Cuando la nieve y el frío se cuelan por las paredes dejando estampas históricas en León

El Palacio Episcopal de Gaudí y Museo de Los Caminos en Astorga bajo la nieve de enero.

Nuria V. Martín

La nieve, que muchos consideran un regalo del invierno, tiene una doble cara en la provincia de León. Por un lado, transforma paisajes urbanos y rurales en postales de ensueño; por otro, plantea importantes desafíos para la conservación del patrimonio histórico.

Nevadas épicas que dejaron huella en León

La memoria colectiva de los leoneses guarda relatos de nevadas legendarias. De las más recordadas es la de 1954, cuando la provincia quedó prácticamente incomunicada por días. En los pueblos de la montaña, las casas desaparecían bajo capas de nieve de más de un metro, obligando a abrir túneles para salir a la calle. Pero ya en 1953 cayó otra nevadona que incomunicó León y Asturias, que reflejó el NoDo en una pieza llamada 'Nieve en la vía' en la que los operarios de Renfe luchaban por despejar la comunicación ferroviaria. En el siglo XIX, en el año 1888 cayó una nevada de tales dimensiones que ha quedado en los anales meteorológicos como la de 'los tres ochos', bloqueando Asturias, León y Cantabria durante semanas.

Grupo de operarios de la Renfe espalando para sacar a paladas un tren en la línea León-Asturias 1953

Otra nevada significativa fue la de 1985, que paralizó durante semanas los accesos en buena parte de la montaña leonesa y dejó estampas invernales inolvidables en localidades como Villablino y Riaño. En el entorno rural, las familias vivieron el aislamiento con resignación, ya que tuvieron que improvisar soluciones para mantener sus hogares calientes y sus animales a salvo.

Entre el 31 de enero y el 8 de febrero de 2015, la provincia de León vivió una de las nevadas más intensas de las últimas décadas. Las comarcas de la montaña central, oriental y occidental quedaron sepultadas bajo metros de nieve, aislando numerosos pueblos durante más de diez días. Localidades como Llánaves de la Reina y Pendilla de Arbas registraron espesores significativos, con imágenes que mostraban calles y viviendas prácticamente enterradas. La magnitud del temporal llevó a la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para despejar carreteras y asistir a las comunidades afectadas.

Una buena nevada en Laciana

Seis años después, en enero de 2021, la montaña leonesa volvió a enfrentarse a un episodio similar. Las intensas nevadas acumularon hasta dos metros de nieve en zonas como Picos de Europa, rememorando la 'Nevadona' de 2015. Pueblos como Maraña quedaron incomunicados, y las temperaturas descendieron por debajo de los diez grados bajo cero, manteniéndose en valores negativos durante días.

Uno de los casos más destacables fue Llánaves de la Reina. Llegó a sumar 8 días de absoluta incomunicación, hasta que el 10 de febrero un equipo del Greim de la Guardia Civil consiguió hacerles llegar comida y medicinas en una travesía a pie y esquí.

Aunque es cierto que ya no nieve como antes, estas experiencias más o menos recientes remarcan la importancia de estar preparados para fenómenos meteorológicos extremos en la provincia.

La Guardia Civil tuvo que acceder en esquíes en 2015 a Llánaves de la Reina

Patrimonio a prueba del frío de nieve

La nieve es como un lienzo que embellece la arquitectura, pero también actúa como un agente erosivo. El peso de la nieve en techos y cubiertas puede generar grietas, filtraciones y desprendimientos. En la Catedral de León el deshielo es uno de los mayores enemigos. Cuando el agua de la nieve se infiltra en las juntas y se congela de nuevo, se expande, dañando las piedras y debilitando las estructuras.

Los protocolos invernales son esenciales para proteger estos tesoros arquitectónicos. Equipos especializados inspeccionan regularmente las estructuras para evitar males mayores, aunque la batalla es constante. En las zonas rurales, la situación es aún más delicada: muchos edificios históricos no cuentan con los recursos necesarios para un mantenimiento adecuado.

Paisaje de León nevado con la Catedral de León iluminada

Las nevadas, además de dejar huella en los monumentos, han moldeado una identidad resiliente. Los relatos de familias luchando contra el aislamiento, las fotografías de niños jugando en plazas nevadas y las estampas de un León blanco han alimentado un vínculo emocional entre generaciones.

Cada año, cuando caen los primeros copos, los habitantes de León miran al cielo con una mezcla de ilusión y respeto. La nieve, que embellece y desafía a partes iguales, es un recordatorio de que el tiempo y el clima son parte inseparable de la vida de la provincia.

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