Los vecinos de la estación de esquí de San Isidro claman contra el “total abandono” de la zona, que la mantiene “deprimida”

Imagen de los edificios de la estación de esquí de San Isidro en Puebla de Lillo, León.

Carlos J. Domínguez

Son 850 viviendas, son cientos de vecinos, junto a 2.800 “fidelizados”, los que viven en y por la estación invernal de esquí de San Isidro, en la Montaña Central de la provincia de León. Hay momentos en que superan con creces a los habitantes del municipio de Puebla de Lillo en el que se asientan. Pero se sienten “doblemente maltratados”: como parte de un mundo rural montañoso, periférico y aislado, en su caso además por las condiciones climáticas; y también por el “total abandono” al que denuncian estar siendo sometidos por las instituciones públicas.

¿Los culpables a los que señalan? El Ayuntamiento de Lillo y, sobre todo, la Diputación de León, que se da la circunstancia de que en este caso además es dueña del terreno sobre el que están construidas sus casas, algo inusual.

San Isidro se inauguró en 1974. Cumple este año medio siglo. Y quienes construyeron allí o han adquirido propiedades después no celebran más que “una constante desidia, porque no hacen casi nada pero es que ni siquiera ni contestan”. Lo manifiesta, indignado tras años de intentos, Guillermo González, actual vicepresidente de la Asociación de Vecinos de la Estación Invernal, antiguamente Urbanización Las Piedras. Se trata de un espacio a los pies de la estación de esquí que la Diputación levantó de la nada tras comprar los terrenos entre 1968 y 1972 y ejecutar las primeras pistas y el primer telesquí, como compensación, de dijo entonces, a la construcción del pantano del Porma que vino a afectar negativamente a la comarca más arriba de Boñar.

Otro cumpleaños redondo suma ahora 20 velas: los años desde que se abriera una luz de esperanza, cuando se aprobó su propio Plan Regional de Ámbito Territorial en el Puerto de San Isidro. González recuerda que “allí se decía que tenía que la zona tenía que ser un polígono industrial turístico”, un polo de atracción natural y deportivo, un espacio único en un lugar único en los techos nevados de León. Junto a dos planes directores, uno como estación de esquí y otro como estación de montaña, y eso pasaba por algo que los vecinos exigen de manera denodada: actividades estivales, vida más allá del invierno y de la nieve. Pero “nadie nos escucha ni nos hace caso”, certifica también Isabel Flecha, harta, dice, de tanto “ninguneo”.

El gran (y fallido) proyecto

En el recuerdo quedan los años dorados, entre 2002 y 2005, en el que se impulsó “un gran desarrollo” en este sentido, un proyecto auspiciado por la Diputación que contemplaba piscina climatizada, complejo polideportivo, un centro comercial, un campo de golf de varios hoyos, 300 nuevas viviendas de nivel y hasta siete hoteles para más de 400 plazas de alojamiento. Era la primera división. Eran 50 millones de inversión prevista. El diputado provincial de Turismo en la Diputación era el alcalde del propio municipio, Puebla de Lillo, el mismo que continúa todavía hoy, aunque ahora a expensas de dimitir por una condena de la Audiencia Nacional por corrupción de la Operación Púnica.

“Lo vendieron como el centro de ocio del noroeste, era esperanzador para desarrollar la propia propiedad de la Diputación, su terreno, pero ¿dónde está?”, se pregunta el presidente vecinal, con la respuesta demasiado clara. El golpe de mano político que llevó a la Presidencia a Isabel Carrasco tiró por tierra el proyecto, incluso costó “400.000 euros en indemnizaciones” a la empresa promotora, mientras por otro lado, antes de ser asesinada a tiros por dos afiliadas de su propio partido, la institución invertía 12 millones de euros inicialmente y casi 18 millones al final en una línea de alta tensión que llevara energía a la zona, hasta entonces 'encendida' con generadores de combustible precarios y que pagana la propia Diputación.

