Juan Salvador Chico: “Cuando inicio un trabajo y los personajes comienzan a hablar, marcan su propio camino”

Juan Salvador Chico

Manuel Cuenya

Aunque nacido en la provincia de Burgos, Juan Salvador Chico ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional en la provincia leonesa, en concreto en La Robla, Ponferrada, Sahagún, Mansilla de las Mulas y la propia ciudad de León.

Cuenta que llegó en el año 91 a La Robla, su primer destino definitivo. Y ahí tuvo la ocasión, con los alumnos del Instituto Ramiro II, de diseñar una propuesta metodológica de una asignatura optativa que se llamaría 'Introducción a la Arqueología' destinada a cursos de secundaria. Pero “el proyecto no llegó a buen puerto en el Ministerio, aunque su informe se convirtió en la primera publicación de Redinet en Internet”, detalla este especialista en Historia, cuya narrativa histórica forma parte de su vocación como profesor.

En este sentido, intenta analizar y hacer hacer entender a su alumnado los procesos históricos, eso sí, adaptándolos al nivel de cada curso.

Está convencido de que la palabra, frente a la imagen, sigue siendo una herramienta válida y fundamental en la comunicación. “Los nuevos soportes informáticos ayudan en la pedagogía, pero son eso: soportes. Las imágenes necesitan de una buena narrativa histórica. En ocasiones los alumnos te piden que analices algún aspecto concreto; entonces, paramos la clase y escuchamos las diferentes opiniones generando un proceso de análisis sobre el asunto en cuestión. A los alumnos de bachiller les preocupa más los problemas actuales. No sólo los nacionales, sino, sobre todo, los acontecimientos internacionales que nos sobresaltan cada día...”, especifica este historiador y literato, que, durante catorce años, estuvo inmerso en una frenética actividad académica, que culminaría con la defensa de su tesis doctoral sobre arqueología medieval, además de que la Universidad de León lo contratara como Profesor Asociado.

Durante esos años, recuerda que disfrutó mucho saliendo a la montaña y también con las noches del húmedo, donde quedaba con sus amigos. Asimismo, confiesa su devoción por los ciclos de música New Age que se hacían en el teatro Emperador, los conciertos de órgano otoñales de la catedral, el continuo dinamismo cultural del Albeitar y la antigua Caja España, aparte de un montón de pequeños locales “que hacían de León una ciudad con una oferta cultural más importante de lo que se pudiera esperar por su volumen poblacional”, asegura Juan Salvador, para quien León, indudablemente, es un peso pesado en la generación de escritores con proyección nacional.

“Basta con ver a los leoneses afincados en Madrid o Barcelona. Por lo que respecta a la 'cantera' hay numerosos colectivos de creatividad literaria que se aglutinan en torno a personas consagradas como Gamoneda, Tomás Sánchez Santiago, la iniciativa cultural Leteo, el Área de las Actividades Culturales de la Universidad, diversos colectivos como Tam-Tam Press, Manual de Ultramarinos, León Literario, Ateneo Varillas...

Como consecuencia de la recesión económica, la cultura también ha experimentado en la ciudad una reestructuración que ha dejado muy disminuidos los patrocinios institucionales, dando paso a las iniciativas de nuevos colectivos mucho más genuinos, aunque de proyección, tal vez, más limitada. Eso mismo se podría plantear en el impulso editorial que, aprovechando apuestas personales ya consolidadas, intenta reinventarse con nuevos proyectos.

...Estoy muy de acuerdo en el cuidado y conservación de los bienes patrimoniales de la provincia y de la ciudad en concreto, pero no a cualquier precio y de cualquier manera, como sucede en el tema de la Plaza del Grano“, se expresa Juan Salvador, quien, en un momento dado, decidió irse a Cádiz en búsqueda de su personal ”mito del sur“, según él.

Allí se dio cuenta de que la actividad cultural de Cádiz es limitada en comparación con la ciudad de León. Aunque también reconoce que su paso por Sanlúcar y el Puerto de Santa María le enseñaron una nueva filosofía de vida y despertaron su creatividad literaria que, “desarrollada en León”, se tradujo en su libro 'Leyendas de los Reinos de la Meseta Norte', que publicara la editorial andaluza Almuzara el pasado año.

