Horas para pisar pista, caos de gestión o transporte peligroso: las quejas de vecinos y esquiadores en San Isidro

Interminables esperas para subir al transporte de acceso a San Isidro, el autobús.

Carlos J. Domínguez

No ha sido, ni de lejos, la mejor temporada invernal para la estación de esquí de San Isidro en la Montaña Central de León, propiedad de la Diputación. Apenas se ha podido aprovechar un escaso puñado de días con nieve suficiente, por falta de precipitaciones. Y cuando al final ha hecho acto de presencia, la 'avalancha' de los aficionados, con ansia acumulada, y según denuncian ellos mismos, la falta de previsión y una gestión “lamentable” de la institución, ha terminado de estropear las cosas.

El sábado saltaba la noticia de nuevas colas infinitas para conseguir esquiar al menos un rato en las pistas de San Isidro, colas de coches pero también de personas ya preparadas para deslizarse que, sin embargo, tenían que agotar no su tiempo sino toda su paciencia. Aficionados, algunos con el forfait anual pagado -no se puede devolver ni compensar en una mala temporada- y vecinos que buscan sacar partido a la proximidad de sus viviendas, y que al menos cuando esquían olvidan por un momento el cúmulo de “desastres” que achacan a la Diputación, especialmente “la falta de inversión” acumulada que llevan años denunciando.

Son los vecinos los que mejor llevan la cuenta porque están a pie de pista. Y tienen pruebas para demostrar que el caos del sábado 9 de marzo “no fue ninguna excepción”. En 2020 la estación no abrió pero no se les olvidan las colas durante horas del 16 de enero de 2021 en Salencias, en 2022 el 8, el 9, el 10 y el 16 de enero, los días 29 de enero, 2 de febrero y 30 de noviembre del pasado año 2023 o ahora el 9 de marzo de 2024 en el último episodio que ha colmado la paciencia en un año de apenas apertura. Incluso en 2019 (el 7 de febrero) y años antes eran habituales estas lamentables escenas, bajo responsabilidad entonces de otro equipo de Gobierno y otro partido político.

La explicación de la Diputación y la respuesta

Por su parte, la Diputación leonesa se limitó en una breve parte de una nota de prensa a culpar de este último 'atasco' en la estación a algunos usuarios y conductores, por no seguir las recomendaciones.

Su explicación formal, la única esgrimida, es que “se estaban produciendo retenciones en el acceso de Salencias-Cebolledo provocadas por vehículos que circulaban sin cadenas o con neumáticos inapropiados, pese a la advertencia de su necesidad”. Y esto “bloqueó la entrada de otros vehículos y del servicio de bus”, indicaron, recordando que había personal de la estación y presencia de la Guardia Civil de Tráfico para regular el tráfico. Defiende la institución que “casi en tiempo real” se informó a través del canal oficial de la estación y sus redes sociales.

“Que no mareen, esto es endémico, al margen de algún caso puntual, el problema es de fondo”, afirma categórico Guillermo González, actual vicepresidente de la Asociación de Vecinos de la Estación Invernal. Indignado, pide a la Diputación “que cambien de una vez de mentalidad, que esto es como en un restaurante: hay que atender al cliente, que para eso paga”.

“Hay gente que sigue viajando para venir, desde Portugal, desde Galicia, castellanos, del Reino de León... y no se les puede tratar así, necesitan llegar y esquiar; sin embargo, no se les ofrece casi nada y aún así son fieles, y son ellos los que dan riqueza a la zona”, una deprimida comarca, remarca además.

Cabe recordar que la afluencia portuguesa, a San Isidro y Leitariegos, es el argumento esgrimido por la Diputación para gastar un millón de euros más al año durante al menos los próximos dos para que la única conexión aérea internacional del aeropuerto de León sea con Oporto, a apenas tres horas de coche.

Lista y causas de los “embudos”

Por identificar “los embudos”, los puntos negros en un día de buena afluencia, los usuarios habituales lo tienen muy claro. En el acceso, un mal cruce en la carretera general, eternamente sin la rotonda exigida desde hace años por los vecinos de San Isidro. Aún reconociendo por ejemplo el esfuerzo de dos patrullas de la Guardia Civil, que “hacen lo poco que pueden”, en la parte de la ordenación del tráfico.

