La España Desconectada, la desesperante vida en los pueblos donde casi no hay internet y falla constantemente el móvil

Hace años que en Soto de Sajambre se habilitó el 'Punto de cobertura', único lugar donde se podía conectar un móvil de las compañías de entonces. / Foto: Mauricio Peña.

Jesús María López de Uribe

Internet. La panacea universal que supuestamente permite a cualquiera crear un negocio web con el que pueda vivir de él y hasta competir con los grandes distribuidores o ser el próximo Amazon. El futuro del mundo. Algo similar a lo que se decía del teléfono en el siglo XX cuando sólo transmitía voz. Aquella persona o pueblo que no lo tuviera era de segunda categoría y era como si no existiera.

Muchas promesas y brillantes declaraciones de los políticos y los presidentes de las compañías de telecomunicaciones hablan del enorme potencial de la economía digital, pero hay lugares donde todo eso suena a cuento, a engaño. A risa por no provocar otras emociones. Es la España Desconectada.

¿Qué pasa cuando en pleno siglo XXI un pueblo se queda sin cobertura telefónica y no tiene internet? Que queda a la espera de su desaparición, porque la vida se puede hacer extremadamente complicada para sus vecinos y hacer cerrar sus negocios, porque pagar por estas tecnologías muchas veces parece una estafa, si no lo es directamente.

El recoleto pueblo de Santa Marina de Valdeón, donde está el cámping de la zona leonesa del Parque Nacional de Picos de Europa, lleva a día de hoy nada menos que 25 días seguidos sin cobertura de Movistar. A mediados de julio, Caín se quedó otros 15 días sin conexión. “En temporada alta de turismo y nadie hace nada, nada, nada...”, protesta el concejal de la Unión del Pueblo Leonés en el Ayuntamiento de Posada de Valdeón, David González Sierra, que denunció esta semana la nefasta gestión de internet de la Junta de Castilla y León.

¿Cuánto perjuicio puede provocar en los negocios de cualquier lugar una cosa así? Bastante. En Santa Marina, uno de los pueblos de la entrada leonesa al Parque Nacional de Picos de Europa, hay varias casas rurales, las plazas del camping son más de un centenar y una empresa de rutas a caballo “sin móvil no puede hacer casi nada”.

Hace unos años ya se hizo famoso Soto de Sajambre —en el valle de al lado de Valdeón, también en Picos—, por su 'punto de cobertura' de tecnología imaginativa montañesa: una piedra en la que los usuarios se debían subir, esperar unos segundos a cogerla y no moverse para conservar la llamada. La foto que ilustra la apertura de este reportaje es el ejemplo más gráfico de esta España Desconectada.

Ya no son tiempos en los que se puede asegurar que para vivir en un pueblo no es necesaria la tecnología. En esencia si se quiere vivir como un eremita de antes del siglo XIX, sí; pero, si se quiere asegurar la pervivencia de una localidad, sin ella poco se puede hacer. La falta de inversiones de las empresas operadoras, de rapidez a la hora de reparar las averías, y la nula protección al consumidor de la Administración Pública en este sentido lleva muchos días al enfado e incluso a la desesperación a sus habitantes.

Sin datáfono... ni cajero automático

Un ejemplo de ello es lo que ocurrió en Posada de Valdeón cuando una 'avería' telefónica imposibilitó a un hotel rural poder cobrar con el datáfono a los clientes durante 24 horas: el casi centenario Hostal Casa Abascal, que precisamente regenta González Sierra.

“Explica tú en estos tiempos que corren que no les puedes cobrar porque no hay cobertura para que funcione el datáfono. Es que se lo comentas a los clientes y no veas las caras que ponen. Alucinan, no se lo pueden creer”, comenta.

¿Cómo esperar que los alojados tengan dinero en efectivo para pagar los servicios de la estancia? Sacando dinero en el cajero automático pensará el urbanita de turno, el que todo lo tiene casi sin ningún problema a pocas calles de distancia.

Pero en Posada no es así. Se siente. Como en la mayoría de localidades de la provincia de León no tiene ningún cajero porque, los bancos también han abandonado las zonas rurales. Hasta tal punto la crisis ha golpeado más al mundo rural que hay menos oficinas en la provincia que en 1981 y los pueblos luchan por no perder la oficina, como ocurrió en Almanza, con todo lo que pueden.

