El arte a pie de calle en un pueblo de León: las obras de Fernando Ortiz iluminan Almanza por Navidad

El artista detrás de las luces navideñas de Almanza, Fernando Ortiz, en su taller.

Sara Lombas

Almanza se ha convertido en un punto de visita obligatorio en la provincia de León durante las fechas navideñas debido a una decoración navideña peculiar: la que realiza a mano el artista leonés Fernando Ortiz, que crea esculturas iluminadas en un entorno rural con las que Almanza atrae cada vez a más turistas.

En los últimos años, los pueblos han descubierto que los visitantes, como polillas a la luz, acuden allí donde las decoraciones navideñas destacan por su belleza. Un claro ejemplo han sido las luces que adornan desde hace años varios pueblos de España que han ganado el concurso organizado por Ferrero Rocher. Una bella estampa que ha hecho las delicias de los usuarios de Instagram o TikTok y que ha mantenido durante la época navideña un flujo constante de turistas a pueblos que no veían uno hasta la llegada del verano, pero que no deja de ser una propaganda de una marca. 

La decoración de Navidad puede ser un arte si, como punto diferencial, se compone de piezas únicas. En lugar de proceder de una gran fábrica que crea cientos de decoraciones idénticas, las figuras que adornan Almanza proceden del taller de Fernando Ortiz. 

Todo comenzó casi por accidente, hace cinco años, cuando Ortiz, soldador de profesión, comenzó a trabajar como empleado del Ayuntamiento. La Navidad llegó y Fernando, al ver el estado del árbol de Navidad que se iba a colocar en el pueblo, decidió que era hora de hacer algo al respecto, y algo que fuese duradero. Una forma de trabajar que aprendió de su abuelo, herrero, del que también aprendió a trabajar la forja con la que hacía pequeñas obras de arte: “Mi abuelo podría haber hecho esto y mucho más”, afirma Fernando, cuya familia procede de Puente Almuhey (en el municipio leonés de Valderrueda).

Así surgió su primera obra, un árbol de Navidad fabricado con varillas de acero e iluminado por decenas de pequeñas luces. Aquello fue el principio, la gente de la zona reaccionó ilusionada y, al ver que incluso llegaba gente de otros puntos de la provincia, quedó claro que aquella escultura iba a ser la primera de muchas. 

Han pasado cinco años desde entonces y, tras miles de horas de trabajo, ahora Almanza cuenta con 25 esculturas navideñas, entre las que se encuentran los Reyes Magos, los pajes, los camellos, un regalo y, el que mejor acogida ha tenido, el Grinch: “Todas estas cosas se te ocurren hablando con gente. Yo no sabía lo que era el Grinch hasta que unos amigos me dijeron que tenía que hacer una escultura suya”, a la que, por supuesto, ha añadido a su perro. Irónicamente, la presencia de este personaje cinematográfico que odiaba la Navidad ha dado fama a la localidad por su espíritu navideño.

Una invitación a apreciar los detalles

Las decoraciones que crea Fernando son únicas, que es lo que las convierte en obras de arte. Un arte creado desde el pueblo y puesto a disposición de sus gentes, para que puedan admirarlo a pie de calle. 

Aunque su momento estrella es durante la noche, cuando las figuras se iluminan por medio de decenas de luces que producen un bello espectáculo de colores, durante el día se pueden apreciar los pequeños detalles de la forja que se pierden con el destello de las luces. 

Ortiz ha notado que algunas personas se pierden esta otra cara de las decoraciones: “Al final los ojos humanos ven una figura y por la puesta en escena ya reconocen lo que es, pero no se aprecian los detalles. Por ejemplo, mucha gente no se da cuenta de que entre los tres pajes hay una mujer o de que entre los camellos hay siete diferencias”, cuenta el artista. 

Por ello, Fernando quiere lanzar un alegato en favor a la atención al detalle: “Hay gente que viene con prisa, quieren ver la decoración rápido y se van. Vivimos muy deprisa y es una pena llegar y reconocer las figuras como lo que son pero no detenerse a ver lo que hay, los detalles”.

Arte rural que revive el pueblo en invierno

Que cada escultura sea diferente es vital para Fernando Ortiz, que asegura que, si no lo hiciera así se aburriría: “Para hacer cosas repetitivas ya tenemos una fábrica. Así nosotros tenemos piezas únicas”, valora. Y así, ni la presencia del Grinch ha alejado a los curiosos de Almanza, que hicieron que el año pasado visitasen 6000 personas el pueblo durante el mes de diciembre, según las cifras que del Ayuntamiento.

Este año la afluencia ha sido mayor, según adelanta el artista, de forma que Almanza se salta la norma no escrita que dice que los pueblos de vacían en invierno. El arte ha conseguido atraer a miles de personas, lo que implica un impulso económico, especialmente para la hostelería: “No hay un día en el que no haya 20 personas en la calle”, cuenta Fernando: “Eso, en un pueblo en el que cierran los bares a las ocho o nueve, es muy bonito. Antes ibas a tomar algo y estaban los bares casi vacíos, ahora no hay quien tome algo. A algunos les molesta pero es que es lo que tiene que pasar. Si no viniera gente no habría bares, que es de lo que viven los pueblos”.

El año que viene traerá mas proyectos para Fernando, que quizá lleve su arte a otras localidades, como ya hizo en Castellanos con una escultura de un carro tirado por vacas. En cualquier caso, él seguirá creando incluso en sus ratos libres: “El arte tiene las patas muy cortas, yo sigo haciendo trabajos corrientes como soldador, pero si tengo un rato libre o un mal día y me sobran recortes me pongo a hacer algo. Así hice una lagartija para un muro o un caracol en una barandilla. Eso se lo regalo al pueblo”.

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