Javier Pérez: “La Libertad no guía, sino que huye del pueblo”

Javier Pérez con su libro 'La Libertad huyendo del pueblo'

Jesús María López de Uribe

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) es un escritor leonés premiado en numerosas ocasiones que es conocido también por haber sido director durante 10 años de la revista universitaria Campus, en la Universidad de León. Sus galardones literarios abruman (ocho en novela), con hitos tales como el Premio Azorín de Novela de 2006, con La crin de Damocles, dentro de su serie de novelas negras e históricas situadas en los inicios del partido nazi durante la la República de Weimar, que continuó con La espina de la Amapola (2008) y El Gris (2010). Todas ellas conectan con la que acaba de publicar, La Libertad huyendo del pueblo, que narra el robo de un cuadro en el Louvre por los nazis y el intento de venta de la obra en la actualidad por sus descendientes para deshacerse de él en el mercado negro... con una elección de comprador más que problemática. Un más que buen regalo de Reyes para los amantes de la lectura y las historias rocambolescas y divertidas.

Pero no sólo se dedica a la novela negra histórica. También ha trabajado el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se ha consideró poeta. Entre sus galardones se encuentran novelas satíricas como El secuestro del candidato, un thriller político en el que se mezclan el humor negro, la trama policíaca y la crítica social (Premio Ciudad de Badajoz en 2011), Indicios, evidencias, pruebas y patadas en el culo (Premio Baltasar Porcel en 2018) y El caso de la culpa en conserva (Premio Encina de Plata de novela corta, de Navalmoral de la Mata en 2018). Ha recibido también dos premios de ensayo y una veintena por relatos cortos que él mismo explica en su página web.

Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de dos mil artículos en los últimos veinte años. Escritor imparable, su pluma vuela a la hora de componer un artículo. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diario La Crónica – El Mundo, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Como escritor freelance ha publicado decenas de artículos en diversas revistas y medios, y en la actualidad es colaborador en la Tribuna de Opinión en ILEÓN con su columna semanal Trece Escalones.

Pero su última novela ha sido protagonista en las últimas semanas por una curiosa coincidencia. La escribió sobre un robo de un cuadro de Botticelli, convenientemente desaparecido en su momento... y éste acaba de aparecer. Hablamos con él sobre esta casualidad y el por qué de escribir esta curiosa, socarrona y divertida historia.

¿Cuál ha sido el motivo de escribir 'La Libertad huyendo del pueblo'?

Para escribir una novela el motivo es casi siempre que has tenido una idea que quieres comunicar, o una historia que te apetece contar. En mi caso, tenía un montón de papeles de otras investigaciones históricas y me pareció que todo lo relativo al arte podía dar para una historia diferente, no basada en la política y en las condiciones económicas o sociales del momento. Además, había hablado mucho de cómo llegó el nazismo al poder, pero no de cómo había sido la vida cotidiana en un país ocupado, y también tenía mucha documentación interesante sobre eso. Esa época es verdaderamente increíble en hechos y caracteres humanos.

¿Y cómo te sientes cuando a primeros de diciembre, un mes después de publicarse tu novela, se ha encontrado el cuadro protagonista, 'Virgen con el niño' de Botticelli? Que supongo que convenientemente habías escogido por estar desaparecido...

Eso me pareció impresionante: una casualidad tremenda. Busco un cuadro en un catálogo de obras desaparecidas, escribo una historia de ficción sobre sus peripecias, y tres semanas después de publicar la novela, aparece el cuadro, por supuesto con su propia historia y sus propias vicisitudes, que nada tienen que ver con las que yo le había atribuido en la ficción... y tiene que ser el mismo cuadro. ¿No es increíble? De todos los miles de cuadros desaparecidos que hay tiene que aparecer precisamente ese. No me fastidies...

Y es que ya es la segunda vez que me pasa con esta novela. En principio iba a escribir una historia diferente, titulada 'El funcionario de Propaganda', en la que contaba cómo un funcionario del ministerio nazi de propaganda escamoteaba algunos de los cuadros que le confiaban para subastarlos o que habían sustraído aquí y allá, y entonces, cuando tenía unas cien páginas, apareció el caso Gurlitt, que superó con creces, pero a lo grande, la historia que yo había imaginado. Es muy larga para contarla aquí, pero se puede encontrar mucha información sobre este rocambolesco caso en la red.

O sea, que, por dos veces, la casualidad ha venido a toparse con esta novela. Por eso la dedico “a tomar por saco”. ¡Qué barbaridad!

Nazis otra vez. Ya llevas unas cuantas novelas de este tipo, como la premiada 'La Espina de la Amapola'. ¿Qué es lo que te atrae de esa época?

