'Pum, pum, pum… en la pasarela'

Isabel Carrasco

Alba Mañanes

Lo sucedido la tarde del 12 de mayo de 2014 aún guarda muchas incógnitas, algunas de ellas se están descubriendo durante la vista oral que juzga el crimen de la que fue una de las mujeres más poderosas de León, Isabel Carrasco. Y es que desde el inicio de la investigación, se apuntó a que un policía con dedicación parcial Pedro Mielgo, hoy ya jubilado, tuvo la sangre fría de seguir a la asesina confesa desde el lugar del crimen hasta lograr alertar a una patrulla de la Policía Local, cuyos integrantes fueron los primeros en dar el alto a Montserrat y Triana.

Pero nadie había contado la existencia de un segundo 'héroe', un segundo testigo de los cuatro disparos, uno de ellos fallido, que Montserrat efectuó a sangre fría y por la espalda a su víctima. “No me arrepiento, era ella o mi hija”, ha llegado a decir durante su declaración ante el tribunal del jurado. Pero no sólo el policía Pedro Mielgo lo vio y decidió seguir a Montserrat. Un segundo testigo hizo lo mismo y con resultado similar.

Gracias a las declaraciones de los dos agentes de Policía Local que se encargaron, en un primer lugar, de identificar a Montserrat, que se encontraba dentro del mercedes gris de su hija, y posteriormente a Triana, hemos podido conocer la existencia de este segundo testigo de excepción que no ha sido llamado a prestar declaración, al menos por el momento, y cuya presencia en la Audiencia Provincial de León no está prevista.

Los dos policías locales que testificaron este jueves ante el tribunal del jurado explicaron que hubo dos personas, una de ellas era Pedro Mielgo, que les alertaron de que la persona que había efectuado los disparos sobre la pasarela era esa señora bien vestida y que se encontraba dentro de un coche de alta gama, que era Montserrat González, la mujer del comisario de Policía de Astorga.

Un segundo testigo que, según ha precisado uno de los agentes, “estaba tan nervioso que le costaba hablar”. “Me dice que la señora que él había visto en la pasarela, escenificó con la mano la posición, pum, pum, pum”, ha precisado, un relato escalofriante de una persona que acababa de presenciar un crimen y que ni siquiera podía expresar todo lo que había visto.

Gritos de “asesina, asesina, asesina” y “es ésta, es ésta” señalando a Montserrat fueron los que dieron la voz de alarma a estos primeros policías en llegar al lugar de la detención. Dos testigos que señalaban a “una mujer normal” y que “no parecía una delincuente” por lo que han reconocido que se creó “una situación rocambolesca” en la que incluso llegaron a pensar que “los testigos se estaban equivocando de persona” o que “todo se trataba de una broma”. “Llegúe a escuchar que nos estaban grabando y, por un momento, pensé que se trataba de una broma”, ha reconocido uno de los agentes.

Tanto Pedro Mielgo como este segundo testigo, “un ciudadano normal”, según los policías, también fueron decisivos a la hora de comprobar la gabardina, las gafas de sol, la gorra y los guantes que Montserrat llevaba en el momento del crimen y de los que se despojó rápidamente para intentar huir.

Un ciudadano normal que también ayudó a la detención de Montserrat González y Triana Martínez y cuya participación en la resolución del crimen de Isabel Carrasco había estado oculta, hasta ahora.

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