Una visita a los castillos bañezanos que protegían la auténtica Vía de la Plata

Castillo de Alija del Infantado. Foto: Santiago López Pastor (cc by sa 2.0)

Jesús María López de Uribe

Nada mejor que un buen refugio de verano para esconderse de la pandemia del coronavirus y después de haber pasado por la Tierra de Ordás en las postrimerías donde los ríos Luna y Omaña se juntan para dar nacimiento al Órbigo, nos dirigiremos a la zona Sur de la provincia, en las Tierras de la Bañeza.

El Sur de la provincia de León está marcado por dos itinerarios culturales fundamentales para entender su trazado y patrimonio arquitectónico y artístico: las vías desde el sur de España del Camino de Santiago y la milenaria Vía de la Plata entre Astorga y Mérida. La auténtica, no el Invent de la Junta de Castilla y León que ha retorcido la Historia y ha creado un Camino de la Plata mezclando el Camino Sanabrés con una falsa vía de la Plata y ha borrado el tramo entre Zamora, Benavente, La Bañeza y Astorga de la promoción turística.

Así que para darle un tironcín turístico, ILEÓN.com sí que apuesta por un tramín de la Vía de la Plata de verdad, a la salida de La Bañeza, por la carretera LE-114 donde se concentran en poco más de diez kilómetros, tres fortalezas relacionadas con los Quiñones, los mismos que los de Riolago de Babia, que sólo pueden estar situadas en esa posición para efectuar una especie de fuerte línea de defensa de la zona bañezana y Astorga en el límite de la provincia leonesa.

Lanzar un ejército sin haber conquistado los castillos que quedaban atrás era una verdadera locura, puesto que de estos podría salir una pequeña guarnición a guerrear contra su retaguardia y volverse a casa con el botín. Así que la disposición de tres en tan pocos kilómetros, de forma un tanto innecesaria, y todos propiedad de una de las familias más poderosas del Reino de León era un claro aviso: “Por aquí no se pasa”.

Villanueva de Jamuz, el hogar de Don Suero

La zona se encuentra a poco más de una hora de trayecto desde la capital de León, y saliendo desde La Bañeza nos encontramos con el castillo de Villanueva de Jamuz. El lugar donde vivió el célebre caballero leonés Suero de Quiñones, protagonista del Paso Honrosso, el más célebre torneo de la Edad Media española. Para visitar el interior hay que ponerse en contacto con el Ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz.

La parte más antigua del edificio de la primera mitad del siglo XV, incluida la torre del homenaje, se debe a Diego Fernández de Quiñones, el de La Buena Fortuna, y su esposa María de Toledo, condes de Luna a partir de 1462. Don Suero, el segundón, terminó heredando el Castillo y lo reformó y amplió. Aunque cuentan que ya debió haber una fortaleza original tras el fuero de población que concedió Alfonso IX de León en 1205 que su padre derruyó para construir este castillo.

De planta cuadrangular uno de los lados mide 38 metros y el otro 33, con cubos redondeados del que falta el del noroeste. El del sur tenía una tronera por donde se podían disparar cañones. Un sillar en la entrada marca el lema de Suero de Quiñones en las justas de Hospital de Órbigo: 'Honor o fin'. En el patio de armas se encuentra la torre del homenaje, de más de 20 metros de alto y que tuvo cuatro pisos más la terraza de atalaya. A Diego Fernández de Quiñones le gustaban las torres bien altas como se puede ver en la de Ordás.

Las primeras plantas servían para estancias de los señores y cámaras de reposo. En las paredes se aprecian saeteras sobre los que se sitúan los escudos de sus constructores. Mientras, las altas estaban destinadas a los criados que accedían a la terraza superior por escaleras de mano; o eso es lo que dice la documentación turística de él. Aparte de contar que “en 1496, los Reyes Católicos confiscan a Diego de Quiñones la fortaleza por ciertos desafueros que hizo a un criado del obispo de Astorga. Al año siguiente, solucionado el conflicto con el obispo, los Reyes Católicos ordenan su restitución”. Problemáticos eran estos nobles.

El castillo de Villanueva de Jamuz es de propiedad privada, aunque de vez en cuando en su interior se realizan algunos actos culturales.

Castillo de Quintana del Marco, la bella torre

Perteneció a la familia de los Lunas y los Quiñones. Dependía del mayorazgo de Villanueva de Jamúz y su construcción es del siglo XV. Se mantiene en pie su torre del homenaje, estando el resto en ruinas o invadido por algunas viviendas que aprovecharon sus estructuras. Ciertas fuentes apuntan a que la torre, que sí se conserva, tiene 12 metros de base, una ventana grande apuntada y otra geminada de arcos redondos, almenas y castilletes de avanzada que indicaban los fines guerreros de la fortaleza.