“Un libro fundamental para conocer la esencia de las almas castellana y leonesa”. Una obra escrita en una elegante prosa poética bajo la que subyace la Historia, que tiene una importancia capital, en opinión de su autor.

Narraciones, antes que leyendas, en las que figuran personajes, conocidos o anónimos, mostrados desde diferentes puntos de vista, “ya sea su mundo interior, la imagen que sobre ellos tienen los familiares, o a través del estudio de su época”, apostilla Juan Salvador, que se ha centrado, en cada Edad Histórica, en momentos que definen de un modo particular la Meseta Norte.

Como consecuencia de la recesión económica, la cultura también ha experimentado en la ciudad de León una reestructuración que ha dejado muy disminuidos los patrocinios institucionales, dando paso a las iniciativas de nuevos colectivos mucho más genuinos, aunque de proyección, tal vez, más limitada

Respecto a la Edad Antigua, por ejemplo, se ha centrado en la presión que ejerce Roma después de Numancia (133 a. C.) sobre la Meseta, y en la represión que practica sobre las tribus astures, arévacas y vacceas.

'Leyendas de los reinos de la meseta norte' está conformado por trece relatos, cuyos “protagonistas parecen sobrepasar el momento en el que vivieron y convertirse en prototipos de las gentes castellano-leonesas”.

El propio autor hace un análisis pormenorizado de las narraciones que componen su libro:

“En los dos primeros relatos, 'La Canica' y 'El Trisquel', son dos objetos simbólicos que hacen de unión entre la historia que se cuenta hace 2000 años y el relato de personajes del siglo XX. Es decir: las gentes celtibéricas y sus ritos son intercambiables con personajes actuales.

En 'La Canica' los pueblos vacceos y arévacos aceptan la alianza con Sertorio en las guerras civiles, es el modo de adaptarse al rodillo inevitable de Roma.

Por su parte, 'El Trisquel' nos enseña los ritos de estos pueblos en sus santuarios: ritos prerromanos, diosas romanas o Vírgenes cristianas... que se han mantenido hasta hoy con ofrendas, procesiones, con pendones...

El tercer relato nos cuenta la historia de la indígena 'Cornelia Balba', que se convierte en una gran matrona romana... Siguiendo a Cornelia por las preocupaciones y tensiones del poblado nos parece estar viviendo los afanes y las tragedias intemporales de muchos de los pueblos de la Meseta.

Su cuarto relato, 'Aŷam', ya nos introduce en la Edad Media, entre los siglos VIII al X. Los Aŷam eran, en palabras de su creador, gentes de frontera (no eran ni cristianos ni musulmanes), descendientes de las poblaciones que habitaron desde siempre aquellos parajes del Duero y que se negaron a abandonarlos cuando el Duero se convirtió en tierra de nadie.

El quinto relato lo dedica a Jimena y El Cid. Y lo titula 'Elvira y Sol', en honor a las hijas de estos conocidos personajes, quienes descubren alguno de los secretos de las relaciones en la distancia entre Jimena (refugiada en lugar sagrado) y Rodrigo (desterrado, exiliado, emigrante mercenario en el mundo del Sur). Dos personas unidas por el destino. Ella de León, él de Burgos, dos ciudades en el Camino a Santiago, capitales de los reinos de Castilla y León. Dos formas de entender la vida.

El sexto relato, 'Cuento de la Reina Juana I', nos adentra en la Edad Moderna... en el alma de Juana de Castilla, que luchó toda su vida, a pesar de su enfermedad, con el deseo de ser mujer (“esos años en Flandes experimentó otras formas de vida y cultura”), madre-esposa antes que reina. Y que buscó en Tordesillas el espacio donde refugiarse para ser ella.

Parece que estamos en un relato infantil, sostiene Juan Salvador Chico, pero, en realidad, buceamos en la mente de una persona muy inteligente, que lucha por defender su identidad como mujer entre las tensiones familiares y dinásticas.

La séptima narración, ambientada en el siglo XVIII, se titula 'El sueño de volar', en el que su autor nos muestra un mundo absolutista que cambia con la Ilustración, contándonos cómo fue el Siglo de las Luces a través del modo de vida de las empobrecidas familias nobles de segunda fila, que en ocasiones tienen algún miembro estrambótico con inquietudes científico-culturales. Causa admiración ver a Diego Marín Aguilera, un simple pastor de pueblo –nos aclara Juan Salvador-, cómo desde jovencito mejora e inventa muchas de las máquinas de la comarca, e incluso llegó a construir el primer avión de España (1.793).

