Crónica de un fin de semana diferente en Villablino: cuando hacer caligrafía gótica resulta divertido

Taller de caligrafía gótica en Villablino.

Luis Álvarez


El inusual taller de caligrafía gótica celebrado en las instalaciones de Sierra Pambley en Villablino reunió a un heterogéneo grupo de personas que disfrutaron de una iniciación al arte caligráfico con el objetivo posterior de persistir cada uno ya por su cuenta en la práctica de lo aprendido.

La cita tenía previsto un mínimo de diez participantes para poder llevarse a cabo, y se superó ese límite mínimo porque más de la mitad de los asistentes llegaron de fuera de la comarca de Laciana: en concreto, cinco de León capital, una de Babia y otra de La Coruña, con doble residencia en el Bierzo, y los otros seis locales.

Si pueden sorprender un poco las procedencias, más lo pueden hacer las motivaciones: unos por pura curiosidad, otros porque aman la letra bonita, otros con actividades dedicadas a la ilustración, la joyería o el diseño, porque esto puede significar un nuevo incentivo para ellos, algunos por su gusto por los pinceles y la práctica de la pintura o simplemente como un reto personal para saber hasta donde cada uno puede llegar.

La misma heterogeneidad en las profesiones, jubilados, profesoras de idiomas o matemáticas, pintoras, amantes de las manualidades y las artesanías diversas. Llenaron el aula, que en nada se asemejó a los silenciosos scriptoriumde los monasterios medievales.

Los comentarios, los intercambios de opiniones, el agradable, divertido y distendido ambiente del grupo y su profesora, la calígrafa Valle Camacho, hicieron que las horas transcurriesen rápidas y el fin de semana se extinguiera sin tener en ningún momento entre los participantes la sensación de hipotética pesadez de una tarea lenta y de paciencia, en la que se aplicaron con la intensidad que requería el ajustado horario.

Sin pretender convertirse en amanuenses silenciosos volcados cada uno sobre su propio escritorio, la experiencia y los consejos de la profesora puede que creen en los domicilios particulares un rinconcito personal para seguir practicando el arte caligráfico. Y que los buenos recuerdos vuelvan a lograr reunirlos en ocasiones futuras, que en intenciones así lo manifestaron casi todos.

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