Un León en obras que divide a los vecinos por sus árboles: desde el ‘corredor verde’ de Nocedo hasta Padre Isla
La ciudad de León vive un proceso de polémica remodelación iniciado por el Ayuntamiento de León que aprovecha para ello la llegada de diferentes lotes de fondos europeos: Edusi y Next Generation. Algunos de los proyectos que lleva a cabo el Consistorio son el corredor verde en la avenida Nocedo y las peatonalizaciones del final de Padre Isla y la calle de Los Cubos que han desatado una guerra entre los vecinos por la presencia (o la ausencia) de árboles.
Cabe destacar que el uso de estos fondos europeos pasa necesariamente por la creación de un entorno urbano más sostenible y responsable medioambientalmente, tanto en el caso de Next Generation (“crearemos espacios verdes en nuestras ciudades”, dicen en su web) como en los fondos Edusi, más encaminado al desarrollo urbano, y que tiene como uno de sus requisitos “Conservar y proteger el medio ambiente y promover la eficiencia de los recursos”.
A pesar de ello, los vecinos de las zonas en las que se han proyectado las obras alertan de que o bien no encuentran los árboles que habían sido proyectados o de que los que ya existían en sus barrios, han sido talados para dar paso a estos proyectos.
Los árboles fantasma de Padre Isla
No son pocas las polémicas que han despertado las obras del final de la avenida de Padre Isla y que forman parte de un proyecto de creación de una Zona de Bajas Emisiones a lo largo de la ciudad para “calmar el tráfico rodado”. De hecho, es tal la atención que despierta este proyecto que no faltan los curiosos que vienen incluso de calles aledañas a observar la evolución de esta obra que fue adjudicada por 1.181.967,32 euros. Árboles o aparcamientos, parece ser la dicotomía que se presenta y sobre la que discuten los vecinos después de que el alcalde anunciase una reducción de los árboles proyectados.
Aunque en la propia web del Ayuntamiento, en la que se detalla el proyecto de Zonas de Bajas Emisiones, se especifica que se plantarán árboles (“este plan para implantar zonas de bajas emisiones en la ciudad permitirá ampliar las aceras, mejorar la iluminación, plantar árboles y dotar al espacio urbano de más mobiliario”) parece que las obras de Padre Isla son una excepción. Aunque el proyecto inicial contaba con más de 70 árboles, finalmente parece que serán una veintena, ante la oposición frontal de varios negocios de la calle, especialmente los dos talleres que se ubican a pocos metros de distancia y que criticaron la desaparición de varias plazas de aparcamiento de las que hacen uso a la hora de reparar los coches.
El alcalde en funciones, José Antonio Diez, hizo unas declaraciones la semana pasada en las que reconoce que se van a reducir los árboles a una veintena, de los más de 70 que estaban proyectados inicialmente, sin haber modificado de manera oficial el proyecto: “Hemos mantenido varias reuniones con vecinos y hosteleros. La idea de la obra era crear una avenida diáfana con sus arbolitos, los vecinos querían y exigían estacionamiento y para hacerlo había que reducir de manera importante el arbolado”, aseguró. Es algo que ha criticado también Izquierda Unida, que asegura que se ha “modificando tanto el proyecto inicial que no tiene nada que ver con su propósito inicial”.
Es precisamente la cuestión de los aparcamientos la que más tensión ha provocado entre los dueños de los talleres y algunos vecinos, que se han quejado de que, ahora que la calle estará al mismo nivel, los talleres están aparcando los coches que reparan en la nueva acera.
Por su parte, ellos desmienten que todos los vehículos sean de sus clientes: “Los coches que se ven en la acera algunos son nuestros y otros son de vecinos. Y por la noche aquí de los míos no queda ninguno. No podemos hacer otra cosa, tenemos que trabajar. Yo he tenido que dejar los coches aparcados incluso en otras calles o tengo que ir a por ellos a cualquier sitio”, afirma Pablo, el dueño del taller Gilmon. Pablo se queja de que nadie ha contado con este tipo de negocios, aunque sí han mantenido reuniones con el Ayuntamiento: “Nadie se ha preocupado por nosotros pero se nos echa la culpa cuando lo único que estamos haciendo es trabajar”.
