Organizar el Orgullo LGTB en una ciudad como León: entre la falta de apoyo institucional y la cohesión del colectivo
Junio es un mes de Orgullo, en el que los miembros del colectivo LGTBI celebran y reivindican su visibilidad. Este año, la fecha coincide poco después de los resultados de unas elecciones europeas que dejan un poso de temor entre los miembros del colectivo, ante el auge de partidos de extrema derecha que amenazan con recortar los derechos que han conseguido tras décadas de lucha.
En León, el colectivo LGTBI se encuentra disperso y desconectado, ante la falta de gente joven y recursos de ocio para que los miembros se encuentren. La única asociación del colectivo LGTBI de la ciudad y de la provincia que trata de ejercer una labor de unión entre los miembros del colectivo LGTBI es Awen, quien se encarga de la organización de las actividades y la manifestación del Orgullo en León.
En total, tras Awen hay una veintena de personas (contando a los voluntarios y los miembros de la directiva de la asociación) que con pocos recursos aúna esfuerzos para garantizar todos los años una visibilidad del colectivo que es complicada en una ciudad como León, con poca gente joven y escasas opciones para crear vínculos entre personas LGTBI.
Esta situación afecta directamente a la función de la asociación, que no cuenta con recursos personales, económicos o materiales para obtener las subvenciones que le permitirían organizar un mayor número de actividades. “Si fuésemos más, podríamos contratar a alguien para que gestione la parte económica y obtener subvenciones”, reconoce Patricia Muñiz, voluntaria de la asociación que formó parte de la directiva hace unos años.
Una donación
Este año, Awen ha obtenido la donación de un voluntario que le ha permitido remunerar “simbólicamente” a los participantes en la organización. Además, cuentan con el Ayuntamiento de León apenas para sufragar los gastos de algunas actividades del Orgullo -este año será una actuación musical- y la cesión de espacios públicos en el edificio municipal CHF para las reuniones semanales que hace la asociación. El resto de administraciones ni aportan ni han aportado nunca ayudas económicas, como confirma el tesorero, José Vicente Hernández: “Con ellos no tenemos relación, nunca la hemos tenido”.
Hernández sí que destaca la colaboración con el Ayuntamiento como positiva: “Nos están ayudando mucho y el contacto está siendo fluido”. También Patricia Muñiz destaca la colaboración con Fundos, que cede espacios en la Casa Botines, para celebrar actividades como la proyección de películas de temática LGTBI, que es otra de las actividades que forman parte de la programación del Orgullo.
A pesar de todo, Muñiz, recuerda que es necesario que sea el Ayuntamiento quien se acerque a la asociación para favorecer un diálogo: “La comunicación ha ido bien pero siempre de nuestra parte, deberíamos hacer un acuerdo de colaboración a dos bandas. Al final somos la única asociación LGTBI de León y a nivel económico es parte de culpa de la asociación, desde el punto de vista de que no tenemos recursos para solicitar subvenciones, pero tampoco nos están ayudando a gestionarlos”.
El Orgullo leonés
Las actividades del Orgullo leonés incluyen fiestas, conciertos, carreras de tacones, citas rápidas, desfiles de moda durante seis días y, por supuesto, la manifestación. Un programa que incluye muchas de las opciones que disponen las fiestas del Orgullo de otras muchas ciudades pero a pequeña escala.
“Aunque sean poquitas cosas es importante que se nos vea, ya no solo por la visibilidad del colectivo sino para que la asociación siempre esté activa y que la gente sepa que existe. Con el poco dinero que tenemos y los pocos que somos creo que bastante hacemos”, valora Patricia.
Aunque sean poquitas cosas es importante que se nos vea, ya no solo por la visibilidad del colectivo sino para que la asociación siempre esté activa y que la gente sepa que existe
Ella, que es de Barcelona aunque lleva años viviendo en León, reconoce que las fiestas del orgullo son dos mundos diferentes en las dos ciudades, precisamente debido a la cantidad de asociaciones y los recursos que tienen las mismas. “Es un mundo aparte respecto a Barcelona, allí hay 15 o 20 asociaciones. Antes de venir aquí hice prácticas en una asociación LGTBI que trabajaba con refugiados en Barcelona. No tiene comparación por el apoyo económico ni los recursos. Además en Barcelona es mucho más fácil mostrarse que aquí, y eso siempre echa para atrás a la hora de participar en el Orgullo”, compara.
