamazares, donde aparecen decenas de importantísimos personajes leoneses con todo tipo de responsabilidades económicas y políticas de primer orden nacional e internacional, muchos de ellos ya olvidados y desterrados de la Historia, sin exponer apuntes básicos para poder comprender otras particularidades de la burguesía leonesa, aunque evidentemente tiene enormes paralelismos con la de otras ciudades españolas y otras naciones.
Abajo, una carta desde Nueva York fechada en el 21 de agosto de 1880. Las cartas conservadas en los archivos de estas familias proceden de los lugares más insospechados del mundo. Sí, la alta burguesía leonesa viajaba mucho y muy regularmente. Muchos de los descendientes de estas familias propietarias y emigrantes leonesas siguen manteniendo su cariño a la tierra de sus orígenes y continúan en México, Argentina, Colombia y otros países; algunos de ellos con fructíferas empresas de reconocido prestigio internacional.
Es necesario saberlo, porque la mayoría de los componentes de la Cámara de la Propiedad y de otras instituciones de principio del siglo XX son los herederos directos (de su propia sangre y de sus ideas) de estos personajes que aparecen en las cartas del siglo XIX. Una determinada clase social, que no hay que mitificar cometiendo la anacrónica torpeza de entrar a las banalidades y generalizaciones al uso: adjudicando una serie de defectos, virtudes o intereses comunes sobre un determinado estrato social que, aunque enormemente dinámico, si algo tuvo en común fue precisamente su amplio espectro ideológico y político.
Aprovechando el crecimiento de la ciudad con su Ensanche, León puso nombre y rindió tributo en la tercera década del siglo XX a su emigración con la inauguración de dos calles que llevaron el nombre de República Argentina y avenida de México (actual avenida de Roma).
La primera permanece hoy con su nombre; a la segunda (avenida de México) los militares no dudaron durante la Guerra Civil en cambiarla de inmediato el nombre tras la activa participación del gobierno de Lázaro Cárdenas en la financiación militar y acogida de exiliados españoles durante la Guerra Civil, auspiciados y dirigidos por un leonés odiado por los militares leoneses: el veterinario Félix Gordón Ordás, a la sazón exiliado en México y presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República española en el exilio…