'El Empecinado', su octavo relato, nos mete de lleno en la Edad Contemporánea y en la mente del intrépido Juan Martín Díez... qué pudo pasar por su cabeza en los últimos años, qué sintió al ver que el mundo, donde fue un héroe, se desmoronó a su alrededor. Fue una de las víctimas de la brutal lucha del Absolutismo contra el ideario liberal.

El noveno relato, 'Eliodoro', está ambientado en el siglo XIX en la ciudad de León. El mundo mágico de las leyendas perdura en el alma de este priscilianista canónigo leonés del siglo XIX, “el viejo Chantre”, que vive con todo su ser los afanes restauradores de la destartalada catedral de León. Diseccionando la vida de este, analizaremos las transformaciones sociales que trajeron a la ciudad leonesa La Gloriosa y la posterior Restauración de los Borbones.

Está convencido su autor que la recreación más compleja de personajes ha sido el relato de 'Eliodoro', base de un mundo inventado que, a su juicio, flotará en otros textos futuros.

La décima narración, 'Las visiones del Hermano Leónidas', también está dedicada a otro personaje leonés, un hombre bueno, buhonero en el Camino, que vive a caballo entre el siglo XIX y XX. Su espíritu no aguanta el don que le ha sido concedido: la maldición de ver el futuro próximo de las desgracias europeas y españolas de los años 30 y 40 donde el mundo que conoce reventará en pedazos llevándose por delante la vida sencilla que él siempre buscó.

La undécima narración, situada en el siglo XX, nos cuenta la historia de 'El Tío Juanillo', que fuera famoso por las coplas. A través de él nos introduciremos en la vida cotidiana de los mendigos de caridad que trajinaron y sufrieron por los caminos de la Meseta hasta bien entrado el siglo XX.

El duodécimo relato, 'Eso tendrá que verlo Primitiva Llamazares', nos enseña cómo fue el ritual de la muerte en nuestros pueblos a través de su protagonista, Primitiva, una mujer de fuerte carácter, que se resiste con todas sus fuerzas a terminar sus días en una ciudad. Conocedora de los secretos de la vida y los elementos; es capaz de convocar a la propia muerte para cumplir su voluntad como Cornelia.

Y como broche final nos ofrece 'Ellos', un relato acerca de un matrimonio muy anciano, que cada día da un pequeño paseo por las calles de León. Su discurrir lento conmueve a los transeúntes como un doloroso paso de Semana Santa. Son, tal vez, supervivientes de alguno de los pueblos de los valles de montaña anegados por algún pantano, o tal vez, algunas de las personas que abandonaron sus pueblos para buscar mejor vida en la ciudad. Pero, de todos modos, son supervivientes de la vida más dura“.

Se trata, por tanto, de una serie de “narraciones históricas” con una importante base de documentación histórica y gran interés desde el punto de visto propiamente literario.

'Cuentos de Eva Luna', de Isabel Allende, y 'Cuentos Del Reino Secreto', de José María Merino constituyen el imaginario general en el que conectar una realidad histórica mucho más prosaica y contundente

En ámbito de la literatura, reconoce que para componer 'Leyendas de los reinos de la Meseta Norte' tuvo en cuenta dos obras, a saber, 'Cuentos de Eva Luna', de Isabel Allende, y 'Cuentos Del Reino Secreto', del académico y escritor leonés José María Merino. “Ambas obras constituyen el imaginario general en el que conectar una realidad histórica mucho más prosaica y contundente”.

Investigación histórica versus Invención creativa literaria

A este respecto, Juan Salvador dice que hay que diferenciar la investigación histórica de la novela con pinceladas de historia, o de la 'inventio' creativa literaria, aunque tenga un marco espacio temporal ambientado en un proceso histórico.

