Emotivo homenaje a Eduardo Carbajo en el recital de Patsuezu
En un emotivo acto, el Recital de Patsuezu celebrado en La Casona de San Miguel de Laciana ha rendido homenaje a la figura de uno de sus impulsores y alma máter, el fallecido escritor y divulgador del patsuezu Eduardo Carbajo. Amigos, vecinos, familiares y compañeros del Club Xeitu han llenado el corral de la casa para coincidir en torno a los recuerdos y anécdotas del mismo, que ha estado 'presente' al inicio del acto a través de la grabación de parte de su intervención en el anterior recital, el pasado agosto.
El Recital de Patsuezu, que este año alcanza su séptima edición organizado por el Club Xeitu dentro de las actividades del Mercau Tsacianiegu, ha contado con las intervenciones de Roberto González-Quevedo, Manuel Gancedo, Neto García del Castillo, Ángel Barreiro, Guadalupe Lorenzana, Atanasio García, Vicente Valderrey y Víctor del Reguero. Además de leer algunos textos o narrar algunas historias, todos han coincidido al recordar la calidad humana de Eduardo Carbajo, de quien se ha dicho que, pese a su reconocida humildad, su aportación literaria y de recopilación al patsuezu es ya fundamental y lo será aún más con el paso del tiempo.
Una de las intervenciones más emotivas del acto ha sido la de Atanasio García, “Sito”, amigo desde la juventud de Eduardo Carbajo que, tras confesar que era la primera vez que hablaba en público, ha desgranado algunos recuerdos para plasmar la esencia de la personalidad de su fallecido amigo y compañero. Al finalizar las intervenciones, la viuda, Teresa Rey, ha agradecido muy emocionada en su nombre y el de su hijo el afecto y compañía de todos los presentes.
La jornada de recuerdo se ha completado con la salida a la calle y presentación del libro que el Club Xeitu acaba de editar, en homenaje a Eduardo Carbajo. En él se recogen las cartas en patsuezu escritas entre dos paisanos, llamados Ambrosio y Antón, que eran Eduardo Carbajo y Manuel Gancedo. Neto, autor de la ilustración de la cubierta del libro, comentó cómo al realizarla intentó plasmar el alma del protagonista, Eduardo Carbajo, y Manuel Gancedo recordó con añoranza el compartido proceso de escritura y revisión de las epístolas, leyendo una de ellas.
