La aventura de ser mujer y abrirse paso en la ciencia desde León

María Fernández junto con compañeras en el programa ShemakesEU en FabLab León, fabricando textiles desde el hongo de la kombucha.

Nuria V. Martín

El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia se celebra el 11 de febrero de cada año. Esta iniciativa tiene como objetivo promover la igualdad de género en el ámbito científico y fomentar la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia en reconocimiento al papel fundamental que desempeñan las mujeres en la ciencia y la tecnología.

La UNESCO y ONU-Mujeres colaboran en la implementación de esta celebración. En este día, se organizan numerosas actividades y eventos en todo el mundo para destacar los logros de las mujeres científicas, inspirar a las niñas a seguir carreras en la ciencia y abogar por la igualdad de género en el ámbito científico.

FabLab León

“El término FabLab (que lo podemos encontrar junto o separado), nos estamos refiriendo a un término global, ya que los FabLabs somos LABoratorios de FABricación Digital que proveemos de recursos, herramientas y procesos de fabricación a toda persona que desee realizar un proyecto relacionado con la tecnología”, explica Nuria Robles, directora de Fab Lab León. Es posible que las personas que lean “Proyecto Tecnológico” piensen que se trata de algo complejo o que no es accesible, pero es todo lo contrario, asegura, porque precisamente los FabLabs hacen que la tecnología sea accesible a cualquier persona que llame a su puerta.

Es por eso que Neil Gershenfeld, el creador de los FabLabs, se refiere a estos espacios como los “LABoratorios FABulosos” en los que se puede hacer (casi) cualquier cosa. Además, pertenecen a una red de más de 2600 FabLabs con los que comparten el mismo código de conducta (Fab Charter), el mismo inventario, los mismos procesos de fabricación y trabajamos juntos compartiendo conocimiento. “Por esta razón es fácil replicar en un FabLab proyectos que han sido desarrollados en otro FabLab sin importar los kilómetros que nos separen”, concreta la directora para hablar en términos generales. 

Y, ahora, particularmente el FabLab León nace en Noviembre de 2011, como primer proyecto de la Fundación Telice Magnetic Anomaly, constituida dentro de la Estrategia de Responsabilidad Social Corporativa de la empresa familiar Telice S.A. “El objetivo de esta Fundación es estimular el interés en la ciencia y la tecnología como pilares del conocimiento y de la innovación por lo que, al conocer en qué consistía la red de FabLabs en un bootcamp de Fabricación Digital que hice en enero de 2011 en FabLab Barcelona, tuvimos claro que queríamos traernos un FabLab a León”, Nuria recuerda los inicios de este apasionante proyecto.

La mayor parte de usuarios de FabLab León son los alumnos de sus actividades extraescolares y Jóvenes Makers. “El porcentaje de mujeres ha sido cercano (e incluso ligeramente superior) al 50% cuando promocionábamos las actividades de ‘Poderosas’, pero, el número de niñas, chicas y mujeres decrece cuando no ofreces actividades dirigidas a este público”, se sincera. Aunque entre uno de sus mayores reconocimientos se encuentra el Proyecto H2020 Shemakes, “gracias a este proyecto, tres de nuestras alumnas fueron nombradas embajadoras del Proyecto y dos de ellas viajaron a Portugal y a Grecia para enseñar a otras niñas las actividades relacionadas con la tecnología y los textiles inteligentes lo que han aprendido en FabLab León”, explica muy orgullosa de las jóvenes leonesas.

A pesar de que las niñas y mujeres no son tan numerosas en este ámbito, Nuria tiene claros los importantes factores que motivan a una niña a decantarse por una rama de ciencias: “el primero es tener un modelo de mujer en este ámbito que le sirva de inspiración. Si una niña puede hablar o visitar el centro de trabajo de una mujer que trabaje en el ámbito STEM, podría decidir si quiere o no dedicarse a esta profesión”, expone.

