Próxima estación: Rabia y Esperanza
Si hacen el favor, les voy a pedir que hagan un ejercicio de imaginación. Las personas que habitamos este país llamado España acudimos a las urnas en junio de 2026. En agosto, tras un pacto entre el partido creado por un diputado franquista de nombre Manuel Fraga Iribarne (la Alianza Popular que se convirtió en el actual Partido Popular) y el partido de Santiago Abascal Conde, ese hijo adolescente que tiene que demostrarle al padre que es más de derechas que él (Vox), la derecha extrema y la extrema derecha llegan al Gobierno de España.
Seguimos imaginando. En octubre, la cúpula del PSOE de León, encabezada por su secretario general, su exsecretaria de organización y actual número uno del PSOE de Castilla y León tras la dimisión de uno de Soria debido al descalabro electoral de su partido en las autonómicas, el presidente de la Diputación de León, la vicepresidenta tercera, el exsubdelegado del Gobierno, más todas las personas afiliadas a las que el secretario general del PSOE de León les prometió un cargo, se manifiestan por el centro de la capital leonesa exigiéndole al gobierno central la llegada del tren de La Robla a la conocida como estación de Matallana.
Esto que les acabo de plantear quizá no sea tan distópico, o no tanto como las escusas que nos están poniendo a las personas que habitamos este rincón del noroeste. Hace no mucho, el presidente de la Diputación Provincial vino a decirnos, con otras palabras, que teníamos complejo de simios y que no resistiríamos la tentación de ver una catenaria y subirnos a ella. Otra de las excusas es que no hay ningún ejemplo en toda Europa ni en la Vía Láctea similar al de León, y esto no sé si lo hace por ignorancia o por obediencia al ministro de Transportes, el mismo que cuando era alcalde de Valladolid se manifestaba con los vecinos solicitando el soterramiento del tren, pero cuando su partido llegó al gobierno y él al ministerio, dejó de pasearse por allí.
El expresidente del consorcio del Ponfeblino, Alejandro Campillo, en su cuenta de X puso dos ejemplos claros de como el tren podría volver al centro de León. Uno con el modelo Stadler 5000 de FGV y el otro con el tranvía utilizado en la ciudad alemana de Nordhausen. Una persona que prefiere mantenerse anónima, indica que tanto el ramal que une Pontevedra con el puerto de Marín como el tramo que une Lleida con La Pobla de Segur entran y salen a diario de la Red Ferroviaria de Interés General (RFIG) para adaptarse a sus necesidades y no existe ningún problema, lo único que hace falta es voluntad política. El anuncio de la semana pasada de tapar las vías es una gota más de tantas, pero quizá esta sea la que haga rebosar el vaso. Catorce años de promesas incumplidas son demasiados, y la necesidad de vertebrar un territorio maltratado y olvidado con el cierre de la minería del carbón se hace más que necesario.
El PP ahora reclama, pero tampoco hará nada
En ese ejercicio de imaginación que les pedí al principio, piensen que los cargos del Partido Popular que hoy se manifiestan y solicitan en el Senado la reapertura del tren del oeste, cuando estén en el gobierno no lo harán. Quizá solo alcen la voz los cargos de la UPL, eso si no les coincide con ninguna feria que tenga aparejada una comilona. En el documental Carbón, que emitió TVE, un exminero de la MSP, Emilio Santiago Calasio, dijo lo siguiente cuando se le preguntó por qué no tenía miedo a hablar: “Porque no tengo el culo arrendado. El día que no pueda expresar lo que siento, es que ya comí algo que no era mío”. Entiendo que ahí radica el problema, en deberse a quién te puso en el cargo y no a tus vecinos y vecinas. Cuando no tienes a donde volver después de ocupar un cargo público, o si lo tienes, pero es muy precario, comulgas con ruedas de molino, para desgracia de las personas a las que dices representar.
No, que el tren llegue a Padre Isla no es imposible, como tampoco debería ser imposible viajar en tren desde Astorga a Extremadura. Esta semana nos dejaba Roberto Iniesta (el mítico líder de Extremoduro), que vivía a caballo entre Bilbao y Plasencia, final de trayecto del tren de La Robla y del tren del Oeste. Que podamos ir a ellas subidos en un tren, en definitiva, depende de nuestra capacidad de lucha.