El cine que viene, Black Swan

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Aronosky entró en el mundo del cine con Pi, su opera prima que sorprendió a todos por la capacidad imaginativa del director, también guionista, alzándose con el premio a mejor director en el Festival de Sundance, pero la fama dentro del Hollywood alternativo, si es que eso existe, le vino con su segundo film Requiem por un Sueño, dura representación del mundo de las drogas y la adicción, un cruel retrato de una realidad norteamericana, la película se alzó con la Espiga de Oro del Festival Internacional de Cine de Valladolid.

Después del bache comercial que supone La Fuente de la Vida, su primer presupuesto millonario y su único fallo como director, ya que se trata de una película vacía y esquiva con los temas que, con tanta valentía, se había atrevido a tratar anteriormente.

Para su penúltima película, El Luchador, Aronofsky juega de nuevo sobre seguro, toca temas en los que se encuentra más a gusto, el amor, las obsesiones y el rechazo social, en este caso de una manera más delicada que en Requiem por un Sueño, ya que nos presenta a un acabado Mickey Rourke, nominado a mejor actor en los Oscars de 2009, tratando de sacar adelante su vida, la relación con su hija y su pasión de luchador de Wrestling.

Tras acabar Black Swan el director anunció que se involucraría en la próxima película de Marvel, The Wolverine, sobre Lobezno, el personaje de los X-Men, lo que supone un cambio de rumbo en su carrera y levanta la curiosidad de los amantes del cine del director norteamericano.

Black Swann:

Nina(Natalie Portman) pasa a ser primera bailarina de una compañía de teatro de Nueva York, lo que hace que tenga que aceptar la responsabilidad que ello le supone. La obra a representar es El Lago de los Cisnes, en el que Nina dará cuerpo tanto al cisne negro como al blanco. Tanto su nueva relación con el ballet, como con su madre, Érica, suponen el punto de partida de la tensión que la bailarina va acumulando y Nina descubre un nuevo lado oscuro de si misma.

Entra en juego en la situación Lily (Mila Kunis), una nueva bailarina de la compañía que representa todo lo que Nina no es, la libertad, por ello la tensión entre ambas crece y se convierte en una nueva amenaza para Lily.

Destaca, como en todas las películas de Aronofsky(cuando terminas de ver Requiem por un sueño sólo puedes pensar en el color azul) la dirección de fotografía, que utiliza una paleta reducida de cuatro colores, negro, gris y blanco por un lado, y verde por otro. Nina es blanco y rosa, salvo cuando se convierte en Cisne Negro, mientras que el resto de bailarinas son Negro o Gris, la casa de nina, con una atmósfera claustrofóbica, es verde.

El Luchador vs Black Swan:

Black Swan y El Luchador, las dos últimas películas de Aronofsky, fueron escritas, en un principio, como un solo guión, en el que un luchador de wrestling se enamora de una bailarina de ballet. Pero Aronofsky decidió que dos actividades en la misma película eran demasiadas, así que las separó, y nos dejó dos buenas películas en lugar de una saturada.

Si en El Luchador el papel que interpreta Mickey Rourke supone una amenaza para el mundo que le rodea, es grande y torpe sentimental y físicamente hablando, en Black Swan Natalie Portman ve al mundo que le rodea como una amenaza constante para ella, delicada. Si estos puntos les separan también les unen, ambos son influidos por esta realidad en la que viven hasta llegar a transformarles internamente.

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