La insoportable levedad de la Universidad Leonesa

Cuando Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, dirigió su célebre invectiva contra autoridades franquistas reunidas en esta ciudad al poco tiempo de iniciarse la guerra, pronunció frases lapidarias como la de: “Venceréis pero no convenceréis”. Pero profirió otras no menos impactantes como: “Este es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto” o “callar, a veces significa asentir, porque el silencio es interpretado como aquiescencia”.
Unamuno era partidario de ideologías conservadoras hasta que fue consciente de la carnicería que se estaba perpetrando contra ciudadanos algunos incluso ajenos a la política. Firme defensor de su condición de español y vasco, hombre tradicionalista y paradójico como a sí mismo se definía, llegó a arriesgar su vida por alzar la voz contra la barbarie, –temerosa, la esposa del dictador le sacó del acto cogido del brazo– por anteponer su ética y sostener unos ideales contra viento y marea incluso contra sus correligionarios. Fallecería dos meses más tarde.
11 de abril de 1827, Ramón Dou, canciller y clérigo de la Universidad de Cervera (Lérida) –la única universidad de Cataluña que quedó tras el advenimiento de Felipe V, primer rey borbón– pronuncia una frase laudatoria a Fernando VII, monarca que se ensañó con los liberales que pretendían el aperturismo y la modernidad del país aunque hubieran contribuido a su advenimiento al trono, frase que serviría de mofa y que representa el paradigma del sometimiento y más rastrero servilismo de las instituciones académicas. La frase era nauseabunda y al parecer, los mismo liberales la cargaron de hiel afirmando que su literalidad era: “Majestad, lejos de nosotros la funesta manía de pensar”. En realidad, la frase que aparecería en La Gaceta de Madrid, germen de lo que después sería el BOE, dice así: “Lejos de nosotros, la peligrosa novedad de discurrir”. Es difícil que una institución encargada de instruir a la sociedad pueda caer más bajo.
Enero de 2025, la Universidad de León se mantiene silente y sin pronunciarse sobre la pertenencia de León al ente castellanoleonés. Podría llegar a creerse que sus cargos rectores pertenecen a la orden de los cartujos, orden contemplativa que procura mantenerse en perpetuo silencio, dado el mutismo sepulcral que practica en este campo desde 1983. ¿Qué fuerza telúrica la mantiene petrificada cual estatua de sal? ¿Qué docentes imposibilitan al templo del intelecto leonés pronunciarse al respecto? ¿Tanto miedo tiene a perder prebendas y distinciones? ¿Acaso se halla impedida la Universitas Legionensis para vivir en armonía con la sociedad a la que pertenece y ser su faro y su guía? ¿Ignora acaso que está dando la imagen de ser un mísero lacayo de Castilla y León?
La falta de compromiso de la Universidad leonesa con León es preocupante. Esta institución que persigue el conocimiento y la ciencia no puede arrastrarse como vil gusano tras los dictámenes del presidente de la Junta y tragarse decisiones infectas como el advenimiento de una Facultad de Medicina para León a cambio de que Valladolid ofrezca el grado de Farmacia, Burgos consiga igualmente otra facultad de Medicina y Salamanca, cuyo rector se opuso con uñas y dientes a que se pudiera cursar Medicina en León, consiguiera Veterinaria para su Campus. ¿No suena a chalaneo y trueque impropios de las ilustrísimas togas, birretes y mucetas?
Por otro lado tiene cabida el atenuante de ignorancia, no en una Universidad capaz de formar estudiantes hasta para poder viajar al espacio. Por lo tanto si no están carentes del saber, no se puede alegar desconocimiento de la realidad y sólo caben dos posibilidades: Interés o postración. ¿Con que opción se queda nuestra amada Universidad? ¿No se ruborizan de ofrecer tan sólo dos salidas a los egresados de sus aulas: endogamia y emigración? Endogamia para perpetuar las dinastías en tan notable institución o la emigración, porque con la inestimable colaboración del templo del saber, nuestros jóvenes licenciados ven achicarse sus posibilidades laborales en la tierra que les vio nacer y lo más probable es que acaben teniendo que irse fuera de ella.
La Universidad de León, más pronto que tarde tendrá que contarnos a todos que modelo de sociedad propone: la de Unamuno en la Universidad de Salamanca o la de Ramón Dou en la Universidad de Cervera. No cabe una tercera opción, o está con su gente entonando el Gaudeamus igitur o le concede el sobresaliente Cum laude a las imposiciones castellanas. No hay término medio por más que se quiera postergar su dictamen. O está con su gente o está contra ella. Hasta el momento podemos dedicarle con toda justicia a nuestra eximia Universidad una frase similar a la que pronunció Miguel de Unamuno al final de su intervención en el acto antes mencionado: “Me parece inútil pediros que penséis en León”.
Tomás Juan Mata pertenece a Urbicum Flumen, la Asociación Iniciativa Vía de la Plata