Uno de los sueños de Sebastián Cuatín, un joven colombiano recientemente llegado a León, es acudir a las fiestas del Orgullo de Madrid. Este año se estrena con las leonesas, para las que muestra ya mucho entusiasmo, aunque es consciente de que “no se puede esperar que aquí sea un evento multitudinario por ser una ciudad pequeña y el miedo a mostrarse porque sientes que no tienes quién te respalde”, asegura.
También Alba Reyes, que vive en la ciudad de León desde hace tan solo un año y ya acudió al Orgullo del año pasado: “Me lo pasé muy bien. No fui a todo pero a lo que fui me gustó mucho y con los pocos recursos que hay se hace bastante”, valora la joven que es la responsable del diseño de los carteles del Orgullo de este año.
Un colectivo desconectado en León
Tanto Sebastián como Alba, siendo los dos recién llegados a León, cuentan cómo de complicado les ha resultado, desde que viven aquí, establecer contacto con las personas del colectivo LGTBI.
“Es muy difícil conocer a gente del colectivo, la gente es más cerrada y se aísla más. Yo hace tiempo viví en un pueblo en León, en Villadangos, y por entonces había un bar en la ciudad donde te podías relacionar con gente del colectivo. Luego lo cerraron y ahora es más complicado”, cuenta Alba.
Es muy difícil conocer a gente del colectivo, la gente es más cerrada y se aísla más
La falta de población joven y de espacios de ocio para el colectivo dificultan que puedan conocer a otras personas. De hecho, es uno de los motivos por los que en las actividades del Orgullo de este año se ha organizado una actividad de citas rápidas: “Tenemos un problema en León que es la dificultad de conocer a gente del colectivo”, explica Patricia, . “No queremos cerrarlo solo a las parejas porque con la dificultad que tenemos creemos que es importante dar una oportunidad a que la gente del colectivo se conozca”.
Una dificultad que afecta también a la asociación Awen: “Si queremos involucrar a gente joven muchos de ellos son universitarios que se acaban marchando y los que son de aquí también se acaban marchando porque no encuentran oportunidades laborales, ya nos ha pasado un par de veces con gente de la directiva”.
Para Sebastián, de hecho, lo complicado fue contactar con Awen: “Yo desde que llegué, en diciembre, siempre he intentado buscar a la asociación pero la página estaba un poco ‘dejada’ y no sabía cómo se hacían las actividades en el CHF. Fui hasta tres veces y no encontraba el sitio. Alguien que no tenga mucha iniciativa y que no pregunte no se va a enterar de la existencia de la asociación ni se va a tomar el trabajo de hacerlo. Yo tuve que ir juntando información. Eso sí, una vez llegué la atención fue genial, muy atenta”, explica.
No podemos negar que existen prejuicios todavía y que impermeabilizan mucho nuestra vida, es muy constante
Tras las elecciones europeas, en las que se ha dejado patente el auge de la extrema derecha, el colectivo LGTBI sale a la calle a reivindicar sus derechos, que pueden estar en riesgo. Sin embargo, los jóvenes entrevistados reconocen que también estos resultados electorales pueden provocar que la gente decida no mostrarse en el Orgullo: “Igual con los resultados de las elecciones europeas la gente tiene más miedo de mostrarse al igual que hay gente que se reivindicará más”, supone Patricia Muñiz.
“No podemos negar que existen prejuicios todavía y que impermeabilizan mucho nuestra vida, es muy constante. Es miedo a los familiares, al qué dirán… El orgullo es un espacio que supone mucha discriminación por mostrarte. Como aquí es una ciudad pequeña mucha gente evita participar. Es una pena porque se supone que deberíamos evolucionar, no involucionar”, opina Sebastián. “No hablamos de lo que ya tenemos sino de los derechos que podemos perder”, zanja el joven colombiano el gris panorama que amenaza a su simbólico arcoíris.