Las claves del Ramo Leonés: orígenes, su conexión con otras ofrendas religiosas y la diferencia entre el objeto y los ritos

Los ramos leoneses tienen distintas formas y usos dependiendo del momento del año.

El 'Ramo Leonés' es el objeto decorativo de Navidad que más éxito está teniendo en los últimos años en España y en el mundo (debido a la promoción que los leoneses emigrados hacen de él). Una estructura de madera triangular a modo de candelabro decorado con cintas, telas, frutas, dulces y sin espumillones o lucecinas eléctricas. Una prestosidad con las que los leoneses sorprenden a todo el que lo ve, en España y en el extranjero, dejándoles maravillados por su sencillez y a la vez preciosidad que recuerda al mundo rural de antaño.

El 'Ramo Leonés de Navidad' es un éxito arrollador, quizás por que su configuración para estas fiestas hace que compita en igualdad de condiciones con el Árbol (o Abeto) de Navidad, la decoración tradicional de estas fechas (con permiso del Belén en España). Tanto, que pareciera que es de toda la vida... pero no es tan así. Este objeto ha sufrido una interesantísima resignificación en León, que lo han convertido en orgullo de ser leoneses en un mundo en que todos les niegan serlo.

Y eso, que es importantísimo por que ha significado su completa recuperación después de siglos olvidado, crea algunas confusiones sobre la naturaleza de los ramos; y más concretamente sobre sus usos y ritos. Algo que incluso ha llegado a crear fuertes polémicas este año, en el que ha crecido tantísimo su interés que han salido libros y también Fundos ha estrenado un pequeño documental sobre sus características y su historia y sus formas de gran calidad y con muchísima información interesante que se puede ver justo arriba en este reportaje.

Resignificación y popularización

El Ramo, históricamente, no es ni propio de León ni de Navidad, algo que ya contamos en ILEÓN el año pasado. Pero indudablemente sin esta resignificación navideña, que popularizó definitivamente la Asociación de Mujeres en Igualdad de León –como cuenta Inés Prada en el reportaje del anterior enlace, al conseguir que el alcalde Emilio Gutiérrez pusiera el primero de grandes dimensiones en la Plaza de las Cortes en 2014, dejando a todos los leoneses maravillados y con ganas de tener uno– no sería conocido ni adorado como lo es hoy, con todos los barrios pidiendo ramos de metros de altura en sus plazas o con pueblos compitiendo por instalar el más alto de toda la provincia, como este de nueve metros a 1.200 metros de altura en Prado de la Guzpeña.

Hay que recordar que hace ya muchos años se hizo una exposición en el entonces recién inaugurado Centro Comercial Espacio León en 2004, donde se podían ver una gran cantidad de modelos y formatos traídos de diversas partes. Pero es que antes ya se había intentado: existió una iniciativa a finales de los años 90 por una pequeña parte de comerciantes del centro de León, que expusieron varios ramos a la puerta de los establecimientos. En aquella ocasión una serie de expertos sesudos poco menos que se echaron al cuello de dichos establecimientos por inventarse una tradición. Esa manía que se tenía (y se sigue conservando) de despreciar lo leonés por parte de cierta intelectualidad hizo mucho daño. Afortunadamente el pueblo, el verdadero usuario del ramo, no lo olvidó y hoy lo aclama victorioso habiéndoselo llevado a sus propias casas y poniéndolo a presidir la Navidad por encima del árbol.

Sin embargo, el proceso de resignificación de este objeto para la Navidad ha traído algunos problemas a la hora de interpretar qué es un Ramo de verdad. “El vertiginoso proceso de resignificación del Ramo en una decoración navideña es algo que llama mucho la atención, porque sí es cierto que en algunos lugares de Omaña y su frontera con el Bierzo se usaba de esta manera, pero en León capital no se conoce ninguno”, explica el profesor de Historia del Arte de la Universidad de León César García Álvarez en el primer programa de ILEÓN SONORO dedicado a la Navidad. “Es algo muy significado, pero comienza a ser necesario un estudio universitario más profundo de sus características y los lugares donde se utilizaban para evitar errores a la hora de comprenderlo en León”, asegura.

Origen prehistórico

Suele decirse que el ramo tiene “un origen prerromano”, para intentar vincularlo con la cultura céltica (que en la Asturia no era tal, sino castreña), pero posiblemente es todavía más antiguo. “De hecho tiene vinculaciones con los ramos ingleses, los centroeuropeos, los italianos... porque es también un elemento de la cultura mediterránea”, explica García Álvarez. Ramos ha habido desde el principio de los tiempos sencillamente porque los hombres primitivos usaban las flores y las ramas que les ofrecía la Naturaleza para la decoración en momentos especiales. Es difícil defender lo prerromano exclusivamente sin tener en cuenta que las propias coronas de laurel de los generales romanos son una evolución del ramo de hojas de este árbol que se les otorgaba en sus triunfos cuando la Vrbs Aeterna no había salido aún del Lacio.

