'Sin malos rollos': la comedia adolescente

'Sin malos rollos', comedia con Jennifer Lawrence.

Antonio Boñar

La comedia adolescente o juvenil es un subgénero cinematográfico que se circunscribe casi exclusivamente al ámbito norteamericano y cuyo nacimiento podríamos situar en Desmadre a la americana (1978), de John Landis. Aunque su edad dorada fueron sin duda los desprejuiciados años 80, tiempos en los que lo políticamente correcto era todavía una quimera y todo era posible (y celebrado) en el vasto territorio de aquel humor sin límites. Durante esa década proliferaron con gran éxito de taquilla una cantidad ingente de títulos que gravitaban alrededor de las confusiones y desparrames hormonales propios de la edad juvenil. Filmes que encontraron también un enorme nicho de mercado en los desaparecidos videoclubs y que el adolescente que fuimos alquilaba para ver junto a amigos o novias en cualquiera de aquellas fiestas que, a imitación de las que aparecían en pantalla, pero en apartamentos bastante más modestos, se organizaban cuando los padres de alguno se iban al pueblo.

No parece ser casualidad, sino más bien un velado homenaje a aquellas comedias de los 80, que Matthew Broderick aparezca interpretando al padre de nuestro confuso protagonista en la cinta que nos ocupa. El actor fue uno de los mayores representantes de aquella ola, un chaval encantador por el que suspiraban las chicas de instituto y el protagonista de la que posiblemente sea una de las referencias del subgénero que mejor ha resistido el paso del tiempo: Todo en un día (1986). Pero hay muchas otras, haciendo un poco de memoria y con cierta vocación nostálgica este espectador añadiría a esa exclusiva lista de cintas que alborotaron nuestra adolescencia en su momento, para convertirse en películas de culto hoy en día, títulos como Risky Business (1983), El club de los cinco (1985) o La chica de rosa (1986).

En Sin malos rollos nos encontramos a ese adolescente introvertido de turno que necesita un buen revolcón y algo de calle para espabilar antes de entrar en la universidad. Para ello sus protectores padres deciden contratar a una mujer experimentada en todas esas lides amorosas y sexuales que tanto necesita probar el chaval. El fin justifica los medios, todo sea para evitar que se convierta en otro de esos jóvenes que viven cómo plantas de interior con vistas a una pantalla y que solo son capaces de relacionarse afectivamente a través de las redes sociales. Con estos manidos pero actualizados retales, y con una Jennifer Lawrence definitivamente más graciosa que muchos de los gags que le toca interpretar, la cinta se erige como lo que es, un entretenimiento para pasar el rato y echarnos alguna que otra risa.

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