Tres guisos de cuchara de León que prestan

Parte de los ingredientes de un cocido maragato.

Nuria V. Martín

Desde 1979, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una iniciativa impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Esta fecha tiene como objetivo principal reducir el hambre en el mundo, un propósito que también forma parte de la Agenda 2030 con su meta de hambre cero.

En este contexto, rescatamos de las profundidades de la tradición culinaria de León una de las recetas más simples y contundentes: los guisos, relatos vivos de la historia y la cultura leonesa. Desde la robusta olla ferroviaria, nacida en los vagones de tren hullero entre La Robla y Bilbao, hasta la variedad de cocidos que reflejan la sencillez y riqueza de la provincia, y el pote asturiano, que trae consigo sabores del Principado vecino.

La olla ferroviaria

Este plato, que también es una especie de ingeniería -de ingenio- es un testimonio de la resistencia y maña de los trabajadores ferroviarios, que metían la olla en la lumbre de la máquina del tren mientras se desplazaban el carbón a lo largo de la provincia y el noroeste, ofreciendo un sabor que lleva consigo historias de jornadas laborales y paisajes nevados.

Originaria de los antiguos ferroviarios de la línea del ferrocarril de vía estrecha (Feve) de La Robla, este guiso se convirtió en un aliado contra el frío norteño, alimentada por al carbón de nuestras cuencas mineras. Y hay ocasiones en las que se pone de moda su recuperación.

Los ingredientes, sencillos pero contundentes, incluyen alubias, chorizo, morcilla y panceta, cocidos muy lentamente para lograr un sabor inigualable. Había tiempo para la cocción correcta porque los viajes del tren eran largos. La clave está en su preparación: remojo previo de las alubias, cocción lenta y un reposo final que concentra los sabores. La olla ferroviaria representa no sólo un plato sino una historia de supervivencia y creatividad.

Cocidos leoneses

El cocido en León es un sello más de calidad, de sabor y de tradición. Buena parte del año, por no decir en todo el año, los diferentes tipos de cocido son el acompañamiento perfecto para el paisaje de buena parte de la provincia leonesa y no hay ocasión en la que no se haga la boca agua delante de sus diferentes platos e ingredientes, sean en el orden que sean.

De entre las muchas varidades de cocido de León provincia, que ya hemos destacado otras veces, como se puede comprobar pinchando aquí, podemos destacar tres bastante diferenciados: el cocido maragato, el cocido gordonés y el de arvejos. Cada uno tiene su singularidad, pero todos comparten un origen humilde y una riqueza en sabor y nutrición con productos de la tierra y de nuestros pueblos. La variedad de estos cocidos refleja la riqueza cultural y gastronómica de la provincia, uniendo ingredientes básicos para crear platos siempre reconfortantes y llenos de historia.

Pote asturiano

Aunque originario de Asturias, el pote asturiano ha encontrado su lugar en las mesas leonesas. Con fabas, chorizo, berza y patata, este guiso comparte similitudes con la fabada, pero se distingue por su delicadeza y la inclusión de berza y patata. Es un plato que invita a un viaje sensorial al Principado de Asturias, uniendo sabores y texturas en una experiencia culinaria única. La preparación del pote asturiano requiere paciencia y amor, cocinando lentamente para que cada ingrediente revele su carácter.

Todos estos platos, más que recetas, son relatos gastronómicos que hablan de la historia, la cultura y la identidad leonesa. La olla ferroviaria, los variados cocidos y el pote asturiano son ejemplos de cómo la gastronomía puede ser un puente entre el pasado y el presente, manteniendo vivas las tradiciones y reforzando el sentido de comunidad. En cada cucharada de estos guisos, se degusta la esencia de León, una provincia que se enorgullece de su patrimonio culinario y lo comparte con generosidad y calidez.

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