El libro que reconstruye 'Las meninas' deconstruidas por Félix de la Concha a más de 7.000 kilómetros del Prado

El pintor Félix de la Concha, con su versión titulada 'Las meninas desde una luz artificial'.

César Fernández

Hay literalmente un océano de distancia entre Las meninas de Diego Velázquez y Las meninas desde una luz artificial del pintor leonés Félix de la Concha. Median en el espacio el Atlántico y más de 7.000 kilómetros entre el Museo del Prado de Madrid, donde se expone el primer cuadro, y Iowa (Estados Unidos), donde se gestó el segundo. Los separan en el tiempo más de 350 años. Pero también existen paralelismos. De la Concha pintó su versión sin saber que tenía en esos momentos la misma edad que Velázquez cuando hizo el original. Y fue escribiendo al mismo tiempo un diario sin sospechar que aquellas anotaciones personales acabarían siendo de dominio público. El resultado es un libro que toma su título de la propia obra pictórica, interactivo en la medida en que permite al lector jugar con el autor recorriendo algunas de las 140 partes en que dividió la pintura y editado por el sello Reino de Cordelia, que lo presenta este viernes 26 de abril en un acto que tendrá lugar a las 19.30 horas en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Nacido en León en 1962, Félix de la Concha tiene su propia historia personal con Las meninas. Las vio por primera vez en vivo con apenas 14 años de edad recorriendo museos por las vacaciones de Semana Santa. Cuando se fue a Madrid a estudiar Bellas Artes y las tenía más a mano, las visitas eran recurrentes. También regresaba cuando se marchó a Estados Unidos: “Era raro que no fuera a ver Las meninas”. Su experiencia no dejaba de ser particular habida cuenta de que, según remarca, la inmensa mayoría conoce la obra cumbre de Velázquez a través de reproducciones. Aprovechando que el Museo del Prado hizo una megadescarga que permitió acceder a la pintura con un elevado grado de detalle a través de Google Earth, entre 2010 y 2011 se marcó el reto de hacer a distancia su propia versión, a tamaño natural pero deconstruida en 140 piezas, sin obviar la paradoja de que siempre haga gala de “lo relevante que es pintar del natural”. Y fue haciendo anotaciones a modo de diario sobre este proceso.

El diario, que originalmente tituló como Las meninas a través de Google Earth y yo mismo, “era algo muy personal”. “No tenía muy claro que aquello fuera a acabar en una publicación”, reconoce el pintor leonés, que envió lo escrito al crítico literario y actual adjunto a la dirección de El País, Jordi Gracia, quien le contestó que lo veía “altamente publicable”. “Eso me dio seguridad y atrevimiento”, reconoce De la Concha. La última pieza en este puzle, un rompecabezas de algún modo metafórico con la manera elegida para copiar Las meninas, la pone otro leonés, el editor de Reino de Cordelia, Jesús Egido, responsable de transformar aquel material en un libro. “Y al final es un juguete también”, subraya el propio Egido para instar al lector a remedar el juego de los barcos para identificar fragmentos de los 140 en que se divide la obra original de Velázquez.

Las meninas desde una luz artificial no se explica sin el contexto, marcado en aquel momento por otro proyecto paralelo, en este caso al natural pero condicionado por las bajas temperaturas del invierno en Iowa. El modelo era una granja, un elemento icónico del Medio Oeste de EEUU, reproducida a través de 75 pinturas divididas en tres grupos de 25 cuadros que representan diferentes visiones según momentos del día. El 25 tampoco es casual en una obra que acabó titulando La regla del 25. Una granja en Prairie du Chien Road. “Cuando las temperaturas bajaban a más de 25 grados bajo cero ya no consideraba conveniente pintar durante más de 25 minutos seguidos”, escribe De la Concha tras dejar sentado también que ambas experiencias están entrecruzadas: “En mi diario hago referencia constante a este proyecto; sin él no se entendería por entero la experiencia de pintar mis meninas”.

Al final se convirtió en una obsesión meterme en el mundo de Velázquez

Félix de la Concha Pintor

De la Concha aprovechaba los momentos en que tenía que refugiarse en su estudio para afrontar su versión de Las meninas, su manera de reproducir tras dudar entre hacerlo con luz natural o artificial la celebérrima obra de Diego Velázquez datada en 1656. Más de 350 años después y a 7.116 kilómetros de distancia del Museo del Prado, se puso a la tarea de componer al óleo 140 fragmentos de 23x30,5 centímetros hasta sumar el tamaño real de un cuadro de 318x276 centímetros, al que incluso añadió otros 30,5 en su lateral izquierdo para reconstruir una parte hipotéticamente perdida del original. “Quedó más homogéneo de lo que yo pensaba. Creía que se notaría más la fragmentación”, admite el pintor leonés sobre un cuadro que se expuso primero en un hotel de la cadena NH en Zamora en 2018 y próximamente llegará en León al Museo Casa Botines Gaudí y a la galería Ármaga.

Ahora el cuadro se ha transformado en libro, Las meninas desde una luz artificial. Diario de una copia, que se presenta este viernes en el Thyssen en un acto en el que el pintor estará acompañado por el director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, Andrés Úbeda, así como de Jordi Gracia y Jesús Egido. “Este invento loco, este experimento raro, acaba convertido en un autorretrato moral de Félix de la Concha con la sorpresa en el lector de reconocerse en ese autorretrato”, escribe Gracia en el prólogo. Como ahondando en ese juego de espejos, Egido anima al público a divertirse con un libro “curioso, sincero y bien escrito”. Y De la Concha también sugiere a los lectores acompañarlo en una “aventura” en la que se sumergió en el siglo XVII y en el Barroco pensando que ya estaba todo dicho sobre Las meninas. “Y al final se convirtió en una obsesión meterme en el mundo de Velázquez”, concluye. 

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