La presidenta del Congreso de los Diputados y los leoneses

Armengol habló de las Cortes Leonesas de 1188 durante la apertura del Congreso.

Que no quede tan sólo en simple alusión al parlamentarismo que nuestros antecesores crearon. No es que lo mío, lo que propongo, asuntos autonómicos sobre los que vengo escribiendo, deban ser más tenidos en cuenta que otros mejor escritos, tal vez con mayor mordiente, aunque presumo de más insistencia, temiendo que pase como “algo más de queja de este pesado”, no es lo que más inquieta, sino poder comprobar que de poco sirven, ni siquiera cual aldabonazo, para unirnos y proceder al rebote como sociedad maltratada autonómicamente.

Y viene la entrada reflexiva, a que ayer en cuanto escuché con gran atención el principio del discurso de la presidenta del Parlamento, con sorpresa y hasta cierto grado de emoción, pues no era un apunte sobre el 1188, sino algo bien construido y relatado, asumiendo que si estaban todos allí (bien llenos los escaños) abriendo otra legislatura, los leoneses habíamos puesto en evidencia en todo el mundo, hace ochocientos años, que el pueblo debía estar en las tareas de gobierno, por derecho propio. Mi primer movimiento fue:

Lo digo con gran cautela, hacer aparecer como una noticia diferida, la colgada en un medio de gran amplitud, internet, con la sana intención de que no se quedara flotando, después de haber cosechado me gusta en mayor o menor cuantía de la esperada. Por interés general, al que me sumo, hoy domingo a cuatro días vista, coloco aquí, con la venia de este medio, y agradecido, lo que propuse en algunos grupos que nos atañen a los leoneses, y de vez en cuando pongo o propongo algo en ellos. No sé si se captaron bien mis deseos.  

Una carta al Parlamento

Tras proponer un enlace donde se podía escuchar el arranque del discurso aludido, pasaba a escribir un alerta y una propuesta en un todo, decía así: “Escuchado esto, leoneses, sería muy bueno que el asociacionismo sociocultural mandara conjuntamente, de inmediato, una carta a la presidenta del Parlamento español actual, para que lo dicho por ella en la apertura de la nueva legislatura, sin más dilación fuera tenido en cuenta, y a los leoneses, sufridores hasta hoy, se les diera cauce, en virtud de la democracia parlamentaria a la que aludía, al ejercicio democrático constitucional que permitiera, nos permitiera a los leoneses, aparecer como pueblo libre, pensando en acceder a nuestro autogobierno”.

Qué suponía esto, pensaba, y sigo con ello en la mente, pues que si la hacíamos llegar una misiva bien pergeñada y mejor robustecida con firmas, inmediata para que no se enfriara el horno, y entraba como tal, bien registrada en el Parlamento, y lograra alcanzar la condición de documento reivindicativo se podía atender en sesión parlamentaria oportuna. Supongo que no sería del todo la vía reglamentaria. Pero era el pueblo, el pueblo leonés, el que, ante la incapacidad de hacer valer sus derechos, por la negativa de los partidos, en especial las facciones de éstos más castellanizadas, acudiéramos como pueblo en súplica reivindicativa al parlamento que ella preside. 

A la presidenta no le debió ser difícil conseguir la documentación que avalara y estimulara su discurso, la socialista anterior presidenta, Meritxel Batel tenía en su poder un amplio dossier, que le había sido entregado por un grupo de leoneses, del que ya hemos hablado en este medio; recuerdo en especial haberlo comentado, cuando estuvo aquí en San Isidoro con un grupo de parlamentarios europeos. También el Rey, Felipe VI, que ayer, presidiendo el acto estaba, aquí se enteró, así como en documentos hechos llegar a la Casa Real. Me gustaría saber lo que ayer, al volver a escucharlo, pudo pensar, en cuanto a que un joven rey, Alfonso el VIII de León... ¡¡¡Invitara al pueblo a las tareas de gobierno!!! Lo que era de mucha más enjundia, que tremolar el pendón real, que aquí en León, a él se le había solicitado y no se efectuó.  

El pueblo leonés, el heredero directo de los Decreta de 1188 como documentos máximos de aquel ensayo, luego consolidación en parlamentarismo, pionero en Europa, y ejemplo para el mundo, está en situación de abandono como tal, e ignorada en Europa nuestra región leonesa, debido al silencio o mordaza impuesto por el ente autonómico que nos constriñe; e inmersos en un declive socioeconómico, además del nulo reconocimiento identitario, que ha llegado al grado de intolerable, y acompañamos con indolencia.

Podía seguir en este empeño calificativo del ente, del gobierno, y lastimosa situación, mas, me iría con ello por las ramas en esta ocasión, pues desvirtuaría un tanto lo que proponía en el mensaje colgado, ese que cité y he reproducido, para ver si en este medio tiene mayor acogida o suerte, o se llega a demostrar su futilidad. La acogida ya está conseguida, lograda sin presión alguna, con interés manifiesto, para que, aun siendo a título de ensayo, por mi parte, los lectores participemos en un posible foro de opinión del que pudiera salir una carta hacia la presidenta.

Recordemos, Francina Armengol, balear y socialista, quien continuó aludiendo al diálogo y al compromiso del pueblo de entonces, y hoy puesto en manos de los representantes parlamentarios, deben seguir siendo válidos para la justificación de los acuerdos de investidura de una nueva legislatura, en base democrática. ¿Pero, señora presidenta, a los leoneses de hoy, por qué nos quieren seguir cerrando todas las puertas?

Un considerando para cerrar hoy: el discurso empezó con el recuerdo histórico referencial a un pueblo, el leonés, y a un acontecimiento que tuvo lugar en 1188 y protagonizaron nuestros antecesores leoneses. Sin duda muy de agradecer, tal como estamos sin voz y desdibujados. Por ello no lo podemos dejar que quede flotando en el limbo, hay que enmarcarlo darlo a conocer y acompañar de la correspondiente reivindicación, pues lo que siguió en el discurso, enumerando leyes y logros, que la derecha recalcitrante junto a la extrema, la de España una, grande y libre, desde el ¡YA!, empezarían a calificarlo de mitin partidista, que, sin duda, nos enmascara el momento de gloria. ¡El del citado recuerdo! ¡¡¡No dejemos que sea así!!!

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