 A continuación, el estado de accesos, aparcamientos, aceras... Esta misma semana, coincidió que la Diputación informó de la adjudicación de obras por valor de 180.000 euros, a la empresa Firmes y Caminos, para asfaltar el aparcamiento principal de la zona baja. Eso sí, con una ejecución de tres meses de duración, como pronto en junio, cuando la temporada -haya nieve o no, termina el 7 de abril.

La asociación lo aplaude (“toda mejor está bien”), pero “ni resuelve el problema ni llega a tiempo, es un parche”, entre otras cosas, afirma el portavoz vecinal, porque esa obra ya la exigió a la Diputación tras una queja el Procurador del Común de Castilla y León en el año 2020, y hasta ahora han incumplido aquella resolución porque “dijeron que estaba bien”.

Más embudos: la validación del acceso de los esquiadores. Cuando se ha conseguido aparcar el coche -muchos de ellos acaban en la cuneta de la carretera general-, los esquiadores deben afrontar un largo desplazamiento y después llegan las colas kilométricas. Literalmente: en algunas ocasiones han superado los dos kilómetros de personas, equipadas y listas para deslizarse por “unas pistas que están, arriba, vacías”, detalla Isabel Flecha, vocal del ente vecinal.

Con un forfait anual que supera los 300 euros, y muchos años o no se aprovecha por falta de nieve, casi todos los usuarios emplean el forfait diario. “Y aunque lo cojas online, es alucinante a estas alturas de siglo, pero hay que validarlo presencialmente en las oficinas, sólo te dan el tique con la justificación de pago”; y eso, añaden, que “pagar aquí es imposible, no hay un cajero ni que se le parezca, y el anual hay que bajar a comprarlo a la Diputación”, en León capital.

La guagua

Por si no fuera suficiente, todavía quedan las colas para subir a las pistas. Y se depende “sí o sí” del autobús, conocido como la guagua: un vehículo convencional, es decir, 50 plazas sentado, pero que en estos días “se llena como una lata de sardinas”. “No ocurre nada porque dios no ha querido”, dice González. Y le apostilla Flecha: “El autobús no puede ser un medio de transporte dentro de una estación de esquí, el traslado desde la base a arriba tiene que ser con remonte”, y de este modo, además, “se aligeraría todo al quedarse muchos esquiadores en las zonas más bajas”, para las que, también, reclaman “la posibilidad de nieve artificial”.

De ahí, recuerdan, que triunfara en los únicos presupuestos participativos impulsados por la Diputación, en 2023, por votación popular y abrumadora mayoría, la instalación de un telecabina, “como el que Asturias ha invertido en Pajares”. Pero a pesar del compromiso público, no ha invertido la institución, ni aquí ni en ningún otro lugar, nada de los 1,7 millones de euros presupuestados. El presidente, Gerardo Álvarez Coruel, explicó en un pleno a preguntas del PP en la oposición que este telecabina excedía el presupuesto y habría “que reconsiderarlo” todo. Hasta hoy.

Un telesquí que se cae y falta de inversión

En espera de esto, recuerdan los propietarios que “hace 28 años de la última inversión, casi tres décadas”, y fue un telesilla no desembragable. “De segunda mano”. Por eso, “porque se usa mucho y no se invierte”, son varios los episodios de caída del telesquí de Requejines, “muchas veces que hay viento, por suerte sin peligro”.

Pero que ven el remate “a una pobre imagen” con la que “es imposible” conseguir tirón económico y poblacional en la zona, en el municipio de Puebla de Lillo. Ya no en otras estaciones, como también exigen por antiguos compromisos, sino ni siquiera en invierno y con nieve suficiente. De ahí que insistan a los responsables de la Diputación a “que nos escuchen, que se comprometan, que cumplan”. Al fin y al cabo, recuerdan que no se trata sólo de compromiso rural y con la montaña, sino con sus posesiones. Porque San Isidro es propiedad de la Diputación de León.

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