Cabalgando por el valle de las sombras

Puente de los Leones banderas de León y de España de noche.

Mis escasos conocimientos de fontanería me llevan a concluir que una bañera sin el tapón del desagüe sólo es cuestión de tiempo que acabe vacía por más aporte de agua que pueda suministrarle una fuente caudalosa. Viene esto a cuento de la actividad que los leoneses que dicen ser enamorados de su tierra, desplegada generalmente con más voluntad que acierto, nunca llegan a ver saciada su sed de justicia por carecer de recipiente estanco. 

Traducido al Román paladino, la desorientación de la bancada leonesa que se opone a la colonización castellana, adolece de orientación y resulta excedentaria en confusión a la hora de ubicarse entre las coordenadas euclidianas del espacio, lo que es tanto como decir que carecen de una correcta geolocalización. Soy consciente de que lo dicho suena a prepotencia del autor, a reventador y a infiltrado pagado por el enemigo. Lejos de tal cosa, argüiré en mi defensa que pocos errores hay más perniciosos que elegir el camino erróneo y no reconocerlo como tal. Los sabios recomiendan desandar la senda equivocada y tratar de buscar la acertada.

La situación por la que atraviesa León es el sumatorio de un cúmulo de engaños, errores y desorientaciones espaciotemporales. Las pruebas son tan evidentes que pudiera parecer ocioso reseñarlas, pero dada nuestra continua deriva, no podemos por menos que señalarlas y motejarlas de contraindicadas, por no tacharlas de sumamente dañosas para nuestro terruño. Si la comunidad de Castilla y León se muestra ajena a la demanda de León, que si acaso no es respaldada por los votos lo es por la opinión de una mayoría que no se atreve a piar, no quiere decir que no hayan acusado recibo, tan sólo que les interesa seguir como hasta ahora. 

Permanente y continuo descalabro de León

Ocioso sería repetir por enésima vez el permanente y continuo descalabro que León padece en todos sus indicadores de calidad de vida. Lo paradójico de todo ello es que nadie se da por sentido, parece inverosímil pero es la triste realidad. ¿Dónde estará el leonés que quiera agitar las aguas para salir del atolladero en el que nos hallamos? ¿Existirá ese leonés? ¿Llegaremos a conocerlo o tal vez no llegará a nacer nunca? Todo son preguntas sin respuestas, todo es incertidumbre, incluso pudiera suceder que fuera un fiasco existencial de aquellos que no se resignan a ser absorbidos por Castilla cual plato de espagueti 

No nos cansaremos de repetir que todo indica que a la mayor parte de la leonesidad le importa poco o nada la desgracia en la que está inmersa, es como si hubiera asumido que un destino trágico espera al final del camino, una fatalidad frente a la que nada se puede oponer. Carente de portavoces que puedan reivindicar cualquier tipo de aspiración, soporta con estoicismo el desahucio vital, ni su historia, ni su economía, ni su idiosincrasia son acicates suficientes para seguir a alguien que pudiera sostener la antorcha de la personalidad leonesa frente a todo y frente a todos.

Lejos de todo ello las ofertas que recibe de partidos sin alma, de leoneses con igual o menos alma, para los que el concepto de León es puramente un insumo que agregar en sus mediocres carreras cual cabeza decapitada que alegrará a la Salomé de turno, sea popular o socialista, si acaso no tiene carné de Podemos o de Vox. ¡Qué tristeza para una tierra parir hijos que se revuelven contra ella, carentes de escrúpulos para ponerla de rodillas y sacrificarla en el altar de políticos foráneos! ¡Cuánto amor filial! 

Partidos nacionales: mofa y befa de León

Los partidos de implantación nacional hacen mofa y befa de León porque la ingenuidad, interesada o desinteresada de sus naturales los lleva a ocuparse de asuntos que no son de su incumbencia, en los que nada tiene que ganar y mucho que perder. Las discrepancias que escenifican a través de los medios de comunicación llevan al incauto leonés a discusiones estériles por asuntos que sólo competen a las cúpulas de dichos partidos, que astutamente desvían al respetable de los problemas que más les conciernen ¿Resuelven alguna cosa para León las discusiones de patio de comadres que sostienen las primeras figuras de PP y PSOE? ¿Acaso no hay problemas más acuciantes en León? ¿Pretendemos acaso arreglar el tejado de España sin antes arreglar las goteras de casa? Demostramos muy pocas luces.

Causa rubor recordar a los nobles brutos de León saliendo tumultuosos a manifestarse contra las veleidades independentistas de los catalanes, mientras que están impedidos para mover un dedo por su tierra. Sólo cabe pensar que gustan de obrar en contra de sus propios intereses o sencillamente es que todo les da igual, en cuyo caso sus desaforados alardes de patriotismo chico son ficticios. ¿Acaso les preocupan más las taimadas artimañas de Cataluña para rascar fondos al estado que la pérdida de población y de oportunidades que padece León, y que va in crescendo? ¡Cuánta fatuidad! ¡Cuánto descerebrado!     

Y así, con este infantilismo, seguimos cabalgando por el valle de las sombras. Quizá por ignorancia o estúpida abulia exhibimos una ridícula querencia al suicidio asistido. Si es así, tranquilos, no nos faltarán quien nos asista –o nos ejecute– en ese trance. En España nunca han faltado verdugos.        

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