El festival 'Bajo tierra' lleva nueve propuestas escénicas a bodegas subterráneas de cinco pueblos leoneses

'La buena letra', de El mono habitado.

Redacción ILEÓN / Agencia EFE

El festival 'Bajo tierra, artes de lo mínimo' regresa una edición más del 30 de julio al domingo 4 de agosto con nueve propuestas de microteatro y artes afines de otras tantas compañías procedentes de León, Castilla la Mancha, País Vasco, Extremadura y Madrid que tendrán lugar en bodegas subterráneas de las localidades leonesas de Grajal de Campos, Algadefe, Gordoncillo y Valderas, a la que este año se suma Toral de los Guzmanes. Las entradas, a un precio de 2 euros, podrán adquirirse en las oficinas de turismo de los ayuntamientos participantes o por teléfono además de en los días de las actuaciones.

El festival está programado por el Centro Dramático Leonés y patrocinado por el Instituto Leonés de Cultura (ILC) de la Diputación Provincial junto a los ayuntamientos mencionados y cuenta con un presupuesto que supera los 30.000 euros.

Así, el festival se iniciará el 30 de julio, en la Bodega de Tomás de Toral de los Guzmanes, con And the Oscar should go to, La teoría del todo y Aire de París, en Microteatro: tres historias, tres espacios; el miércoles, 31 de julio, en el Castillo, Grajal de Campos con El conserje, de Unai García Amaro; el jueves día 1 de agosto, en la Bodega Familia Paramio de Algadefe con Mamá gallina, de Pez Limbo; el viernes, 2 de agosto, Bodega la Vita de Gordoncillo con ¿Espinazo o callos?, también de Pez Limbo; el sábado 3 y domingo 4 de agosto, en distintos puntos de Valderas como Casa Varela (La cabina de los espíritus, de Luis Boyano), Casa Arias (Sembrando historias, de Kamate Teatro), Casa Lobato (La buena letra, de El mono habitado), la Capilla Arco de Santiago (El bosón de Higgs: la partícula de Dios, de Alba Roben) y la Tienda el Baratillo (El conserje, de Unai García Amaro).

La duración de las representaciones de estas obras de microteatro oscila entre los 15 y los 20 minutos, por lo que contarán con diferentes pases que llegarán hasta los cuatro diarios por cada bodega en grupos de entre 25 y 30 espectadores.

Se trata de una forma diferente y única de vivir el arte escénico, con historias cargadas de emociones, risas y sentimientos no tan alejados de la realidad. Breves pero intensas, conseguirán que el espectador disfrute cada escena y se sienta parte de la misma al vivirla más cerca que nunca.

El festival intenta llevar al teatro en su totalidad como espacio escénico a lugares desconocidos para el espectador como son las bodegas tradicionales, que lo transportarán a situaciones tanto cotidianas como peculiares.

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