Energías renovables y territorio leonés

Un macroparque de placas solares ocupa casi tanto como la superficie de un pantano.

Nos están robando nuevamente nuestros pueblos, la provincia, nuestro territorio, ahora con las eólicas y las placas solares. León sólo sirve para dar, sin recibir nada a cambio, primero el agua y ahora nuestros pueblos con las energías renovables, que son y serán una herida a nuestro territorio. ¿Dónde están los políticos que nos representan? Como siempre nosotros solos nos tenemos que hacer oír, rugir y luchar como leones.

Me ha movido a escribir este artículo el movimiento nacido en esta provincia contra la destrucción de nuestro territorio, que me remitió un video de Juan Carlos Mestre, con el que no puedo estar más de acuerdo, así como con las alegaciones de todos los componentes del movimiento. Su conclusión es clara: este territorio se ha visto expoliado para dar energía al resto de España, sin que hayamos tenido, ni tengamos, un beneficio por nuestro sacrificio. Pasó con los pantanos y las minas a cielo abierto y ahora está pasando con las energías renovables. Somos la 'España Vacilada', tenemos que luchar porque haya una contraprestación entre nuestro sacrificio y los beneficios para los demás.

Me informo para proceder a escribir este artículo con el responsable de prensa de Alta Valduerna, pudiendo hacerlo extensivo a todo el movimiento.  En la Valduerna están previstas 888 hectáreas, que suponen una extensión superficial de más de 1.600 campos de fútbol.

Siempre me he preguntado cómo podemos luchar solos contra el cambio climático, si no será nuevamente una forma de que quienes ostentan el poder y el dinero se hagan más ricos; cómo podemos estar sembrando el territorio leonés de placas solares y eólicas, cerrando minas y destruyendo centrales térmicas (denominado descarbonizacion),  con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo y el empobrecimiento de ese territorio y, en cambio, en otros países del mundo –también en Europa– se esté quemando carbón, sin cerrar minas ni térmicas (Alemania) o abriendo otras nuevas todos los días (Japón, China, India).

Me dicen desde la Asociación Alta Valduerna, seguro que ocurre en el resto, que quienes están desarrollando las eólicas y las placas solares en la Vaduerna y Jamuz son empresarios del carbón –uno de ellos todavía tiene minas en explotación– o de la construcción, o un fondo noruego, caso de Valderrey, que en su país ve la imposibilidad legal de implantar lo que aquí es legal. Que para evitar el cumplimiento de la Ley, lo que denominamos en Derecho en Fraude de Ley –que lo convierte en nulo de pleno derecho– una empresa principal, crea otras muchas empresas con un capital social ridículo para trocear las plantas (el límite son 50 kw) y que no se apliquen las Normas de Impacto Ambiental más restrictivas. Pero es que ni siquiera se establece que cuando esas placas y esos molinos estén obsoletos, su retirada como residuo (en otro claro incumplimiento de la Ley de Residuos).

Otro fraude más es que se ha engañado a los propietarios de las fincas, pues por un lado se les arrienda a un precio a unos y a otro a otros, se les manifiesta que las fincas no sufrirán daños, pero resulta que no contraen la obligación de retirar todo el aparataje que conlleva ese sistema.

Tampoco nos dicen que eliminan la placa vegetal más superficial, que utilizan herbicidas potentísimos para evitar que crezca la hierba, convirtiendo la finca en estéril.

Quizás lo más grave de todo es que se necesita agua, cantidad ingente de agua, para su limpieza, algo así como 16 piscinas de agua. Lo absolutamente trágico es que en el Duerna los agricultores no pueden sacar agua de los pozos para regar, no se pueden llenar piscinas, ni permiten sacar agua del río: se cierran las presas para impedirlo. De hecho, estas prohibiciones han propiciado el cambio de cultivos en esa zona; ahora se cultiva colza porque se recoge antes y no es necesario regar.

Pero esa agua que se niega a los agricultores y a los habitantes de la zona resulta que se dará con discrecionalidad y sin vergüenza a los propietarios de las plantas de placas solares, sin que la Confederación Hidrográfica del Duero se oponga, como se opone a que se limpien los ríos, los regueros, o se planten árboles (chopos principalmente)- que impidan las riadas, multando a los agricultores, ganaderos y habitantes de las cuencas. Sin embargo, insistimos, no informe desfavorablemente que hay una macroplanta prevista en un cauce, o que el agua no se pueda utilizar.

¿Dónde están los políticos que nos representan? Ni están ni se les espera. Debemos, como siempre, hacernos oír por nosotros mismos, ayudar a los habitantes de nuestros pueblos, de esas zonas que se van a ver privadas de agua, de tranquilidad, de los cultivos tradicionales y de su territorio, para que los de siempre se beneficien, en contra de los que siempre nos tenemos que sacrificar. Debemos luchar todos para paralizar este despropósito y esta nueva sangría de nuestra tierra que pagan nuestra gente, nuestros mayores que son los que la habitan.

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