“Nadie debería utilizar estos trabajos creativos como base ni argumento científico en un debate. Sin embargo, nos encontramos con libros-lectores que suelen confundir el escenario histórico con narraciones que poco tienen que ver con lo demuestra la investigación sobre ese periodo. En este sentido, algunos best sellers, fundamentalmente norteamericanos, han hecho mucho daño a la ciencia histórica. Cierto es que han servido para el gran boom de la 'novela histórica', y para que un pequeño grupo de lectores se acerque a conocer las circunstancias reales de períodos o personajes; pero, en general, se han transmutado las características científicas y lo mismo da que estemos en el imperio Germánico que en el Madrid de los Austrias...”.

La investigación es básica, “puede ser un proceso más o menos consciente”, a la hora de escribir, incluso en la creación literaria, “lo que yo he experimentado es que toda actividad creativa necesita un fundamento de contenidos que se van interconectando como si fueran un puzle; en esos vínculos los elementos conocidos reclaman aclaraciones o nuevas visiones de un hecho que te llevan a buscar o indagar otras características”, matiza Juan Salvador.

Y añade: “En el caso de la creación literatura considero que cada obra es una apuesta específica. Desde el planteamiento de la trama general, la construcción de la ficha de los personajes, la evolución del proceso que crea nuevas situaciones..., todo te hace replantear el modo de utilizar las herramientas del taller de escritura. Cuando inicio un trabajo y los personajes comienzan a hablar, marcan su propio camino; en más de una ocasión, cuando vuelvo a leer reposadamente lo escrito en días anteriores, quedo sorprendido: parece que los personajes hablasen por sí mismos y que yo sólo escribo lo que ellos me marcan al dictado”.

En su caso, tanto la investigación como la escritura van en paralelo desde su infancia. Siempre ha tenido una gran curiosidad por su entorno y esta característica le ha acompañado en muchas de las facetas de la vida.

Cuenta que, en ocasiones, lo absorbente del proceso investigador ha copado todo su tiempo; pero, al final ha terminado aflorando la necesidad imperiosa de escribir literatura. “El puro placer de escribir lo he mantenido siempre; también se disfruta mucho construyendo un texto de investigación”, precisa este Doctor en Historia por la Universidad de Valladolid, cuya tesis doctoral está basada en trabajos de prospección arqueológica sobre la superficie de cientos de hectáreas. “Un monstruo de tesis de tres tomos, modelo de investigación a la vieja usanza”.

Gracias a este trabajo pudo realizar el inventario de más de 150 yacimientos inéditos en la cuenca del Duero (siglos VIII-X), “donde, según la historiografía oficial, debería existir un territorio despoblado. Y estamos hablando tan sólo de la Tierra de Roa en Burgos... A la vez que el trabajo de campo tuve que realizar estudios de toponimia; diseñar fichas de prospección arqueológica, de inventario de yacimientos, de tipologías de cerámica; Después vino el trabajo de mesa: el inventariado de cerca de 10.000 piezas de cerámica y el dibujo a mano de 2.800”, rememora Juan Salvador, quien reconoce que su modo de escribir tiene mucho que ver las lecturas de infancia-adolescencia donde fue construyendo su imaginario personal. “Montones de tebeos y cómics, novelas juveniles, Las Mil y una Noches, Julio Verne... En paralelo con la película que me ganó para siempre: 'Las aventuras de Jeremiah Johnson' (1972), del director Sydney Pollack, con Robert Redford, estarían las lecturas de las colecciones Reno, Arca de Papel y Bruguera. Al final de bachiller el Quijote se convirtió en el libro de lectura antes de dormir y muchas noches sus aventuras fueron parte de mis sueños...”.

Recuerda asimismo que fue, durante su etapa de oro en servicio militar, cuando pudo dedicarse de lleno a la lectura como la forma de “matar los infinitos tiempos muertos en guardias y retenes”, porque además, en la unidad, tenía una buena biblioteca y unos compañeros bibliotecarios de Filología Hispánica fantásticos.

“Siempre llevaba un libro en el bolsillo del pantalón de faena, llegué a leer uno diario... (Mendoza, Vázquez Montalbán, Vargas Llosa, García Márquez, Allende, Clásicos Castellanos, Premios Planeta...)”.

En la última etapa de sus investigaciones, le resulta fundamental el antropólogo americano Marvin Harris y su teoría del materialismo cultural, junto con los historiadores/arqueólogos medievalistas más importantes de la Península.

