La poesía es un arma cargada de futuro

El cantautor Paco Ibáñez.

‘Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho’. 

Estos emocionantes versos escritos por Gabriel Celaya son parte inseparable del cancionero de Paco Ibáñez, ese trovador que ha puesto su música y su inconfundible voz a muchos de nuestros poetas. Pero sobre todo ahondan en la palabra comprometida y cercana al pueblo, en la palabra como provocación cultural, en la palabra necesaria, en la palabra cargada de futuro, en las palabras para Julia…

Esos son los versos que siempre ha buscado cantar este cantor de poemas, los que explican la dignidad y la belleza del mundo, los que revelan hechos terribles y nobles, los que descubren el vasto y trascendente universo de la poesía, los sentimientos más profundos que alberga el corazón de los seres humanos.

Uno se encontró con la obra de Paco Ibáñez en esos años de las grandes revelaciones, cuando éramos jóvenes y poetas, cuando un puñado de palabras bien escritas, afiladas y hermosas, nos descubrían el deseo oculto tras una torpe caricia y el vértigo de sabernos nada, las injusticias terribles del mundo y la ingenua esperanza de poder cambiarlo, los destellos del arte y la infinita ternura que cabe en una boca sin beso, las comisuras de su risa y el vuelo atolondrado de sus manos sobre tu piel. Porque hubo un tiempo en el que los poetas lo explicaban todo, en el que la vida entera cabía dentro de unos pocos versos. Y este cantautor que siempre viste de negro existencial y cuya voz bohemia se eleva como un susurro ronco sobre el escenario los ha cantado a casi todos, a Lorca y a Nicolas Guillén, a Goytisolo y a Celaya, a Miguel Hernández y a Neruda, a Góngora y a Alberti, a Brassens y a Cernuda…

Para conocer mejor a este tipo cuyas canciones han alcanzado a varias generaciones basta con recordar aquella vez que el gobierno de Mitterrand decidió otorgarle, en 1983, la medalla del Orden de las Artes y las Letras. Él no la aceptó y explicó: “Un artista tiene que ser libre en las ideas que pretende defender. A la primera concesión pierdes parte de tu libertad. La única autoridad que reconozco es la del público y el mejor premio son los aplausos que se lleva uno a casa”. Y este sábado volverá a llevarse a su casa el eterno aplauso del público de León, la mejor condecoración posible para alguien que mercadea con algo tan íntimo como la poesía, ese arma cargada de futuro.

Se pueden comprar las entradas para el concierto de Paco Ibáñez en el Auditorio de León este 27 de enero  a las 20 horas pinchando aquí.

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