Llamazares, la cueva viva
Es una gran desconocida para muchos, pero en su interior alberga impresionantes formaciones propias de las cuevas más famosas de nuestro país. La cueva Coribios Llamazares ha reabierto nuevamente al público este sábado para dar a conocer esta 'joya' que ha ido tallando la naturaleza durante miles de años. Todavía quedan algunos flecos por cerrar pero la instalación ultima su puesta a punto para recibir a un importante número de visitantes en los próximos meses.
En un paraje natural de gran belleza, después de llegar a la pequeña localidad de Llamazares, en plena Reserva de la Biosfera de los Argüellos, la montaña rodea al visitante. En lo alto se encuentra esta cueva que ha permanecido cerrada durante casi los dos últimos años y que ahora vuelve a mostrar sus encantos gracias a la iniciativa privada de la joven empresaria Sandra Fernández. Lo que en principio parecía “una idea descabellada” ha ido tomando forma y cada vez resulta “más real y fácil de que funcione”, explica José Luis, el guía de la gruta, que además agradece la buena acogida que esta iniciativa ha tenido en la zona. “Es una buena alternativa que estaba aquí y no había que traela”, señala.
Después de una intensa subida hacia la puerta de la cueva, que próximamente se hará más llevadera para aquellos que se encuentren menos en forma, ya que está previsto instalar zonas de descanso para que los visitantes también puedan apreciar la zona y conocer las informaciones recogidas en los carteles informativos -en inglés, español y también en leonés-, se accede al interior. Previamente no hay que perderse el espectáculo de la naturaleza de una zona en la que se aprecian, por un lado, una ladera de roca cuarcítica con 500 millones de años y otra, en la que se encuentra la cueva, de caliza que data de unos 350 millones de años.
Ya en el interior, el recorrido dura aproximadamente una hora, tiempo en el que el visitante estará guiado en “un ir y venir” que ofrecerá dos visiones muy diferentes de esta gruta. En una primera mitad se dispondrá de la luz instalada en el interior de la cueva para apreciar las formaciones resultantes de la naturaleza, y en la segunda mitad, con una luz negra y el apoyo de frontales, se podrá tener “una vivencia diferente” y se atenderá “más al detalle”, además de que será posible apreciar el efecto fosforescente que algunos minerales generan en la roca.
A los pocos metros de haber iniciado el recorrido ya es posible apreciar las dos galerías con las que contaba esta cueva en sus orígenes. Una superior de desgaste, donde ahora apenas se aprecian formaciones, y otra que apareció una vez que el suelo se derrumbó “porque la cueva sigue viva y va a seguir así durante millones de años”, reconoce José Luis.
Es precisamente la galería baja la que estaba inundada en sus orígenes y con saturación de CO2, lo que ha dado lugar a las estalactitas con formas coralinas. “El origen de la cueva no es marino”, explica el guía, que puntualiza que las formaciones coralinas no son corales marinos, aunque sí así su morfología.
El punto más profundo de la cueva es una sima con más de 50 metros donde se han localizado restos, posiblemente de un gato montés, pero también de un oso y de murciélagos. Y si algo llama la atención del espectador, son los grandes contrastes que pueden verse en el interior de esta gruta. En los últimos instantes del recorrido, desde la sala final del trayecto, se observa perfectamente una parte superior, donde predominan las coladas con banderas, estalactitas y estalagmitas, y una parte inferior con las formas coralinas “espectaculares”. Será en este punto donde las visitas, que se prevé que no tengan más de 15 personas cada una, afronten la segunda mitad del recorrido ya con una nueva visión.
Efecto fosforescente
Después de un tiempo de trabajo y preparativos, en el que se ha acometido la instalación del cableado para la luz y el sonido así como el arreglo de las barandillas fundamentalmente, la cueva hoy abre al público aunque “queda todavía mucho por hacer” y la intención es “mejorar” paulatinamente. Y aunque por el momento no se han fijado expectativas, será el primer año de andadura el que determine la respuesta del público.
Además del atractivo propio de la cueva, también jugará un papel muy importante el efecto fosforescente que se quiere mostrar a los visitantes. “Vamos a instalar focos de luz negros y las pruebas nos han dejado alucinados” porque se consigue ese efecto fosforescente que “no se alcanza en todas las cuevas”. El culpable, según explicó José Luis se produce cuando el agua que discurre por el agua rompe una veta de manganeso, de manera que sus cristales se disuelven en el agua, formando estalactitas impregnadas de manganeso, que es el mineral que tiene esa propiedad fosforescente ante la luz negra.
Visitas
Las visitas podrán concertarse a través de internet o telefónicamente. Por el momento podrán acceder todas aquellas personas que así lo deseen, aunque la intención pasa por habilitar tres o cuatro visitas en horario de mañana compuestas por un máximo de 15 personas para así también evitar saturaciones
El precio de las entradas oscilará entre los ocho euros para los menores y los 15 de la entrada ordinaria, aunque también se ha fijado el martes como el día con descuento y entradas a diez euros, y de 12 euros para los grupos compuestos por un mínimo de diez personas. Igualmente, se ha llegado a acuerdos con la mayoría de los centros de hostelería del valle para que sus clientes puedan tener descuentos.
Actividades alternativas
Además del propio recorrido por el interior de la cueva para apreciar sus formaciones, también se quiere dar un contenido didáctico a la visita. Por ese motivo, se está contactando con los colegios para favorecer las visitas de los escolares, y se baraja la posibilidad de elaborar cuadernillos didácticos “para que el camino se les haga más corto” a los más pequeños y puedan identificar las siluetas de los animales que se han instalado durante toda la subida, así como conocer sus peculiaridades.