Veinte años del primer desfile legionario en el Natalicio del Águila: el inicio de la fiesta actual del León Romano
¿Soldados romanos paseando por la Via Principalis (la actual Calle Ancha) del campamento legionario? Eso es algo que los leoneses (de gentilicio 'legionenses' por eso mismo) llevan a gala como si de una tradición milenaria se tratara. Pero no, sólo tiene veinte años. El primer desfile con soldados romanos bien pertrechados con una impedimenta histórica (y no teatral o de carnaval) se produjo el 10 de junio de 2005, gracias al impulso de ProMonumenta. Hace justo hoy dos décadas.
Una fecha en la que se inauguró también la exposición 'Armamentarium' en la Casa de las Carnicerías de la Plaza de San Martín, de donde salieron los seis voluntarios que fueron pioneros en lo que hoy es algo que disfrutan todos los leoneses y que le da prestigio en el mundo de la Recreación Histórica por tener un acto muy singular, el Natalicio del Águila, que es la representación de cómo se entregaban las enseñas a una legión recién constituida. Que sea en una fecha 'falsa' por la conjura contra Nerón del Emperador Galba, es lo de menos; y su interesantísima explicación histórica tiene.
Hace dos décadas, la ciudad de León asistía por primera vez a una escena que, hoy en día, forma parte de su imaginario colectivo: un pequeño destacamento romano avanzaba por la calle Ancha, entonces rebautizada simbólicamente como Vía Principalis, en conmemoración del natalem aquilae, el llamado entonces 'Natalicio de las Aguilas', ya que por un error de traducción, se hablaba de ellas en plural, y hoy ya se indica en singular. La intención era clara: recordar el momento fundacional en que la Legio VII Gemina, heredera de la Legio VI Victrix (las dos acantonadas en lo que fue el campamento militar que se convirtió en la actual ciudad de León), recibía sus insignias militares. Y así honrar su pasado fundacional romano.
Ese desfile pionero marcó un punto de inflexión en la recuperación del León Romano. Y lo hizo de la mano de quienes, con rigor y entusiasmo, han dedicado su vida a estudiar y divulgar el pasado imperial de la ciudad. El papel de centurión lo encarnaba el arqueólogo Emilio Campomanes, referencia indiscutible en las excavaciones de Castra Legio —el campamento de la VI Victrix y la VII Gemina— y autor de la Guía del León Romano (referida al campamento romano bajo la ciudad actual) y de El Legado de Roma en la provincia de León. A su lado, en el papel de recluta novato, marchaba el que suscribe, Jesús María López de Uribe, como periodista y divulgador histórico que promueve la Historia de Roma en León.
Junto a ellos participaban recreadores históricos de la asociación Legio VIIII Hispana, ataviados con uniformes del Alto Imperio —lorica segmentata, cascos imperiales y armamento reglamentario—. Aportaban autenticidad y detalle a una representación que, sin perder el carácter festivo, se planteó siempre con vocación pedagógica. También formaba parte de aquel desfile un recreador tardoantiguo, que simbolizaba la evolución del ejército romano en sus últimos siglos, y un legionario republicano encarnado por otro leonés: Francisco García Valadés, un apasionado de la reconstrucción romana histórica entonces, hermano del que luego fuera concejal de Cultura Juan Pablo García Valadés. Fue este último quien impulsó decididamente los primeros actos institucionales en torno al Dies Legionis, germen de lo que hoy conocemos como la fiesta del León Romano.
El desfile llegó hasta el Ayuntamiento de Ordoño II y volvió hasta la carretera de los Cubos, donde los recreadores se subieron a uno de ellos para hacerse unas fotos. Habían salido de la Casa de las Carnicerías, en la plaza de San Martín del Barrio húmedo, donde se inauguró la exposición Armamentarium, efectuada gracias a la colaboración de la tienda especializada en venta de artefactos de la Edad Antiua Armillum y de la Asociación ProMonumenta, mostraba con detalle las réplicas exactas del equipamiento de los legionarios romanos a lo largo del tiempo. Su objetivo era claro: no sólo mostrar, sino educar. Allí se enseñaban algunos de los elementos del equipamiento militar romano (que ellos llamaban impedimenta en latín): desde los elemenos básicos para armar a un legionario –espada gladius hispaniensis, casco, lorica (tanto hamata, de anillas, como segmentata, de placas), pilum y scutum– y alguno más como las grebas (perneras), y la espada de madera, la rudis, y el escudo de paja prensada para el reclutamiento de los nuevos soldados. Y también la spata de los tardorromanos, una espada más larga que la gladius para combatir a los pueblos germánicos a partir de la crisis del Imperio Romano en el siglo III que también había usado la caballería romana con anterioridad.