Son pequeñas cosas del día a día, pero que sumadas volverían loco a cualquiera. Sólo habría que pensar en los gritos que pegaría el de ciudad si se encontrara en sólo una de esas situaciones jornada sí, jornada no.

Un informe publicado en 2017 ya advertía que los cierres de oficinas en el entorno rural suponían que el 15% de la población de la provincia de León no tuviera acceso a servicios financieros en su municipio. Entonces eran 131 de los 211 municipios los que no tenían ninguna oficina de ningún banco. ¿Cómo gestionar tu dinero si ni siquiera internet es fiable? Descargar el correo electrónico a veces es un suplicio, enviar uno es imposible en más del 60% de los 1.400 pueblos de la provincia. Enviar una transferencia es una aventura, así que lo de la banca por internet no sirve para nada.

“Lo peor es que cuando nos quedamos sin internet ya no sólo es no poder cobrar, sino que tenemos que confiar en los clientes que cuando lleguen a su casa nos abonen los servicios a mayores de la estancia, porque afortunadamente suelen pagar por adelantado en plataformas de reservas de alojamiento”, indica González. “Pero además, otro problema es que cuando falla la Red tampoco podemos saber quién ha reservado y qué, porque no podemos entrar a comprobarlo”, remacha.

Para colmo, con esa nula conectividad es imposible para cualquier establecimiento hotelero rural ofrecer al cliente canales dedicados de series como Netflix, HBO o Amazon. Ya puede preguntar el visitante, que el dueño sólo se podrá encoger de hombros.

Los vecinos de la mayoría de pueblos de la montaña se tienen que conformar, con suerte si no se 'cae' también la señal, con la TDT del aparato de televisión convencional. Una diferencia más incluso en el ocio al que pueden acceder con respecto a la España conectada; que puede parecer una tontería, pero que a cualquier vecino de una ciudad resulta una gran molestia dados los nuevos hábitos de consumo.

Consultorios sin acceso a las historias médicas

Pero lo peor es lo que sufren las localidades rurales que tienen la suerte de disponer de un consultorio médico. O la desgracia que sufren los profesionales sanitarios en ellos. Da igual que sean de montaña o de secano. O que incluso estén relativamente cerca de la capital de la provincia. Las zonas 'blancas' —el eufemismo que las compañías de telecomunicaciones y la administración usan para definir los lugares con mala o nefasta conexión, ya que en realidad deberían llamarse zonas oscuras— son tan malas en los pueblos escarpados como en la zona del Páramo o en el medio del Sur de la provincia cuando las localidades están lejos de las poblaciones más grandes.

O si cabe peores en éstas, donde los municipios tienden a ser de menos de 250 habitantes y a las operadoras no les interesa ni mucho menos invertir. Tan poca gente no da dinero para compensar la inversión. Les resulta tal incordio que sólo instalaron hace unos años la que algunos llaman internet a la velocidad de la Edad de Piedra. Es más, hasta el propio consejero de Fomento de la Junta de Castilla y León, el leonés Juan Carlos Suárez-Quiñones reconoció en 2016 que la velocidad que ofrece el servicio universal (un mega) es “insuficiente para montar un negocio o proyecto en el mundo local”.

Con esta circunstacia se descubre uno de los males de la digitalización de la Administración Pública. Años vendiendo que todo se pase a bits y se envíe por las Redes de Telecomunicación como si fuera un hito importantísimo de avance de la burocracia, pero acallando las protestas de los médicos rurales.

Con conexiones en las que no hay forma de enviar y recibir emails, es una locura pretender que puedan tener acceso a las historias médicas de los pacientes en PDF, o a las radiografías y pruebas de los hospitales. Ya no es que el sistema telemático falle como una escopeta en la ciudad, es que en los pueblos es un milagro que esté conectado. La desesperanza de los sanitarios rurales es de tal calibre por no poder hacer bien su trabajo, que la mayoría abandonan y son los vecinos del mundo rural los que se quedan sin este servicio tan indispensable, empeorando su nivel de vida en el pueblo y posiblemente terminen yéndose después.

