Don Vladimir de León

GUILLERMO ÓPERA

Nuria V. Martín

La partitura de la vida musical Vladimir López Guillermo, nacido en Ucrania, descendiente de un Marques de Tenerife, empieza con el sonido de una flauta travesera en la Escuela de Música de San Petersburgo. Años después se reveló y montó su propio grupo de Rockabilly y Blues, en él cantaba desde la posición del batería. En ese momento se dio cuenta de que la potencia de sus gritos, como él los llama, se podía utilizar para cantar, así que empezó a estudiar canto. De su inicio en ese arte recuerda con mucho cariño a su primer maestro en esta disciplina, Vladimir Lebedev, “fue quien me enseñó que el verdadero valor del canto va más allá de los beneficios materiales que te puede aportar. Vale la pena morir por el arte antes que ganar dinero con él” nos traslada sus palabras.

Después de estar en Praga unos años siguiendo con sus estudios de música, en 2005 es cuando llega a León y tres años después empieza en el conservatorio. Allí conocerá a Marta Arce, una profesora que pone su alma en cada alumno y esa pasión fue la que le ayudó a evolucionar de verdad en el canto. Además, en estos años tuvo el honor de conocer al grandioso tenor leonés, Carlos Fidalgo, del que aprendió mucho y por el que consiguió demostrar su destreza vocal a principios del mes de marzo en el Auditorio de Valladolid. Allí representó rol de Cazador en la ópera Rusalka de Antom Dvorak dirigida por el visionario Francisco Lara, quien se ha encargado personalmente de crear los escenarios como buen artista que es, producida de manera impecable por Milena Politti y con la colaboración de la Joven Orquesta de la Universidad de Valladolid. (http://www.buendia.uva.es/proyecto-opera-2016-rusalka) Un verdadero espectáculo que ha supuesto un trabajo intensivo de ensayos previos durante semanas por parte de todos los profesionales como: las sopranos Sky Ingram y Susana Gaspar, el también tenor Josep Viader, Lukas Jakobski como bajo, la mezzo-soprano Catia Moreso, Pablo Corbí de barítono y Julia Mª Díez. De todos ellos Vladimir habla maravillas “los cantes son muy disciplinados por la alta competitividad en la que se mueven. Un simple error les puede suponer quedarse sin trabajo y por eso son tan perfeccionistas. Fui su coach con la pronunciación del checo y era prácticamente inmejorable”. La prueba de su talento está en que las tres representaciones que hicieron agotaron las entradas, pero confiesa que en una ciudad como Valladolid ha costado mucho que se aprecie este tipo de música, hace años, llegando a pedir a la gente por los portales que fuera a la Ópera.

Espera que en León se valoren más estos proyectos artísticos que quieren poner en marcha, aunque la falta de financiación complica la posibilidad de traer espectáculos de calidad al auditorio, “tenemos orquesta, grandes profesionales y un espacio para ofrecer a los leoneses una experiencia única, pero falta financiación” remarca resignado. Sus próximos proyectos son los conciertos que quiere dar, por un lado con la leonesa y pianista Maite Pastor, y por otro con la también leonesa Julia Diez, una soprano de voz única, que está en la Escuela Superior de Madrid.

Pero al margen del futuro a medio o largo plazo hoy por hoy Vladimir asegura que el perfeccionamiento nunca termina y para ello: el trabajo diario de la técnica vocal; va a clases de italiano y francés, sin contar los cinco idiomas que dominas sin problemas; a la vez se está sacando el grado en Informática; y entre tanto trabaja a jornada completa para vivir. Un claro ejemplo de perseverancia para alcanzar el sueño de que su voz se escuche en todo el mundo.

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