Pagos en metálico: cuando los mineros de Laciana celebraban cada año 15 veces el 'día de la madre'

Una nómina de ayudante minero de 1974

Luis Álvarez

Villablino —

Hace ya al menos cuarenta y cinco años que las tres mayores empresas mineras de Laciana, Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), Hijos de Baldomero García (HBG) y Hullas del Coto Cortés (HCC) dejaron de pagar los salarios a los trabajadores en mano

MSP pagaba las nóminas a sus trabajadores el día 10 de cada mes en las oficinas de los distintos centros de trabajo de la empresa, que esos días eran un auténtico hervidero de personas yendo y viniendo, con caras de satisfacción o enfado según la percepción de cada uno.

Se hacían efectivos los salarios en las mañanas hasta después de la salida del primer relevo del día. Por aquel entonces solo existían dos relevos, uno con entrada a las ocho de la mañana y salida a las tres y el segundo con entrada a las tres de la tarde y salida a las diez de la noche. Y los especiales nocturnos de mecánicos, mantenimiento y artilleros. Los pagadores de cada dependencia de la empresa iban siempre con la escolta de una pareja de la Guardia Civil.

Los trabajadores recibían primero sus nóminas y luego pasaban a recoger el sobre amarillo con el membrete de la empresa y su nombre escrito en el exterior que contenía el dinero correspondiente, que los pagadores ya habían preparado el día anterior.

El mismo proceso en el resto de las empresas más grandes del sector Hullas del Coto Cortes, que hacía los pagos en Caboalles de Abajo y en Cerredo (Asturias) e Hijos de Baldomero García, empresa en la cual desde la oficina en Caboalles de Abajo subía su pagador hasta la mina en la Vega del Palo, en Caboalles de Arriba, para hacer efectivas las nóminas.

En MSP se dejó de pagar en mano a finales de la década de los años 70. Según comenta Tano, “recuerdo que en el año 1978 aún se pagaba en mano, pero la mayoría de los trabajadores ya empezaron a cobrar a través de los bancos”. Y detalla que las entidades bancarias con presencia en Laciana para animar a los trabajadores al cobro bancario “ofrecían regalos, vajillas, cuberterías o baterías de cocina” por abrir cuentas bancarias y domiciliar en ellas el cobro.  

Ya a principios de la década siguiente los pagadores habían quedado relegados al recuerdo. Y todos los consultados que vivieron esa transición de los sistemas de pago de nóminas, recuerdan como mucho más “gratos y agradables los días de cobro en mano”, llenos de calor y colorido convirtiendo esos días en una auténtica fiesta.

Entre los trabajadores, al día de pago, se le denominaba popularmente como “el Día de la Madre”. Unas madres que, por aquellos años de hace ya más de medio siglo, podían celebrar además de su fecha propia, otras catorce veces al año, al incluirse también en esa denominación las fechas de las dos pagas extras.

La vida laboral de un minero lacianiego en un archivador
La vida laboral de un minero lacianiego en un archivador

Anécdotas

Emilio de la Calzada publicó el 31 de diciembre de 2019 en su blog “Lembranza-recuerdos de infancia y adolescencia” un costumbrista artículo de Fede García González, en el que éste desglosa la nómina del mes dejulio de 1955 de su padre, que trabajaba de barrenista en el grupo Orallo-Bolsada de MSP Jirones XXII. 1964/65 Sexto Curso – Bachiller Laboral Superior. Primera parte | Lembranza

Leyendo este texto podemos deducir el origen del nombre del 'Dia de la Madre'. Y es que eran las madres las encargadas en la mayoría de las familias de gestionar la economía, lograr con su sabiduría y capacidad de administración estirar los limitados o amplios recursos dinerarios que llegaban al hogar. Casi siempre escasos desde la posguerra hasta los años 80.

Algo que nos han confirmado casi todos los trabajadores consultados. Cuenta por ejemplo Jesús, que cuando llegaba a casa con el sobre de la nómica y lo entregaba a su madre; “sacaba el dinero y lo ponía sobre la mesa, apartaba las monedas y me decía, ahí tienes para el mes”, pese a quejarse por lo escaso de su asignación, encontraba siempre la misma respuesta “es lo que hay”. Lo que tampoco impedía que quizá a lo largo del mes llegase algún extra.

Lo primero era pagar los gastos corrientes, pan, leche, huevos y algunas que otras compras hechas todas a crédito, con libretas en las que se anotaban diariamente los consumos. El resto, para comida, ropa, gastos de la casa, y el ocio como último recurso.

De las decenas de trabajadores consultados y que han accedido a narrar sus recuerdos a ILEON. Muchos recuerdan su primera nómina con la sensación de haber recibido por entonces con satisfacción y orgullo “un tesoro”, daba igual que fuesen, 200 (Laudino), 300 (Luis), 700 (Toni), 900 (Fernando) ó 3.000 (Marcelino) pesetas, sabiendo que del primero al último hay 25 años de diferencia y categorías profesionales distintas en cada uno ellos (pinche de exterior, economato, ayudante minero, ferroviario o trabajador de una residencia). El primer cobro dejó en todos ese recuerdo.

Como anécdota final recogemos un acontecimiento singular. En 1977 se produjo un cambio importante en el accionariado de MSP, el Banco de Santander cogió el paquete accionarial que tenia el Banco Central. Lo que motivó que cambiasen también las entidades bancarias que gestionaban el dinero de las nóminas, pasando de un banco a otro.

El primer pago que se hizo a través del nuevo proveedor financiero fue la nomina de noviembre de ese año. Las prisas en los cambios provocaron que dos empleados de la oficina del Banco de Santander en Villablino, el director y el apoderado en funciones, señores Valiño y Álvarez, bajasen el día 8 hasta la oficina de Ponferrada con sus vehículos particulares a recoger el dinero de las nóminas.

El monto fue de 477 millones de pesetas. Como un millón de pesetas en billetes nuevos de mil pesaba un kilogramo, podemos estimar que el dinero pesaba unos 500 kilos, pues también venían billetes de 500 y 100 pesetas, las dos únicas fracciones existentes en papel, además de monedas. El viaje de regreso con los dos coches con sobrecarga de peso y la escolta de una pareja de Guardia Civil circulando en un taxi tras ellos hasta llegar a Villablino.

La práctica de transporte del dinero que no era inusual. Pedro recuerda, que su padre hizo varios viajes a León con el taxi y una pareja de la Guardia Civil como escolta a buscar dinero, para luego dejarlo en la sucursal del Banco Central en Villablino y se usara para pagar nóminas y la actividad habitual de la entidad financiera.

 

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