'El vuelo de los delfines', de José Ignacio García
Un pintor de brocha gorda que poco pinta en la vida de su mujer, un gordo bonachón que trata de bajar de peso, una admirable peluquera cornuda, una admirada economista de banco lastrada por sus padres dependientes y su marido celoso pero tan anodino como un pan sin sal, una mujer avanzada, liberada y agresiva llamada Lluvia, pasiones, reencuentros, crisis existenciales, decisiones que pueden cambiar el rumbo de toda una vida…
Y la crisis de los cincuenta mirada narrativamente con honestidad!
En efecto El vuelo de los delfines es una metáfora de la superación, es el modo en que se alzan quienes son capaces de remontar una verada vital para alzarse de nuevo, es una novela realista repleta de finura psicológica y mimbres de epopeya cotidiana, es una historia de historias, una agrupación de personajes, solidariamente trenzados como una alfombra de nudos…
Conocíamos mucho la literatura de Ignacio García en cuanto que escritor de cuentos, pues poco a poco José Ignacio García se ha convertido en uno de los mejores autores de cuentos de Castilla y León (sus mejores volúmenes son Entre el porvenir y la nada, 2009, premio Miguel Delibes; Algunas historias no sirven para escribir canciones de amor, 2020; La memoria de los crisantemos, 2022, y Donde siempre es invierno, 2024). Y ahora va y se nos revela de modo apoteósico con su primera novela justo en el momento en el que Woody Allen ha publicado también su primera novela (ninguno de los dos nos ha engañado; aunque las solapas hablen de primerizos nosotros los tenemos a ambos por narradores muy consumados).
Todo empieza con una dedicatoria equivocada en un libro regalado… Tras un pórtico preclaro y de prosa cristalina homenaje al maestro de narradores Rubén Abella titulado Nada habría sido igual sin la lluvia, la novela se estructura en tres secciones (Remordimiento, Resurgimiento y Reencuentro) que dan cuenta de manera tan resonante como psicoanalítica de que estamos ante una novela sobre la humana capacidad de superación, nos adentramos en una novela realista ideada mediante la técnica de los personajes cruzados, redactada con prosa musical y cristalina y ambientada en la actualidad y la cual pone el foco en personajes que transitan la primera madurez.
Caleidoscopio o novela de personajes independientes (llega uno a querer a Julián, Estrella, Lluvia, Yoli, Selma, Ángel, Noemi, Leo, Desi, Moi y Loyola), los cuales se encuentran de modo subrepticio, casi simbólico, como en La ruina del cielo de Luis Mateo Díez pero en versión realista, o como en La Colmena de Camilo José Cela en versión castellana, contemporánea y lírico-tierna en vez de tremendista, se ha de destacar de ella la destreza estructural que hace que esto sea una novela con muchas novelas dentro, siguiendo el paradigma cervantino.
¡Pero se ha de destacar más todavía el logrado tono moral entre amoroso y humanístico que el autor ha logrado en esta novela con su prosa sin estridencias pero asombrosamente delicada!
Asistimos de hecho al fluir de la conciencia de estos personajes (todos hombres y mujeres que rebasan la cincuentena y siguen debatiéndose con la vida de modo raudo), y nos va llevando, más que el galope argumental o la dosificación de información, el gran poder evocador del autor, así como su dotado sentido de la depuración estilística no exenta de humor y de temblor.
Después de los cincuenta también hay vida (acaso la hay más que nunca), y es una vida de mucho vuelo…
Es el vuelo de los delfines.