Por no hablar de los enormes problemas que da al ciudadano rural conseguir un mero certificado de Hacienda o de la Seguridad Social, que en general se consiguen de forma telemática. Otra misión imposible que puede llegar a dar situaciones tan surrealistas como tener que bajar de la montaña para conseguir el papel, sin haber podido siquiera conectarse con la web de la Agencia Tributaria para pedir cita... y tener que darse la vuelta después de hora y media de viaje a León por que no atienden si no se ha solicitado de forma previa... mediante internet.

Y claro, hay que imaginarse los disgustos y cabreos de los habitantes del mundo rural a cuenta de estas circunstancias que les hace sentirse agraviados y ciudadanos de segunda. O a paisanos de setenta años, poco dados a entender la tecnología, ante cosas como que el médico no pueda atenderle de la forma adecuada, o a meterse viajes de cientos de kilómetros para que les 'echen' de la oficina de Hacienda cuando necesitan un documento de forma urgente... por no haber sabido, o podido, conectarse a internet en su casa o por teléfono.

Averías que ponen en peligro la vida de los vecinos

Pero lo más grave ya no es que el médico no pueda atender a sus pacientes con las herramientas de las que tanto se vanaglorian los políticos, sino que la falta de tecnología de telecomunicaciones pueda poner en riesgo la vida de quienes viven en los pueblos.

Esto mismo ocurrió en febrero de 2017, en la pequeña localidad de Santibáñez de la Lomba, en Riello. Un vecino que se acababa de quedar viudo se quedó sin servicio de teleasistencia durante quince días. Totalmente incomunicado. Un hombre de 84 años que no podía conectarse al servicio como consecuencia de una avería en la red telefónica que Movistar no solucionaba pese a las protestas de su hija, que residía en León.

De haber sufrido cualquier tipo de contratiempo, como por ejemplo una caída o cualquier incidente médico hubiera podido tener graves consecuencias, ya que no podía avisar de ninguna manera, al no poder usar teléfono móvil por estar contraindicado al llevar un marcapasos. Y a todo esto pagando 28 euros al mes. Hasta que no salió publicado en ILEON.COM no hubo respuesta de Movistar, que lo solventó al día siguiente.

Una situación agravada porque en esta pequeña localidad omañesa apenas vive una decena de personas, y prácticamente todos de avanzada edad, algo normal en la zona rural de una provincia en la que hay más jubilados que gente con empleo. Aunque parezca mentira, la falta de tecnología en comunicaciones es un problema de salud tan importante que puede llegar a causar muertes.

“La Junta no aprieta, no hace nada, nada, nada...”

“Estamos en el culo del mundo y es que no hace nadie nada, nada, nada... ”, repite amargamente David González Sierra. “No hace mucho una avería dejó a 'oscuras' a todos en Riaño, otro día de Cistierna para arriba. Y Movistar tarda días y días en solventarlo. Pero la Junta pasa de todo, no entiendo cómo no les aprieta, por qué no hace nada, nada, nada”, vuelve a protestar con exasperación.

En León los titulares en los medios de comunicación con pueblos incomunicados por teléfono son ya habituales. En esta búsqueda en Google de las noticias de ILEON.COM que tienen las palabras “sin teléfono” encontramos que Babia estuvo 11 días sin él en abril de 2016, que Balboa estuvo una semana sin cobertura ni TDT en diciembre de 2017, Caín (también en Valdeón) más de dos semanas fuera de línea en julio de 2018, los pueblos turísticos de Compludo y Peñalba de Santiago estuvieron 30 y 45 días desconectados este año 2019 y Santa Marina de Valdeón tuvo ya otros diez días sin señal en febrero.

Y éstos son los que se saben y llegan a las noticias, porque apagones de horas y días hay en multitud más de la provincia. Eso si se tiene la suerte de tener cobertura, porque encontrarla en la comarca de La Cabrera, o incluso disponer de internet a más de dos megas, sigue siendo algo del futuro.