Otro factor que considera clave es el apoyo o soporte de su familia. “Aún existen familias que no animan a sus hijas a empezar a realizar proyectos tecnológicos porque consideran que no son ”profesiones para chicas“ o porque creen que las profesiones STEM son demasiado difíciles para las chicas”, se lamenta. Por último, es crucial que las niñas tengan la oportunidad de crear proyectos que resuelvan problemas reales, ya sean sociales o personales, a través de la tecnología. De esta manera, no sólo aprenden creando y cuando lo necesitan, sino que también ven la aplicación práctica del proyecto que han realizado.

“Por ejemplo, un dispositivo que avisa si hay que regar una planta o una lámpara inteligente que se enciende cuando se levanta de la cama. Estos son ejemplos de proyectos desarrollados por nuestros estudiantes, en los cuales participan en todas las etapas de su fabricación, desde el diseño personalizado del dispositivo hasta la programación de la placa electrónica que lleva incorporada”, ejemplifica la directora.

“La situación han experimentado una transformación significativa gracias a la democratización del acceso a la tecnología”, remarca Nuria. Actualmente, más personas tienen acceso a recursos tecnológicos avanzados, como la impresión 3D, la robótica y la inteligencia artificial, en comparación con lo que sabíamos hace 10 años. Este cambio ha abierto nuevas oportunidades y posibilidades en el campo de la ciencia y la tecnología.

“Además, se han desarrollado numerosas iniciativas con el objetivo de fomentar las vocaciones STEAM en niñas y jóvenes, al mismo tiempo que buscan reducir la brecha de género en estos campos”, ratifica. Y expone un caso, “un ejemplo destacado es la ‘Alianza STEAM por el talento femenino’, creada por el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes. Formamos parte de esta alianza, junto con muchas otras iniciativas españolas, trabajando de la mano para promover la participación activa de mujeres en las disciplinas STEAM”.

Iniciativas como las de FabLab León, con su evento ‘Poderosas, acercando la tecnología a las niñas’ por sexto año consecutivo, y otras entidades leonesas que celebran el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia son dignas de mención por su labor informativa y educativa para visibilizar el papel crucial de la mujer en la ciencia para ayudar a la sociedad. 

Alicia Gómez Pascual

Está cursando ingeniería informática en la Universidad de León y este semestre está realizando un intercambio Erasmus en Países Bajos. “Siempre me gustaron las matemáticas, pero la informática me enamoró desde el primer momento”, recuerda. Aunque reconoce que muchas veces le dio miedo estudiar esa carrera, incluso ya estando en la universidad muchas veces pensó en no ir a un examen porque no se veía capaz de aprobarlo, pero luego regresaba a casa con un sobresaliente. “Me costó mucho convencerme de que yo podía ser ingeniera, pero siempre he pensado que la informática es una herramienta que usa las matemáticas para ayudar a las personas, por lo que vale la pena dedicarle todo el esfuerzo”, expone la estudiante.

Su relación con las ciencias ya empezó en FabLab León, un lugar donde aprendió a programar junto a sus amigos, pero también le permitió conocer a gente que motivaba sólo con ver el entusiasmo que ponían en sus proyectos. “Para mí lo mejor del FabLab no es poder desarrollar tus propios proyectos, sino tener a toda una comunidad tan diversa a tu alrededor mientras los desarrollas”, asegura recordando esa bonita etapa que le acercó a donde está hoy.

“Necesitamos más mujeres y en general necesitamos más diversidad. Cada curso aumenta el número de chicas en informática, pero por desgracia aún somos solo un 15%”, contabiliza. Durante su Erasmus ha podido trabajar en un grupo con mucha diversidad y cada uno ven el problema desde un punto de vista diferente, lo cual les hace ser más exitosos para encontrar una solución total al problema. “Muchas veces no nos atrevemos a estudiar algo porque vemos que la gente dentro de estas carreras es muy diferente a nosotros, pero justo esa diferencia nos puede hacer muy valiosos”, proclama Alicia con mucha madurez.

