Daniel Valle, de Carrizo al Mundo

Daniel Valle en el Antruejo de Carrizo de la Ribera en este año 2016.

Javier M. Seisdedos

Daniel nació en 1980, y representa a la generación de jóvenes que decidió buscarse la vida al no tener oportunidades en su lugar de origen. Estudió un grado superior de programación informática, al no ver oportunidades claras en el mercado laboral leones, decidió irse primero a Andorra dos años, para después coger las maletas y tomar rumbo a Irlanda en un puesto de trabajo de informático en Apple. Siete años duró la experiencia , actualmente reside en EEUU, en la ciudad de Austin , donde encontró desde hace tres años un puesto en una empresa puntera de fabricación de motos eléctricas. La nostalgia la cura con su otra pasión, la música, a través de la guitarra, la música electrónica y el surf metal.

Al preguntar a Daniel que es lo que más echa de menos de su pueblo, sin dudarlo dos veces, responde con una amplia sonrisa. “La familia, los amigos de toda la vida, el chorizo y la cecina”.

Le preguntamos que es lo que más valora de su tierra cuando regresa a casa y Daniel nos contesta que sobre todo esa sensación maravillosa de sentirte en casa y que te tratan bien. En este viaje lo que mas he valorado ha sido recuperar y vivir con mis paisanos las tradiciones mas queridas, como el antruejo. Sobre todo lo que me gustaría recalcar es que se cuide a la gente joven para que no se tenga que ir de su pueblo.

Preguntamos a Daniel sobre su opinión con respecto a que puedan construir dos pantanos en su tierra. La respuesta es contundente, “Es una zona muy bonita, es salvaje, es natural, son lugares queridos y respetados por toda la gente, y pretenden cargársela. No hacen falta mas pantanos, existen otras formas de dinamizar el agua, no entiendo que el progreso signifique destruir la naturaleza. EL PROGRESO NO ES DESTRUIR, EL PROGRESO ES OTRA COSA”.

Cuando nos despedimos de Daniel, al finalizar esta entrevista fugaz le preguntamos cuánto tiempo le queda para irse de nuevo, Daniel con otra sonrisa nos responde que dentro de tres días emprende con su chica el largo viaje al lejano Oeste. Esta vez ha podido estar tres meses en casa, se lleva un montón de recuerdos y experiencias para cargarse las pilas durante una buena temporada. Nos damos un abrazo sincero de despedida, sabemos en el fondo que como en casa no existe un lugar mejor, y que ojalá el éxodo masivo de jóvenes increíbles que tienen que irse de los pueblos por falta de oportunidades pase a ser historia en poco tiempo.

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