Si la pelea con el router de la Wi-Fi, conectándolo y volviéndolo a conectar, es constante en los pueblos más grandes y en las cabeceras de municipios con más de mil habitantes —que además sufren velocidades bastante lentas inasumibles en una ciudad—, la batalla en los más pequeños llega hasta el punto de tener que rezar cuando se necesita hacer algo importante. Casi que lo mejor es llamar a un familiar que viva en la capital para que lo haga por ti. Si es que consigue escuchar lo que se le pide por los problemas de conexión. Así es la vida de muchos ciudadanos rurales en la España Desconectada.

Pésima calidad de internet en el 98,5% de municipios leoneses

Las estadísticas son contundentes: la provincia de León bate todos los récords negativos en cuanto a conectividad y acceso de su población a la conexión a internet de banda ancha de nueva generación, como mínimo a 30 megas. Lo dicen las cifras oficiales del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Y lo peor es que las autoridades reconocen que seguirá así, sin mejorar en esas zonas, hasta más allá de 2020. Y eso si se tiene la suerte de no ser zona de montaña.

De hecho, la banda ancha de nueva generación no llegará pasado ese tiempo a un tercio de la población de Castilla y León y a casi la mitad de la población de la provincia leonesa. Y si el pueblo tiene suerte, dependerá de Movistar, que además tiene las tarifas más caras de todas las operadoras.

León era la provincia más afectada por las zonas 'blancas' en 2016 e Industria estimaba que no habría avances en tres años, hasta 2020. Son más de mil zonas de cobertura de ínfima calidad —por debajo de 30 megas pero más cerca de los 10 o peor— pertenecientes a 208 municipios, en las que residen 204.600 habitantes.

O sea, todos los municipios de menos de menos de 10.000 habitantes, es decir, al margen de León, San Andrés del Rabanedo y Ponferrada, Villaquilambre (sólo en su zona urbana), Astorga, La Bañeza y Villablino. Y cuanto más pequeña es la localidad la cosa se pone peor.

En junio de 2018, según los últimos datos del la Secretaría de Estado de Avance Digital, en la provincia de León había 83 pueblos a los que aún no llega internet. Que tienen cobertura del 0% en la tecnología de menos de dos megas tal y como apuntan los últimos datos de junio de 2018. De las 1.404 localidades leonesas sobre las que informa, sólo 12 tienen cobertura 100% en todas las tecnologías de comunicación; por contra 843, el 60% tienen que convivir con velocidades de menos de 10 megas. Y por desgracia, la mayoría con una velocidad más cercana a uno y a dos.

La esperanza de 191 pueblos son los planes para poner internet en todos los centros educativos a 100 megas con la iniciativa Escuelas Conectadas puedan mejorar la cobertura. E incluso en alguno más de los nueve de la provincia, siete rurales, en los que la Unión Europea financia la puesta en marcha de una red Wi-Fi. Pero los municicipios de menos de mil habitantes, que son la inmensa mayoría (148 de 211, el 77,2%), escasamente tienen una conexión que llegue a 5 megas o que se acerque a diez. Y son planes a terminar el año que viene.

La inmensa mayoría de las localidades de León, que concentran poco menos de la mitad de los habitantes de la provincia, son el ejemplo de un país sin conexión que se extiende por toda la Región de León y que se puede encontrar también en las provincias castellanas de Burgos, Palencia, Ávila, Segovia o Soria, o en Teruel, Cuenca y Guadalajara y en la mayoría de los municipios de montaña de esta península ibérica.

En España hay otro país con comunicaciones que se quedaron en el siglo XX, que por mucho que las autoridades y el Estado digan que quieren ponerlo en el siglo XXI se queda con derechos digitales de segunda, sino de tercera por un más que evidente olvido de las operadoras y dejadez de las autoridades a la hora de exigirles eficiencia. En la Edad de Piedra de las telecomunicaciones, como en Soto de Sajambre.

Es esa España Desconectada, donde los vecinos aún resisten en sus pueblos; a veces de forma heróica sorteando problemas que un habitante de una ciudad consideraría directamente una estafa en el servicio. “¿Qué haces si no? ¿Vas a abandonar el pueblo y tu trabajo de toda una vida? ¿Cómo luchas con Movistar si es imposible? No hacen caso a nadie, lo único que no entiendo es cómo las autoridades no les ponen las pilas de una vez”, se resigna con amargura David González.

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