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Protege tu piel del sol para prevenir el cáncer de piel

El cáncer de piel es una enfermedad que afecta cada vez a más personas en todo el mundo. Con la llegada del verano y el aumento de la exposición solar, es importante entender los riesgos que conlleva y tomar precauciones para proteger nuestra piel. Con esto no decimos que tengas que evitar el sol a toda costa, todo lo contrario, ya que tiene muchos beneficios físicos y mentales. Lo que sí te proponemos es que sigas una serie de consejos para quedarte con lo mejor de tomar el sol sin riesgos.
Lo bueno de un rayo de sol
Vamos a empezar diciendo que tomar el sol con moderación y siguiendo las precauciones adecuadas puede proporcionar ciertos beneficios para la salud.
- Síntesis de vitamina D: La exposición solar es la principal fuente de vitamina D para nuestro organismo. La vitamina D es esencial para la correcta absorción del calcio y el mantenimiento de huesos fuertes. Además, juega un papel importante en la función inmunológica y la salud del corazón.
- Mejora el estado de ánimo: La luz solar estimula la producción de serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. La exposición al sol puede mejorar el estado de ánimo, reducir los síntomas de depresión leve e incluso aumentar la energía y la motivación.
- Regula los ritmos circadianos: la exposición al sol ayuda a regular nuestros ritmos circadianos, que son nuestros relojes internos que controlan los ciclos de sueño y vigilia. La exposición adecuada a la luz solar durante el día puede ayudarnos a dormir mejor por la noche y a tener un sueño reparador.
- Estimula el sistema inmunológico: la luz del sol puede tener un efecto positivo en nuestro sistema inmunológico al aumentar la producción de glóbulos blancos, que son responsables de combatir infecciones y enfermedades.
- Mejora la salud de la piel: la luz solar controlada puede ayudar a mejorar algunas afecciones de la piel, como el acné, la psoriasis y el eccema. Además, la exposición al sol puede tener un efecto positivo en la cicatrización de heridas y promover la producción de vitamina E, que es beneficiosa para la salud de la piel.
Cuando calienta el sol
Es importante señalar que estos beneficios se obtienen con una exposición solar moderada y responsable. La sobreexposición a los rayos UV puede tener efectos adversos en la piel, incluido el envejecimiento prematuro y un mayor riesgo de cáncer de piel.
Para ir más allá del nombre, que ya de por sí asusta, el cáncer de piel es una afección en la que se forman células malignas en los tejidos de la piel. Existen varios tipos de cáncer de piel, siendo los más comunes el carcinoma de células basales, el carcinoma de células escamosas y el melanoma.
La sobreexposición a los rayos UV del sol, así como el uso excesivo de cabinas de bronceado, son los factores de riesgo más importantes para el cáncer de piel. Otras causas pueden ser los antecedentes familiares de la enfermedad, piel clara, quemaduras solares previas, múltiples pecas o lunares y un sistema inmunitario debilitado. Si no se detecta y trata a tiempo, el cáncer de piel puede provocar complicaciones graves, como la propagación a otros órganos y tejidos, lo que dificulta el tratamiento y reduce las posibilidades de supervivencia.

Una razón de peso para seguir siempre las recomendaciones de protección solar y se debe evitar la exposición prolongada durante las horas de máxima radiación. Es por ello, que el día 13 de junio se celebra el ‘Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel’, con el objetivo de concienciar a la población sobre la importancia de adoptar buenos hábitos relativos a la exposición solar.
Antes de ver el sol
La Organización Mundial de la Salud recomienda las siguientes medidas para protegerse de la exposición excesiva a las radiaciones ultravioleta.
Limitar la exposición al sol: hay que evitar la luz solar directa durante las horas en que la radiación ultravioleta es más alta, generalmente entre las 10 a. m. y las 5 p. m. y 4 p. m. Se recomienda buscar sombra y usar protección adicional en los días soleados.
Usar el protector solar adecuado: aplicar un protector solar de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30. El número hace referencia a los minutos que es efectivo una vez aplicado. Hay que asegurarse de cubrir toda la piel expuesta, incluida la cara, el cuello, los brazos y las piernas. Pide ayuda si es necesario para llegar a todos los pliegues de la piel y no te olvides de los empeines, que no hay cosa más molesta que unos pies calcinados. Vuelve pasado ese tiempo, después de nadar o sudar en exceso. Pero no solo para tomar el sol directamente, también cuando llevas ropa hay que aplicar abundantemente y renovar en aquellas zonas de la piel que no estén cubiertas.
Utilizar ropa protectora: se recomienda ropa de manga larga, pantalones largos y telas gruesas de colores claros para bloquear los rayos UV. Hay ropa especial con protección solar incorporada que puede ser especialmente útil.
Proteger la cabeza y los ojos: Usar un sombrero de ala ancha para protegerse la cara, el cuello y las orejas del sol cerradas a los lados que den una protección del 99% al 100% contra las radiaciones ultravioleta A y B. Además, es aconsejable ponerse las gafas de sol con protección UV para proteger sus ojos de los rayos nocivos.
Evitar las cabinas de bronceado: Emiten rayos UV que pueden dañar la piel y aumentar el riesgo de cáncer de piel. Es mejor optar por alternativas seguras e inocuas, como los autobronceadores. El uso de estos aparatos antes de los 35 años de edad acompaña un aumento del 75% del riesgo de melanoma maligno. Las cabinas y las lámparas bronceadoras no deberían usarse a menos que sea bajo supervisión médica.
Autoexaminarse regularmente: Es necesario conocer nuestra piel para ver si hay cambios, como nuevos moretones, lunares que cambian de tamaño o forma, o heridas que sangran o no cicatrizan. Si se nota algo inusual, hay que consultar a un dermatólogo de inmediato. Esto no quita que se pueda consultar a un profesional una vez al año si se tienen antecedentes familiares de cáncer de piel o se han tenido lesiones cutáneas sospechosas en el pasado.
Proteger a los niños pequeños: Los niños tienen una piel especialmente sensible, por lo que la protección solar es fundamental. Hay que vestirlos con ropa protectora, aplicar protector solar con frecuencia y dejarlos a la sombra durante las horas en que la radiación UV es más fuerte.
Hidratarse correctamente: Mantener la piel hidratada es importante para la salud en general. Por eso, es importante beber suficiente agua durante el día para mantener la piel y el cuerpo hidratados, especialmente durante los calurosos meses de verano.
Al sol hay que tenerle respeto, pero no miedo y podemos seguir presumiendo de bronceado en verano. El cáncer de piel es una enfermedad peligrosa, pero con las precauciones adecuadas, podemos reducir significativamente el riesgo de contraer la enfermedad.