Sánchez lanza una apuesta de narrativa arriesgada

Hace poco he descubierto el concepto de 'segunda pantalla' y aunque os hablaré más extensamente de él las próximas semanas, se puede resumir en que la gente ya no presta toda su atención a lo que es está viendo, y que por tanto hay que producir cosas válidas para la primera pantalla y cosas para la segunda pantalla, que sería una especie de liga menor, porque una importante parte de los espectadores compatibiliza lo que está viendo con el uso del móvil.
Es cosa de algoritmos, sí. Es cosas de fomentar qué es lo que la gente ve, lo que la gente pide, y sobre todo lo que al gente asocia en unas narrativas con otras. Por ejemplo, poner una película de indios y vaqueros, no es lo mismo si se pone seguida de un documental sobre el colonialismo y la opresión de los indígenas que si se pone antes o después de un partido de baloncesto de la NBA.
La gente asocia cosas, aunque no se dé cuenta, y esas asociaciones imperceptibles son más difíciles de detener que las asociaciones de sal gorda donde te señalan, por ejemplo, un rico, y te lo convierten en el malo de una serie, “porque coño, el tío es rico y eso lo tiene que convertir en malo, porque la pobreza, todos lo sabemos, no es una cualidad económica sino una cualidad moral, etcétera”...
Y como la gente asocia cosas y hay que saber pastorearla para que llegue a las conclusiones que queremos, me pregunto yo a qué genio, qué genio de mierda, se le ha ocurrido lanzar una ofensiva simultánea desde el Gobierno de Pedro Sánchez sobre el tema de la vivienda y el 50.º aniversario de la muerte de Franco.
¿Pero en qué cabeza cabe permitir que las personas unan en su mente esos dos temas, que había que mantener lo más alejados posibles? El problema de la vivienda existe, por supuesto, y el franquismo es una baza que no se agota nunca, vale: ¿Pero juntos?
¿No se dan cuenta de que esos dos temas, juntos, se combinan para convertirse en millones de viviendas de protección oficial, alquileres de renta antigua y casas que se podían pagar en cinco años con el sueldo de uno de los dos cónyuges? ¿No se dan cuenta de que la gente, en lugar de ver por un lado a fondos buitres y por otro a a militares golpistas va a ver, por junto, la casita con las flechas que dio vivienda a sus padres?
Unir franquismo y vivienda, o permitir que la gente lo asocie en su cabeza, es una narrativa nefasta para la izquierda. Para toda. Incluso para esa izquierda emboscada en el nacionalismo, esa que dice que España no va con ellos.
Pero oye, si Pedro Sánchez, que es un genio de estas cosas, ha pensado que puede funcionar, él sabrá por qué. A mí me parece una apuesta muy, muy arriesgada. Porque aunque leyes de la memoria sólo haya una, resulta que memoria, cada cual tiene la suya...