Lo lógico es que se usaran las flores, las ramas y las hojas desde tiempos pretéritos y que cada cultura antigua lo hiciera de una manera concreta y con rituales distintos; dependiendo, además, de la época del año. Se sabe que en todo el mediterráneo hubo 'ramos' de todo tipo. Los propios griegos usaban ramas de olivo como premio para los campeones olímpicos y para celebrar todo tipo de honores, por ejemplo (y el laurel también). Dependería de cada lugar y cultura, y de su árbol sagrado.

En León la cultura castreña de los astures dejó poso en las fórmulas populares de celebración. Y en la actual Asturias, obviamente, donde también celebran que esté volviendo a ser objeto de deseo, aunque ya algunos hablan de su uso en 1973. Pero quizás uno de los lugares donde más sorprenda que se utilice este objeto en rituales y ofrendas es en la isla de Gomera, en las islas Canarias; con un ramo floral que se llevaría en un alza, una especie de paso procesional muy similar a la gran estructura que se usa en la comarca leonesa de La Cabrera para pasearlo a hombro por las calles. O de gran estructura como el de Genestacio, en el municipio de Quintana del Marco al Sur de León, con el que homenajean en las fiestas mozas y quintos al Cristo de la Victoria.

Una extraña coincidencia que deberían estudiar los etnógrafos y antropólogos; aunque los seres humanos tienden a encontrar las mismas soluciones para determinadas formas de hacer las cosas. No es baladí que haya pirámides en Egipto, América y Asia: es el sistema más eficiente y sencillo para crear un edificio de gran altura porque es en esencia una pila de piedras con un toque arquitectónico para hacerlo bello.

¿Qué es lo más cercano, fácil de usar y disponible para regalar? Ramas y flores. De hecho, todo niño alguna vez ha recogido flores y le ha dado a su madre un ramín. El ramo es consustancial al ser humano desde tiempos, posiblemente, anteriores al Homo Sapiens.

La conexión judía

Los ramos tienen diversos rituales y no todos son cristianos. Está claro que el sustrato cultural prerromano debe de estar presente en algunas celebraciones con el Ramo Leonés, pero también hay aspectos romanos y visigóticos en esos ritos populares. Y de todo tipo de culturas.

César García Álvarez expone una hipótesis, “que aún hay que explorar” de la conexión del Ramo Leonés, con velas, con la menorá judía. “Parece evidente que hay una conexión con el candelabro de siete brazos hebreo, que se usaba en hanukkah; aunque no sea la Navidad judía como se dice ahora en estos tiempos de resignificación e igualación global, sino la fiesta de las luces que es algo muy distinto porque conmemora una milagrosa victoria del pueblo elegido de Yahvé contra un rey extranjero”, apunta.

“¿El uso de las velas en el Ramo Leonés podría ser una referencia criptojudía? Pues es algo que hay que explorar, lo dejo caer para los investigadores”, indica el experto en simbolismo. “Hay que tener en cuenta que la Navidad era una fiesta hasta que llegó Dickens con su Cuento de Navidad que se celebraba de otra manera, era eminentemente de puertas adentro ya que el clima y la falta de luz era determinante en esas fechas. Hoy la celebramos justo al revés, iluminando todas las calles, incluso para que se vea desde el Espacio, pero antes era una fiesta familiar y en las casas se conservan tradiciones propias de cada una. Muchos judíos conversos siguieron con sus ritos familiares, y pasadas las generaciones se olvidaron que eran judías. Muchas veces cuando la Inquisición, ya en el siglo XVI o XVII interrogaba por qué ciertas personas realizaban este tipo de ritos hebreos... ellas les contestaban que no, que eran cristianos de verdad, que lo único que hacían era lo mismo que sus abuelos y antepasados. Habían perdido la referencia y, de verdad, no sabían ni lo que era aquello. Es posible que muchos judíos conversos pudieron resignificar el ramo conservando las velas para seguir con sus tradiciones familiares en fechas señaladas”, explica. Merece la pena escucharle en su programa Arte y Mucho Más en Onda Cero León (a patir del minuto 52) sobre la influencia de Charles Dickens en cómo celebramos hoy estas fiestas.