“Cómo siempre digo, os pido que no tengáis miedo a intentarlo. Está bien equivocarnos, está bien fallar, está bien decir que pensabas que podías hacer algo y resulta que no puedes. Lo que está mal es seguir unos prejuicios y no intentarlo. Quiero que piensen lo bien que suena ahora ”pensé que iba a suspender un examen y saqué un sobresaliente“ y lo mal que sonaría ”no fui al examen porque me parecía difícil y realmente me sabía todas las preguntas“. Ya todas tenemos ese suspenso, pero en nuestros sueños, ahora luchemos por el aprobado. Y es verdad que igual no podemos, pero ya nunca nos arrepentiremos porque sabremos que lo hemos intentado”, Alicia da un masterclass motivacional para animar a las jóvenes a que encuentre lo que les hace felices y apunten alto, como ha hecho ella misma. 

María Fernández

Graduada en Biotecnología por la Universidad de León, donde había un 60% de mujeres en clase, y actual estudiante del Máster de Análisis Sanitarios de la Universidad Complutense de Madrid, donde sólo hay tres hombres, María desde pequeña siempre he sido una persona muy curiosa. “La típica fase del ”por qué“ de los niños que normalmente dura desde los 2 a los 4 años, es una fase que a mí me ha acompañado durante toda mi vida”, explica el origen de su profesión.

Le fascina todo lo relacionado con la ciencia, desde los animales más grandes a los microorganismos más pequeños, y, en concreto, lo que más le interesa es el cuerpo humano. “La interconexión de todo, cómo las células son capaces de saber qué tienen que hacer, y cómo el más mínimo desequilibrio del cuerpo puede desencadenar patologías es por lo que decidí estudiar Biotecnología y continuar mis estudios en Análisis Sanitarios”, termina de exponer.

Su paso por el FabLab fue una experiencia muy enriquecedora. “Yo fui tanto Joven Maker como Breaker, lo cual me permitió probar distintas cosas y adquirir conocimientos muy diversos, desde programación, diseño 2D y 3D, corte láser, impresión 3D…”, enumera todo lo que aprendió en el centro. Sin embargo, los conocimientos que ganó en el FabLab no se quedan ahí, ya que en FabLab aprenden a trabajar en equipo, a dejarse ayudar y a buscar soluciones innovadoras a problemas que pueden surgir en el desarrollo de un proyecto, pero que también se pueden aplicar luego al día a día.

María considera que el papel de la mujer en la ciencia, es como el papel de la mujer en cualquier otro campo, “necesario”. Gracias a los avances en los últimos años, las mujeres están ganando más y más importancia en el mismo, no sólo porque ahora son más (que también), sino porque ahora se les da voz y se les reconocen sus descubrimientos. “Las mujeres estaban presentes también en la ciencia, pero eran los hombres los que se llevaban los laureles por nuestros hallazgos”, se lamenta. Pero, en la actualidad, a pesar de los avances, todavía existe una brecha de género. Las mujeres a menudo enfrentan obstáculos como sesgos de género, estereotipos, discriminación y falta de oportunidades para avanzar en sus carreras científica, da a entender.

“No hace tanto tiempo, en una asignatura de la carrera, la profesora responsable de la misma nos dijo que obviamente nuestra carrera profesional se iba a ver interrumpida por ser madres, que lo íbamos a tener que parar todo en el momento que tuviéramos hijos, ya que tendríamos que escoger entre avanzar en nuestra carrera profesional y nuestra vida personal. ¿Cómo le dices eso a la futura generación de científicas?”, se sorprende la estudiante al recordar lo que tuvo que escuchar de la que, supuestamente, era un ejemplo para mujeres en formación, mujeres que a lo mejor en unos años están en esa posición. “Si eso tiene lugar en la universidad, donde nos deberían de estar dando ánimos de estudiar, ¿qué nos espera cuando acabemos?”, se cuestiona.  

Sin embargo, María tiene una visión más optimista, cree que ha llegado el cambio y que ellas y las futuras generaciones de mujeres tienen que agradecer a todas las que les precedieron por haber conseguido todo lo que tenemos ahora. “El mundo de la ciencia es un mundo precioso, es un mundo duro y que requiere mucho trabajo y mucha dedicación, pero muy gratificante”, defiende para que las próximas generaciones de científicas crezca con seguridad. 

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