Se trata de la controvertida línea eléctrica que ahora se sigue negociando con 'enganchar' a la estación contigua por el lado de Asturias, Fuentes de Invierno, algo que la asociación vecinal considera “regalarles nuestro desarrollo”. Aunque también es cierto que lleva años negociándose -va por el sexto presidente- y nada se ha conseguido pactar.

La lista de los agravios...

Ya no son sólo estos fiascos acumulados. Es que mientras, “la Diputación y el Ayuntamiento tienen esto de desastre”, denuncian. El presidente y la secretaria entresacan “algunos ejemplos”, que hay más: como que “la última silla de la estación, una multiplaza de segunda mano, en Requejines, es de hace unos 20 años”; el hecho de que “nos ha costado cuatro años de auténtica lucha conseguir lo más básico, tener contenedores para tirar los residuos, y seguimos esperando bancos o papeleras”; o que en la zona queden “restos horribles y peligrosos” de las viejas casetas de la empresa promotora, que siguen sin retirarse.

...Y de los peligros

Mención aparte merece el caos que se vive en el cruce de la carretera LE-331 que lleva la puerto, donde no hay pasos ni rebajes y las aceras y otros elementos acumulan años de abandono. Y cuando crece la afluencia por el ansia de esquiar, como ocurrió hace poco más de un año, se acumulan fallos organizativos, técnicos y de transporte, además de faltar el aparcamiento, el caos se convierte, denuncian, en “un auténtico peligro”, con kilómetros de coches en los arcenes y cientos de personas caminando por donde malamente pueden, sin que la Guardia Civil sea capaz de solventarlo. “Qué mínimo que una rotonda y pasos de peatones”, claman sin éxito en esta carretera, que es competencia de la Junta de Castilla y León.

Tampoco es el único peligro real, según la asociación, que lamenta que “aquí no mandamos las personas, manda la ganadería, que es extensiva” y campa con escaso control, denuncian, teniéndose que proteger vallando sus terrenos y no siempre con éxito. Esa peligrosidad ya produjo un muerto hace pocos años cerca del Lago de Isoba, recuerdan.

Ni cumplir lo aprobado

La última “tomadura de pelo” de la Diputación leonesa es que ni siquiera cumpla sus compromisos de inversión en mejorar sus propias instalaciones de esquí. La pionera iniciativa de presupuestos participativos, por votación, del pasado año 2023, fue aprovechada por la asociación para conseguir que “se volcara todo el mundo en comprar e instalar un nuevo telecabina”, como el que ha estrenado la estación asturiana de Pajares “y se ha demostrado que tiene tirón”. Fue una de las seis propuestas que los vecinos plantearon, “y las seis entraron” gracias a su empeño y votaciones.

Sin embargo, el telecabina, de 1,7 millones de euros, aunque aprobado, está más que en duda. El nuevo presidente de la Diputación, Gerardo Álvarez Courel, ya aseguró en el último Pleno que había presupuesto insuficiente y se reconsideraría la situación, además de avanzar que el 'experimento' de los presupuestos por votación popular no se repetirá jamás en la institución.

Es la gota, de muchas, que colma su vaso, mientras ven que los vecinos asturianos y de otros puntos de la España de la nieve y el esquí hasta tramitan subvenciones europeas, como por ejemplo mejoras energéticas, mientras “aquí no se hace nada de nada”, “ni siquiera replantaciones que hemos pedido, que la Diputación hace gratis en muchos municipios, porque son plantas de su vivero, que no le cuestan”.

Así que a estas alturas, la asociación, los vecinos de la estación, ya hablan de ultimátum, de rebelión: “Queremos realidades, que nos escuchen, que algo se mueva, y que no nos obliguen a medidas que llevamos tiempo sopesando; el día que cortemos la carretera, o que dejemos de pagar el IBI, que nadie se espante”. Porque, concluyen, será fruto de su “desesperación”.

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