Contra el olvido institucional del pasado romano de León
Desde entonces, cada 10 de junio –fecha supuestamente fundacional de la Legio VII por obra de Galba, el gobernador hispanorromano que la utilizó como fuerza golpista contra Nerón– León rinde homenaje a sus orígenes militares. Pero aquel primer desfile, sencillo, riguroso y comprometido, fue algo más que una recreación. Supuso una declaración de intenciones: el pasado romano de León no debía seguir sepultado ni por la tierra ni por el olvido institucional.
Veinte años después, esa semilla ha germinado. Pero también se mantienen muchas de las reivindicaciones de entonces. Tristemente, como denunció ya en 2005 la propia Promonumenta y recuerdan historiadores y guías turísticos, el estado de conservación de los restos romanos de la ciudad continúa siendo preocupante por su abandono y la falta de un plan para aprovecharlos. Los Principia, el cuartel general de la legión hallado en el centro de la ciudad, aún dependen de una decisión política para ser musealizados, están enterrados en un solar abandonado. El Pretorio, en la zona de la plaza de San Pelayo (con restos de una terma privada del legado de la legión, lo que vendría a ser el general) igual de olvidado bajo la maleza en otro solar. La cripta de Puerta Obispo, con la Porta Principalis Dextra y restos de las termas legionarias, abre poco tiempo al público. La visita a las criptas del anfiteatro legionario en la calle Cascalería es difícil, si no imposible.
Y a todo esto se suma que ha regresado la polémica de la falta de aprovechamiento del vicus de Ad Legionem en Puente Castro (que sufrió un grave atropello al decidirse la construcción de una carretera y una rotonda de acceso al barrio de Puente Castro justo encima de los valiosos restos encontrados en 2014, justo tras la gran manifestación en su defensa en 2013) se recrudece al volver las autoridades a pretender hacer lo mismo. La Asociación ProMonumenta critica duramente que se vaya a tapar otra vez por la construcción de un polígono industrial la cannaba romana externa al campamento legionario, única en Hispania y que es un yacimiento singular de altísimo interés cultural.
Necesidad de más presupuesto y más impulso del Natalicio
También es necesario retomar el impulso al Natalicio del Águila. La fiesta romana de León está languideciendo con el mismo presupuesto que hace años –perjudicado por la inflación provocada tras la guerra de Ucrania– aparte de que en esta edición se ha impedido aprovechar el parque del Cid para las demostraciones al público, concentrando todo en el Centro de Interpretación Romano que es insuficiente para acoger a todos los entusiastas de esta época histórica. Y esto cuando se llegó en 2018 y 2019 a tener recreaciones de combates de gladiadores.
En esencia el relato de León como campamento militar principal de la hispania romana (la Legio VII fue devuelta a Hispania y se acantonó durante tres siglos como la única unidad militar romana de la península) sigue sin el impulso institucional que merece. Y ciudades como Lugo, con su espectacular Arde Lucus, le ha pasado de largoI y ahora mismo también lo está consiguiendo Mérida (la Augusta Emerita del emperador Augusto que este año ha efectuado hasta una carrera de cuádrigas en su circo romano), todas mirando al gran evento recreacionista ibérico, Tarraco Viva. Hasta los astures y romanos de Astorga (Asturica Augusta) superan por mucho en brío a la celebración del Ayuntamiento legionense.
Aun así, gracias a los impulsores de aquel primer desfile son ya veinte años desde que el entonces presidente de ProMomumenta, Agustín Suárez, apostara por llevar a la calle lo que en 2001 los historiadores comenzaron con conferencias. Y a coordinar una exposición pública, provocando que a partir de entonces se realizara todos los años un desfile que fue creciendo (salvo en la pandemia, cuando en 2020 sólo se pudo celebrar con un documental en Youtube sobre el pasado romano de León realizado por varios expertos en la época),y por el que los ciudadanos de León han cogido un enorme cariño a su fiesta del 'Natalicio del Águila' –sobre todo desde que Juan Pablo García Valadés le diera un impulso notable a partir de 2012— y es algo incomprensible que desde el Ayuntamiento se la esté dejando caer por falta de compromiso.
Una fiesta romana que se ha venido celebrando desde primeros de siglo desde la autenticidad, la divulgación rigurosa y el compromiso con su memoria. Porque, como recordó entonces Agustín Suárez, aquel presidente de ProMonumenta que demandó para aquella ciudad “que está perdiendo tantas cosas”, que, “al menos, recupere su pasado”. Y apostó enérgicamente por que todos los leoneses lo vieran en la calle. También se realizaron más actos de homenaje al pasado romano gracias a la asociación que lleva decenios trabajando por el Patrimonio de León, que se pueden consultar aquí. “Somos, por León, el origen del cambio del mundo romano”, señaló ya en aquel 2005.
Y hace exactamente veinte años un pequeño desfile en la Calle Ancha (la misma que la Via Principalis del campamento romano) lo empezó a recordar como es debido.