Ahora, la cantidad de documentación que tengo reunida sobre la época y la inquietante impresión de que algunas actitudes empiezan a estar presente de nuevo en la sociedad. Al principio, cuando en los noventa comencé a investigar sobre la época y a entrevistar personas reales, la impresión de que esa época suponía un punto de inflexión sin retorno en la historia de Occidente. Siempre he creído que el comunismo es un aquelarre de racionalismo y el nazismo es un aquelarre del romanticismo. Y el enfrentamiento entre los monstruos creados por ambos movimientos es como el último asalto, salvando las diferencias, entre Aristóteles y Platón. Una especie de lucha eterna. Ahí encuentro yo el atractivo de la època.

Siempre he creído que el comunismo es un aquelarre de racionalismo y el nazismo es un aquelarre del romanticismo. Y el enfrentamiento entre los monstruos creados por ambos movimientos es una especie de lucha eterna

Cuentas en el libro que los franceses comenzaron a sacar obras de arte del Louvre antes de comenzara la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué crees que fue así?

Francia comienza a evacuar el Louvre en el verano de 1938, más de un año antes de que empezase la guerra y cuando se había firmado un buen puñado de acuerdos de paz. Las razones se siguen debatiendo y a pesar de todo lo que he leído sobre el tema, en especial en la prensa de la época, el caso es que, personalmente, no tengo una idea clara de cual pudo ser la causa real de semejante iniciativa. O el gobierno francés tenía datos sobre un inminente inicio de la guerra, que no se produjo, o planeaban empezarla ellos para cobrarse los atrasos de Versalles, aunque al final no lo hicieran. Tiene que ser una de estas dos cosas, creo yo. También hay que tener en cuenta la situación política de Francia en aquellos años, mucho más cercana a nuestra guerra civil de lo que normalmente parece. Insisto en que no lo tengo claro y me parece muy llamativo. De hecho, fue el desencadenante de la novela. A partir de ese dato pensé que se podía contar una historia interesante. ¿Qué estaba pasando en Francia? ¿Qué clase de situación existía en el país antes de la guerra y durante la ocupación alemana?

¿Ese pintor español del que hablas... tiene alguna referencia en el mundo real?

Tiene muchas, como todo personaje. Tiene trozos de Picasso, por comunista español exiliado que no tuvo problemas en permanecer en París durante la ocupación, tiene algo de Dalí por el dandismo, tiene algo de otros muchos... el papel del mundo de la cultura durante esos años fue terriblemente ambiguo, especialmente entre los que se quedaron a vivir en la Francia ocupada. Porque la ocupación no duró tres semanas, sino cuatro años, y hay que vivir. Y además, en ese sentido, el nazismo y su ministerio de Propaganda eran era muy peculiares. Por ejemplo, publicaron El extranjero, de Camus, cuando la obra había sido censurada y rechazada por todas las fuerzas conservadoras. Fomentaban el Cabaret, el cine, el teatro, la música, las revistas culturales, el destape y hasta la prostitución. O sea, todo lo que avivase la diversión y la fiesta, para que la gente no pensase en unirse a la Resistencia. Pan y circo. Y como pan no había, el ministerio nazi de Propaganda no escatimó en circo. Así que todo el mundo de la cultura, de los espectáculos y de las artes, se vio de pronto en medio de una oleada de prosperidad y ebullición artística fomentada por los ocupantes. Una verdadera locura que hoy es muy difícil de entender pero que para los ocupantes tiene toda la lógica. Por eso la editorial eligió para la portada del libro la frase “donde hay diversión no hay revolución”. Era una especie de consigna del Ministerio de Propaganda.

Los nazis en la ocupación de Francia fomentaban el Cabaret, el cine, el teatro, la música, el destape y hasta la prostitución. O sea, todo lo que avivase lo de "donde hay diversión no hay revolución" para que la gente se uniera a la Resistencia

¿Cuánto arte 'perdido' tras robarlo los nazis se habrá vendido en el mercado negro?

Ni idea, pero seguro que montones y montones de obras. Algunas han ido apareciendo, como toda la barbaridad de obras que escondía Gurlitt, y otras irán apareciendo con los años. Y también están las que están a buen recaudo y se atribuye su desaparición a los nazis, o a la guerra, porque una época así lo resiste todo.

De todas maneras, también te habrás documentado y más de alguna que otra cosa, por increíble que parezca, se basará en un hecho real. ¿Cuál es uno de los más surrealistas en los que te basas?