Después de este libro de 'Leyendas' y sus diversas colaboraciones en revistas, Juan Salvador está ahora con otros proyectos de literatura, “pero siempre con unas pinceladas de historia”.

Lo que yo he experimentado es que toda actividad creativa necesita un fundamento de contenidos que se van interconectando como si fueran un puzle

Confiesa que “Ya tengo otras piezas terminadas o en 'astilleros' que iremos revisando antes de que salgan a la luz”, advierte este historiador, a quien la obra científica le sirve en este momento como experiencia metodológica en la búsqueda de información, a la vez que define su modo de observar y analizar la realidad.

“El bagaje cultural, el hábito de comunicación en el aula son mis pilares a la hora de enfrentarme con la recreación de la realidad o los tipos de personajes”, concluye.

Entrevista breve a Juan Salvador Chico

“La sociedad viene de una larga etapa de corrupción y banalidad que no ha digerido aún”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Hay muchos, pero puestos a escoger volvería a leer 'El nombre de la rosa', de Umberto Eco, 'La sonrisa Etrusca', de José Luis Sampedro, y 'Los girasoles ciegos', de Alberto Méndez. Cada uno de ellos formó parte de un momento importante de mi vida.

Y espero no dejar de leer, varias pilas de libros que esperan en casa momentos sin ocupaciones académicas.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Es difícil escoger. Por despistar, pensando en literatura, me enganchó la colección de las aventuras de Didio Falco, el detective de Lindsey Davis. También el personaje de Pomponio Flato de Eduardo Mendoza; en realidad todos los personajes grotescos de Mendoza me encantan.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

El autor que hace el esfuerzo de presentar un libro merece todos los respetos. Puede que ese libro no sea el momento para mí o, tal vez, no esté en mis prioridades, pero sin duda, habrá personas que le verán virtudes importantes o incluso pueden considerar que es una obra maestra. “Para gustos, los colores”, que decía mi abuela.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Qué difícil, tal vez la constancia, la curiosidad, la inquietud social...

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La honestidad. El honesto es una persona que será fiel, tanto para estar contigo en cualquier faceta de la vida, como para decirte que ya no puede estar a tu lado en el camino. Pero siempre sabes a qué atenerte con él.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La sociedad viene de una larga etapa de corrupción y banalidad que no ha digerido aún. En España esta situación se proyecta cada vez más en el aumento de la desigualdad, en una transformación política que no termina de arrancar y en un bloqueo muy importante de las instituciones: puertas giratorias, capitalismo de amigotes con socialización de las pérdidas y privatización de los beneficios; la política como oficio sin cualificación ninguna... Y de fondo, la aplicación de una política ultra liberal que en algunos aspectos nos recuerda la Restauración Alfonsina de principios del siglo XX. Por no hablar de la aparición de un nuevo concepto político llamado el “tancredismo” que tiene como máxima filosófica: “yo no sabía nada...,” “a mí no me echan de la poltrona ni con agua caliente”.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

El cine, la música, una buena comida, viajar. Si lo haces con las personas que quieres, eso ya es el paraíso.

¿Por qué escribes?

Es una inercia desde mi infancia. Me encanta construir un texto. Su sonoridad, cuando se ajusta en las palabras precisas, genera una melodía con un ritmo perfecto. De ese modo cada obra en su estilo tiene una armonía definida.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Para ejercitarse no, tan sólo es una mera manera de estar comunicado, de darte a conocer. Te acerca la información de un modo más rápido de algunos datos, pero muchas veces debo recurrir a los libros y enciclopedias de la biblioteca o de mi casa.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

No tengo nada predefinido. Parto siempre de la observación y de la experiencia previa y personal. En ocasiones puede ser un dato que leo, o de cosas que he estudiado o visto. También la vivencia de los viajes constituye una buena documentación.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Sigo algunas páginas de escritura y talleres literarios como escritores.org y participo de los colectivos Tam-Tam Press, Manual de Ultramarinos y León Literario, entre otros. Suelo utilizar el facebook que me sirve para presentar e informar de mis actividades.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Propongo dos:

“Conocer es poder”... (Ser, Hacer, Entender, Vivir...)

“La Carne (el impulso humano) es más fuerte que el Acero” (El limes romano, la muralla china pasaron. Las vallas actuales, el muro de Trump, pasarán y sólo dejarán un estéril e inútil dolor).

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