Es otra de esas altas atalayas que tanto gustaba a la familia, de planta cuadradada de 13 metros de lado y muros de mampostería que llegan a los 35 metros de altura. En la actualidad dicen de ella que está “bien restaurada, sigue altiva y elegante y se le ven sus claros fines defensivos. Se trata de una torre potente cuyos muros presentan una anchura de dos metros. Se caracteriza por poseer un torreón interno y cinco plantas. Actualmente se encuentra en buen estado y es actualmente una vivienda privada”.

“En la torre aparecen abundantes vanos y saeteras apuntadas, una ventana grande apuntada y otra geminada de arcos redondos, con un parteluz formado por basa, capitel y una columnita adosada a un pilar, almenas y castilletes de avanzada que indicaban la finalidad guerrera de la fortaleza. Lo que aleja este torreón del tradicional estilo arquitectónico y lo que lo hace verdaderamente singular es su coronamiento, compuesto por una batería de bellas ladroneras o balcones y una torre retraída en su cima llamada ”caballero“, presente en muy pocas fortalezas en España”, cuentan en la web Castillos del Olvido, que comete el sempiterno error de confundirlo con una fortaleza castellana.

La grandiosa fortaleza de los Pimentel, Alija del Infantado

En Alija del Infantado está el tercer castillo de la visita, que debería terminar sin duda en el Puente de la Vizana, sobre el río Órbigo controlado por la familia de los Quiñones en la provincia de León, límite con Zamora (en la verdadera Vía de la Plata y no en la que se ha inventado la Junta dejando de lado la provincia de León retorciendo la Historia hasta límites insospechados). Dicen de esta fortaleza que es un bastión de tapial de imponente grandeza que se atribuye al siglo XV. El castillo tiene forma de cuadrilátero de dimensiones majestuosas, con cubos en los ángulos y flanqueado por una puerta con arco redondeado.

La verdad es que impresiona ver sus muros. Fue construido sobre el primitivo Palacio de los Ponces del siglo XIII, que se conserva aún en su interior. “Existe una vaga referencia a un torreón defensivo de época romana, pero a falta de datos más concluyentes parece que la fortaleza se documenta ya en el año 931 e irá conociendo sucesivas reedificaciones y reformas (siglos XIII, XV y XVI). Fueron señores de Alija, entre otros, los Ponce, los Rodríguez Neyra, los Quiñones, los Pimentel, condes de Benavente y marqueses de Tábara, los duques de Pastrana y los duques del Infantado”, cuentan en la web referida párrafos más arriba.

Así, los últimos fueron quienes reconstruyeron lo que se muestra en la actualidad, atribuyéndose su construcción a Bernardino Pimentel Enríquez hacia 1514 (ya en el siglo XVI) dándole el toque monumental que se puede observar hoy. No hay que olvidar que los Pimentel eran los conde-duques de Benavente, una de las familias con más rancio abolengo de la nobleza española; como ejemplo de ello, uno de sus descendientes era el conde duque de Olivares (y también un Guzmán).

Durante la Guerra de Independencia el ejército británico, aparte de bombardear el puente de La Vizana, incendió en 1808 Alija y el interior de la fortaleza, donde estaba el palacio. Aún siendo aliado de España, esto ocurrió en su penosa y desordenada retirada que se conoció como 'la carrera a Galicia' del General Moore (que le costó la vida), y en la cual Napoleón Bonaparte casi les vence por primera vez en Cacabelos. Dicen que otro fuego inesperado en 1887 completó la ruina, y dejó inservible el Palacio de los Ponce.

Al menos a día de hoy la asociación de Amigos de los Castillos de España indica en su web que “a parte más antigua es la torre del Homenaje cuadrada y con almenas, aunque sólo conserva dos caras. Sólo un cubo se conserva original. El resto se está reconstruyendo”.

Para preparar el viaje:

  • Dónde comer: en casi cualquier pueblo de Tierras de la Bañeza hay una cantidad de restaurantes de altísimo nivel (donde se puede degustar, dicen, la mejor carne de vaca del mundo) y también en la zona de Alija del Infantado que se pueden consultar aquí.
  • Dónde dormir: no debería haber problema porque la zona tiene un montón de casas rurales u hoteles, se puede consultar aquí un amplio listado.
  • Qué llevar de allí: de Villanueva de Jamuz, al parecer las cebollas son de alta calidad, incluso tienen una feria; de Quintana del Marco, las roscas de pascuilla; y de Alija del Infantado, alubia de riñón. En La Bañeza hay de todo, sólo hay que preguntar en la ciudad para salir de allí con la bolsa llena.

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