Aunque la normativa general del municipio de León indica que los coches no pueden estacionar en la acera, los talleres defienden que les han permitido aparcar un mínimo de vehículos en el exterior de sus negocios: “Ya nos han dicho desde los responsables de obras que pongamos los mínimos coches posibles, pero no nos han dado una cifra concreta. Los aparcamos por detrás de la línea gris de la acera para que quede espacio”, asegura Pablo. En los talleres Joaquín de Blas ocurre algo similar: “Nos dijeron que podíamos poner un par de coches a cada lado, pero ¿qué hacemos si viene un cliente sin avisar? No podemos decir que no cuando ya el negocio está sufriendo mucho por las obras. Ganamos lo justo para cubrir los gastos”, explica uno de sus trabajadores.
Para estos talleres la presencia de los árboles es un problema ya que reducía las plazas de aparcamiento: “Ya se van a reducir las plazas de aparcamiento un 20% y si encima ponen un árbol cada seis metros, que era lo que querían, peor. Somos un taller, necesitamos que vengan coches y ya nos han limitado durante todos estos meses el acceso”.
No todos los negocios están descontentos con el proceso de la obra, en la cafetería Ferecor se muestra muy a favor de las obras y rompe una lanza a favor de los talleres: “Un día dieron permiso para pasar y se pusieron 50.000 coches de vecinos, no solo del taller. No hubo civismo, todos nos tenemos que arreglar. Los talleres hacen su labor y es lo que tienen que hacer, yo lo entiendo”.
En su caso, no ha notado una bajada del flujo de clientes y reitera su apoyo a la obra de un barrio en el que vive desde siempre: “Llevo aquí 55 años y a mí, sinceramente, me gustaría que fuese todo peatonal, no quiero ningún coche. Sí que me gustarían más árboles pero esta avenida, que antes era lúgubre, va a quedar mucho más bonita, con luz. Quien diga lo contrario miente. Estamos avanzando y esto nos viene genial para la gente mayor y los niños”.
Opina similar uno de los vecinos que toma algo en el bar: “Yo considero que hay que priorizar los árboles porque plazas de coches habrá aquí al lado, a 200 metros. La gente está mal acostumbrada a aparcar a la puerta, yo apuesto porque haya menos tráfico, menos contaminación… Es algo te de dice Europa y también el sentido común”, afirma rotundamente. “Lo que más me choca es que los comercios lo critican, cuando por aquí va a venir mucha gente de paseo. Yo me siento afortunado de que se haya decidido mirar por este barrio, que no es el centro”.
“Vamos a terminar a tiros”, afirma una peluquera de Padre Isla, que valora positiva y negativamente la obra: “La calle iba a quedar más bonita de lo que va a quedar con los árboles, ahora va a quedar espantoso. Los aparcamientos, que ahora van a estar al mismo nivel, igual nos llegan al escaparate. Está la acera llena de coches y no es normal. Todos los coches son suyos”, afirma refiriéndose a los talleres. “No nos dejan aparcamientos a los demás, yo me he tenido que coger una cochera. Yo he tenido clientas que vienen con el tiempo justo para aparcar el coche y se han tenido que ir porque no tienen sitio para aparcar”.
Una de las vecinas interviene: “Para mí estaba perfecta la calle. Estamos saturados, la mayoría de nosotros, de todo esto. Somos sesenta y tantos vecinos y estamos todos hartos. Tenemos la calle llena de tierra y nos llega hasta las casas. ¿Había necesidad de levantar toda la calle? Cuatro meses así… iban a tardar dos meses y lo que nos queda”.
El ‘corredor verde’ de la avenida Nocedo
Otro polémico caso se corresponde con el proyecto del ‘corredor verde’ de Nocedo-Jovellanos, que se encuentra dentro del plan de creación de siete nuevas zonas verdes en la zona norte de la ciudad. En abril saltaron las alarmas tras la tala de dos grandes árboles que había en la avenida durante las obras de remodelación, una acción que parecía contraria al objetivo de reverdecer el barrio.
El proyecto suma más de 11.000 metros cuadrados y arranca desde la altura de la calle Reyes Católicos, pasando por la bolera de Nocedo y supone la reurbanización de toda la conexión que ya estaba ajardinada y era peatonal cruzando las calles Marqués de Santa María del Villar, Sancho Ordóñez y Obispo Cuadrillero hasta llegar a la calle Padre Risco.
Además aunque se han instalado espacios verdes, en muchos puntos de la avenida el cemento tiene más presencia ahora que antes de esta reforma. El presupuesto para esta obra es de 628.234,53 euros.
A pesar de que el Ayuntamiento no llegó a dar explicaciones que requerían algunos vecinos y Ecologistas en Acción respecto a esta tala, parecía deberse a un mal estado de los árboles. La polémica todavía colea, algunos vecinos defienden la decisión: “Estaba muy mal, tenía mucho peligro. Ahora ese parque ha ganado mucho”, comentan. “Me dio mucha pena cuando lo talaron, yo vivo aquí desde hace 30 años y ese árbol siempre estuvo. Era precioso y daba gusto verlo. De la noche a la mañana lo talaron y se veía que estaba sano”, lamenta otra vecina.