Pero la celebración de la Navidad es cambiante, mutable a lo largo del tiempo. “En realidad celebramos lo que es el solsticio de invierno, y estas fiestas cristianas son herederas directamente tanto de las Saturnalias como del Sol Invictus”, expone Ibán Martín en su exitoso podcast Roma Aeterna. “La Iglesia resignificó estas fiestas para hacerlas coincidir con el nacimiento de Cristo –añade García Álvarez–. Y la concepción actual de la Navidad bebe directamente de Dickens, que se ha transmitido con mucha más fuerza con la televisión; con lo que la resignificación del ramo, que era para celebrar otra serie de ritos de todo tipo en diversas épocas del año, es un proceso natural aunque hasta hoy nunca heredero de estos ritos invernales antiguos. Sorprendente por la rapidez en la que se ha hecho famoso el Ramo Leonés de Navidad, aunque no fuera de Navidad; pero lógico”.

La diferencia entre el objeto y los ritos

Aquí entramos en la cuestión que más hay que destacar del proceso de resignificación del Ramo Leonés como decoración navideña. Su uso tradicional era para otro tipo de momentos. Se usaba para celebrar algún momento especial (incluso bodas). Y como la gente de antaño no tenía casi ni para vestirse, utilizaban el mismo objeto decorado de formas distintas (sea con flores, con cintas, con lazos o con prendas de vestir) con diversos rituales. Vamos, que no tenían dinero para comprar uno cada año (o muchos) como podemos hacer ahora.

Esto significaría que cada pueblo en León tendría un objeto de propiedad comunal guardado en la iglesia o en la casa de los mayordomos (los que lo cuidaban) para usarlo cuando fuera menester. De ahí viene la cantidad de formas distintas que tienen en León estos bastidores: el más popular es el triángulo, como forma más cercana al árbol (o dos, uno encima del otro; o tres, como en Laguna de Negrillos); circulares y policromados como en Omaña, también llamados 'de rueda'; de paso procesional como en La Cabrera; de Mariquitina o estrellado (que recuerda al Sol Invictus); de rastrillo agrícola en Maragatería; de Estructura de San Esteban en Laciana; o directamente en su forma original vegetal en el Bierzo. Y decoraciones distintas, tanto por zonas como por rituales, como por ejemplo los vestideros (decorados con prendas de vestir) del Páramo, Villadangos o Tierra de Campos.

El objeto es en esencia el mismo, pero los ritos y su decoración son distintos. Los rituales cambian dependiendo de la zona, el uso y el momento; pero parece ser que mantienen también una estructura similar. El Ramo se pasea en procesión hasta la iglesia, se pide permiso para entrar, se procesiona dentro con un cántico y luego se realizan ofrendas variadas, como la entrega de velas, fundamentales para poder iluminar los templos en aquellos tiempos en los que la humanidad no conocía la electricidad. Sin olvidar que, en esencia, el propio objeto denominado ramo es una ofrenda en sí mismo al encabezar la procesión de cara al altar.

Así, no se debe confundir la entrega de velas o de roscas o de otro tipo de enseres como la única ofrenda. El ramo se ofrece a Dios, porque se va cantando con él dentro del templo (lo cual es en sí misma una oración popular, una oratio cantada) yendo por delante mirando al Señor. El objeto es ofrenda y las demás, también, pero puntuales dependiendo del ritual; así que las conexiones entre los diversos ramos que la humanidad usa desde la antigüedad se deben observar sobre el objeto y no sobre lo que se ofrece cuando se usa ritualmente por un motivo o momento determinado.

Porque si tuviéramos que negar que el Tenebrario de Semana Santa es primo hermano del Ramo Leonés –“si no es primo hermano, es primo segundo porque son objetos extraordinariamente similares con su forma triangular y las velas”, significa César García Álvarez y confirma el propio Instituto Leonés de Cultura en sus publicaciones sobre este objeto– como reclaman algunos extraordinarios defensores del Ramo Leonés que no lo conocían hace 15 años, “porque no se usa el mismo rito con uno y otro”... nos encontraríamos con un gran problema.

Tendríamos que decir que el que tenemos en nuestras casas para enorgullecernos de la Navidad leonesa, el que ponemos de metros de altura en nuestras plazas sin introducirlo en los templos, que es un mero objeto decorativo sin ritual sagrado ni civil de ningún tipo... “no se parece en nada ni tiene relación con el Ramo Leonés tradicional”.

Y eso, aparte de ir contra la Lógica básica, sería algo que sí que enfadaría monumentalmente a los leoneses. Porque les quitarían el significado íntimo de lo suyo, lo que son como pueblo.

Etiquetas
stats