El ‘Mercau Tsacianiegu’ cierra un ciclo de casi dos décadas y se despide en La Casona de San Miguel

'Mercau Tsacianiegu' en la Casona de San Miguel.

Luis Álvarez

El ‘Mercau Tsacianiegu’ puso este domingo fin a un ciclo de casi dos décadas, después de un fin de semana cargado de emociones para sus organizadores, el colectivo de artesanos de la comarca de Laciana. Lo hizo cerrando momentáneamente las puertas de La Casona de San Miguel, el edificio mejor conservado y más singular del municipio de Villablino.

Toque de campanas en la iglesia de San Miguel, homenajes y recuerdos para los ausentes, pregón, cena y música sirvieron para abrir en la noche del viernes las actividades del mercado tradicional, que se prolongaron hasta bien entrada la noche.

Con la certeza de que esta era la última cita, los organizadores y colaboradores habituales se vieron envueltos por sensaciones contradictorias, “de alegría por el reencuentro después de tres años (a causa del COVID), por lo vivido y compartido a lo largo de estos años y por la tristeza y añoranza de los ausentes”, explica Ángeles Prieto ‘Geles’, al frente del colectivo de artesanos durante todo el tiempo.

Dos añoranzas de ausencia destacan: la de Carlos Gancedo, propietario de La Casona, fallecido hace dos años, y la de Óscar Brandido, artesano de la madera que cada año era el principal motivo “de alegría” en el evento. Argumenta Geles: “Porque este Mercau era su ilusión, su cara de felicidad cuando lo estábamos organizando y durante el fin de semana completo, año tras año”. Y añade que “a pesar de su discapacidad, siempre había algo en lo que él participaba, siempre estaba buscando cómo mejorar y publicitar el Mercau en redes”, donde era una persona muy activa.

Unas sensaciones y emociones que trataron en todo momento de encerrarlas en su interior para ofrecer a los visitantes su mejor apariencia exterior. Lo lograron atendiendo cada cual su puesto y ofreciendo indicaciones sobre sus trabajos y los productos artesanales expuestos a la venta.

El colectivo de artesanos no encuentra relevos para cubrir las bajas que se van produciendo en su seno, por cuestiones de edad, jubilación, traslado de residencia y también de muerte; lo que hace que cada año la oferta sea menor. Una señal evidente para ellos de que el ciclo se debe cerrar: “La mayoría, además, somos gente de edad comprometida o avanzada”.

Cada año, siempre una pareja ha estado dispuesta a renovar sus votos matrimoniales en una ceremonia religiosa en la Iglesia de San Miguel rememorando las bodas de antaño más tradicionales y cumpliendo con los ritos de nuestros antepasados.

En esta ocasión, para los organizadores ha tenido un significado especial la presencia de Margot y Manolo, vecinos de la comarca de Babia, por ese hermanamiento y por el esfuerzo realizado por ellos. “Queremos agradecerles de una manera muy especial a los novios, toda su familia y amigos, por querer compartir esta última boda con nosotros, ha sido un lujo ser vuestros anfitriones”, señaló la organización.

Cerrado el ciclo, tocó la despedida: “Pechamos la puerta con suavidad, sin estridencia”. Para no dañarla por si otros la quieren volver a abrir y recuperarla idea. Para poder seguir mostrando una artesanía local necesitada de nuevos impulsos y aprovechando para dar a conocer el patrimonio arquitectónico de este edificio singular, La Casona, ubicada en un lugar privilegiado y excelente mirador de la amplitud de la parte baja del valle de Laciana.

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