El ‘corredor verde’ de Nocedo no solo despierta polémica por la tala de árboles sino por la falta, precisamente, de verde. Una de las quejas de los vecinos es el abuso de cemento que aparece ahora donde antes había césped y cuestionan la longevidad de la presencia de algunas plantas: “Han dejado alguna acera de color verde y las malas hierbas, supongo que para decir que el corredor es verde”, comenta con ironía una de las dueñas de la mercería Marote, “Han puesto unos helechos que se van a secar porque necesitan mucha agua, no creo que lleguen a verano”. Llaman la atención también las áreas verdes que han colocado en una de las plazas con un parque de niños que, además de barro, tienen una acumulación de basura entre las plantas.
La obra, además de por la escasez de verde, ha provocado las quejas vecinales especialmente por el estado de la bolera, uno de los lugares más representativos e icónicos del barrio donde acudían los más mayores y que ahora todavía no se ha finalizado, dejando dos montones de tierra y eliminando varios bancos para que descansaran los vecinos: “A los viejos con la bolera les han perjudicado mucho porque ahora caben muchos menos en los bancos. Encima es que no hay ni una sola sombra, se van a morir de calor en verano. Eso sí, les han puesto una fuente”, critica la dueña de la mercería.
El dueño de la cafetería La Bolera, lamenta que el estado de este espacio ha hecho que muchos de los vecinos hayan dejado de acudir a la zona, también a su bar aunque la clientela se ha mantenido porque la acera de su entrada y terraza no ha experimentado ninguna modificación en la obra. Además de los bancos, denota la ausencia de una valla que antes aislaba la bolera del resto de la calle: “Se puede meter un niño o alguien con la bicicleta. En el proyecto no venía la valla y antes había una todo alrededor. De momento así está, llevan dos meses ahí los montículos y no avanza”, comenta el dueño de la cafetería La Bolera.
Pero es la mercería el establecimiento que ha sufrido especialmente los contratiempos provocados por la realización de las obras que, en su caso, les dejaba muy poco espacio de acera para que los clientes o alumnos de talleres de costura entrasen, echasen un vistazo al escaparate: “Hemos estado siete meses encerrados, totalmente aislados. Era como si no estuviéramos.. Yo doy clases y cada día tenía que avisar de por dónde se entraba a la tienda, si por la puerta de una calle o la otra. Había días que no podía decirles nada, igual tenían que llegar en paracaídas”, se queja la responsable de este negocio, quien afirma que transmitió sus problemas numerosas veces al Ayuntamiento sin resultado.
La peatonalización de la calle Carreras y Los Cubos
Las obras de peatonalización de la calle Carreras y Los Cubos han sido una de las obras que más interés ha despertado entre los leoneses, debido a la presencia de los restos de la muralla romana, y que se aprobó en el mismo plan que las obras del ‘corredor verde’ de Nocedo, por 304.980,32 euros.
Ahora, allí donde antes los peatones transitaban por dos estrechas aceras y los cubos de la calle Carreras estaban sepultados bajo el cemento y el asfalto, ahora se levanta una amplia calle peatonal con los restos de la muralla a la vista y rodeados de césped. En la avenida de Los Cubos el espacio peatonal es también mayor y se comparte por varios, aunque pequeños, árboles y una serie de maceteros y bancos.
El resultado, a fin de cuentas, es muy parecido a lo proyectado y es algo que reconoce uno de los trabajadores de la Hospedería Fernando I, en la avenida de los Cubos, que ha sido testigo del proceso de la obra desde el principio y en primera fila, aunque critica que para ellos aguantar durante tanto tiempo con el negocio cerrado, ya que la única entrada estaba cortada por las obras, ha sido duro: “Ahora ha quedado muy bonito pero lo que hemos pasado no nos lo quita nadie. Hemos estado tres años cerrados, entre la pandemia y ahora estas obras, para nosotros ha sido muy difícil. Veremos el verano, de momento aquí estamos que no es poco”, comenta.
Una de las cosas que critica este trabajador es que con la peatonalización han llegado muchos más perros que pasean sus dueños y que hacen sus necesidades en la muralla. De hecho, el Ayuntamiento ha habilitado una de las áreas de césped entre dos de los cubos como Zona de Alivio Canina (ZAC) en la que sí que pueden hacer sus necesidades las mascotas, aunque siempre atadas con correa.