Pablo Herreras, el leonés que vende la imagen de España y de León en Jordania
Pablo Herreras Delgado, un joven leonés que se formó en la Universidad de León (ULE), en donde estudió la titulación de Comercio Internacional en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales en la promoción que se graduó en 2019, desempeña desde enero de 2024 labores de asesor comercial en la Embajada de España en Ammán (Jordania), en lo que constituye un paso más en una trayectoria formativa y profesional que le ha llevado a pasar largas temporadas en París (Francia) y en Estocolmo (Suecia).
En la Oficina Comercial de la Embajada de España, Pablo Herreras se ocupa de tareas encaminadas a facilitar contactos y la relación de empresas españolas y jornadas. “En España, –explica–, destacamos notablemente en el ámbito de las infraestructuras, una realidad que, sorprendentemente, no es ampliamente conocida dentro de nuestro propio país. Además, en Jordania salen constantemente licitaciones para grandes proyectos, es un país en continuo desarrollo, con un crecimiento sostenible y que, por tanto, ofrece innumerables posibilidades para las empresas españolas tanto en comercio como en inversión”.
Las visitas y reuniones forman parte del día a día, y no es rara la presencia de delegaciones empresariales o de representantes institucionales al más alto nivel, como el reciente viaje del Rey de España, evento en el que el antiguo estudiante de la ULE se hizo cargo de aspectos relacionados con la organización, agenda, reuniones y demás y en el que también tuvo ocasión de saludar a Felipe VI.
Recuerdos de su paso por la Universidad de León
Pablo Herreras comenta que fue en cuarto de la ESO cuando le empezó a gustar la economía, gracias a Marta, una profesora que más adelante le animó a presentarse a un concurso provincial que organizaba Ildefe: “Recuerdo que ganamos el premio de mejor proyecto breve, -explica-, lo que me dio más ganas de centrarme en este campo. Además, siempre tuve vocación viajera, así que Comercio Internacional me pareció la mejor opción”.
De su paso por la ULE se queda sobre todo con los amigos que hizo estudiando la carrera, y sonríe al hablar de “las largas noches de estudio y las celebraciones después de los exámenes”. En cuanto a la calidad de la formación, dice que dependió en gran medida de cada asignatura y del profesor que la impartía, porque en su opinión había gran diferencia entre unos y otros. “De todas formas, –añade–, la formación que obtuve en la ULE ha sido fundamental para mi desarrollo tanto personal como profesional, y es la que me permitió estudiar y trabajar en el extranjero y, por supuesto, estar ahora en Jordania”.
El joven leonés relata que durante la carrera realizó un erasmus + en el Institut Supérieur du Commerce de París, y después realizó su segundo erasmus + en Suecia. “Allí me quedé trabajando, más tardé volví a España a completar mis estudios en la ULE, -explica-, y en cuanto acabé regresé a Estocolmo, donde me quedé casi dos años viviendo”.
El siguiente paso fue completar el máster en Gestión Internacional de Empresas del Instituto de Comercio Exterior (ICEX). “Sabía que no era fácil entrar, pero era un máster que me había llamado la atención desde el principio, incluso antes de empezar la carrera ya sabía de su existencia, y tras mudarme a Madrid desde Suecia, me propuse continuar con los estudios y este máster era la elección perfecta”.
Una estancia que no se ve afectada por la guerra
Los ataques que Israel está cometiendo en la zona, el genocidio del pueblo palestino y los bombardeos e incursiones en Gaza, el Líbano y ahora Irán, apenas a unas decenas de kilómetros de Jordania, no parecen afectar al día a día. “Lo que está sucediendo no tiene repercusión en la seguridad ciudadana en Jordania, sin embargo, es un tema extremadamente sensible, la mayoría de la población de este país tiene orígenes palestinos, entre un 60 y 70 %, así que te encuentras con una atmósfera general de tristeza e impotencia frente a lo que está sucediendo no tan lejos de sus casas y para muchos, a sus familiares”.
A pesar de esta situación, Pablo Herreras explica que lleva una vida llena de planes. “Los fines de semana los utilizo para u ocio en la ciudad o para escapadas por el país, ya que, afortunadamente, todo está relativamente cerca de la capital”.
Jordania es un país muy diferente a aquellos a los que estaba acostumbrado, pero “esa diferencia enriquece mi experiencia. Además, la gente jordana es increíblemente amable, acogedora y generosa, hasta el punto de que desde el primer mes mis amigos locales, no solo me invitaban a sus casas con su familia, sino que también me traían tápers de comida casera hecha por sus madres”.
Las costumbres son diferentes, pero “tenemos muchos lazos históricos que nos unen, además, compartimos la cultura mediterránea que se refleja en la buena comida, el buen clima y la importancia de la vida familiar”.
Pablo Herreras reconoce que lo que más echa de menos es “la familia, amigos, el pescado fresco y, aunque suene a tópico, el embutido. Antes de venir, -comenta-, me aseguré de traer muchas provisiones ya que en este país el cerdo es casi imposible de encontrar, o imposible de comprar por su precio”.