Los hechos, para mí, más surrealistas en los que he basado la novela son la evacuación del Louvre en 1938, que como ya dije antes no alcanzo a comprender del todo, el escrúpulo alemán por robar cuadros famosos, porque encontraron los depósitos en Chambord y otros castillos y no se llevaron casi nada, y las cifras militares y económicas de la ocupación, que no me cuadran en absoluto, pero que son ofrecidas por todas las fuentes de todos los bandos. La otra cosa que me pareció realmente llamativa era el modo de administrar un país tran grande como el tuyo. El tema de cómo eligieron los gobernadores de las ciudades y cual era su papel me pareció algo digno de mención al tiempo que una auténtica locura. ¿Pero qué hacer cuando un país de 70 millones de habitantes acaba de conquistar Dinamarca, Bélgica, Holanda y Francia, que suman casi 90 millones? ¿De dónde sacas personal para la administración si a tu gente la tienes en el frente? No es de extrañar que pasara lo que pasó. De eso hablo también en la novela.

En toda tu obra hay muchas novelas basadas en los años 30 y 40 del siglo XX, muy relacionadas con los totalitarismos, la Segunda Guerra Mundial e incluso con la Guerra Civil Española ('Violín negro en orquesta roja' que recibió el Premio Ateneo de Valladolid en 2015). Ahora pareciera que estos temas están de moda, pero tú empezaste muy al principio, consiguiendo hasta premios. ¿Hay relación entre esta novela y alguna anterior?

No hay más relación que la que pueda haber entre dos novelas de un mismo autor que se interesa por una época y una situación determinada. Me parece un momento extraordinaro que habilita historias fuera de lo ordinario. Lo obvio y lo esperable son piedras mudas.

La novela puede parecer histórica, pero también tiene su punto humorístico en su conjunto. Eres un escritor que juega mucho con situaciones chocantes. ¿El humor es importante para contar cierto tipo de temas que no se pueden abordar desde lo serio?

El humor es importante para casi todo. Y en las situaciones trágicas, la gente se ríe o revienta. Ahora, para algunos está más de moda reventar y asumir el papel de víctima, rentabilizando la tragedia. Yo soy de otra época y prefiero reírme.

¿Y cuál es la aventura de los protagonistas y el cuadro? Porque intentar deshacerse de una pintura robada de una virgen y un niño en un lugar donde la religión no ayuda... precisamente no ayuda.

Esa aventura sucede ya en nuestros días. La segunda parte habla cómo los nietos del nazi quieren deshacerse del cuadro para convertirlo en dinero, pero cada mentira tiene su propia deuda con la verdad y cada trampa paga su peaje. Intenté abordar lo que era el mercado del arte robado, y ahí sí que hay para risa, tragedia, comedia y sobre todo farsa. Y no, no ayuda nada que el cuadro sea una imagen religiosa. Sólo causa más problemas, que era lo que yo quería al elegir precisamente ese cuadro.

La segunda parte habla cómo los nietos del nazi quieren deshacerse del cuadro, pero cada mentira tiene su propia deuda con la verdad. Intenté abordar lo que era el mercado del arte robado, y ahí sí que hay para risa, tragedia, comedia y sobre todo farsa

¿Qué crees que interpretará el lector de la historia? ¿Tiene moraleja? Por qué deberían comprar tu novela, que para eso has venido aquí, vaya...

Cada lector interpretará una cosa, o eso espero. Pero sí, hay unan moraleja, y es irónica. Puedo decirla sin desvelar la trama: “los cabrones no se inventaron ayer”. Y es que, lo que me gustaría transmitir a los lectores es que no, de ninguna manera tenemnos derecho a juzgar a nuestros abuelos por las decisiones que tomaron, y que no, de verdad que no somos más listos que ellos, ni tomamos mejores decisiones que las que se tomaban hace dos, cinco o siete generaciones. A veces se cae en la tentación de pensar que, como venimos después, nuestra opinión puede corregir o enmendar la suya. Y no, de verdad que no. Ellos hicieron lo que hicieron en su turno, y más te vale mover ficha en el tuyo.

Ah, y mi novela promete diversión. No sólo historia intriga. Por eso podría comprarla quien quiera las tres cosas a la vez.

Y por último: ¿Por qué ese peculiar título para la novela? ¿Y lo de “donde no hay diversión no hay revolución”?

Lo de la diversión y la revolución, ya lo expliqué: es una consigna del ministerio nazi de Propaganda. Aumentar la diversión para que la gente no se pase a la Resistencia.

El título viene de un momento en que contemplan el famoso cuadro de Delacroix, la libertad guiando al pueblo. Cínico, el funcionario nazi de Propaganda, señala a sus acompañantes que él ve una mujer con la ropa echa jirones y un grupo de hombres detrás. Y afirma: “No los guía. Huye. La libertad siempre huye del pueblo”.

Si quieres comprar La Libertad huyendo del pueblo puedes hacerlo en tu librería de cabecera, para estimular el comercio de barrio, o, si no fuera posible, pinchando aquí.

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