La Junta inicia el BIC que protegerá las Mascaradas de la Comunidad e incluye siete de León
La Consejería de Cultura de la Junta ha iniciado este miércoles, a través de su publicación en el Boletín Oficial de Castilla y León (BOCyL) el procedimiento para declarar Bien de Interés Cultural BIC) de carácter inmaterial las Mascaradas de la Comunidad, es decir, las manifestaciones populares y tradicionales de máscaras de carnaval o vinculadas a fiestas como el Corpus Christi.
En concreto, la orden recoge 33 manifestaciones de este tipo en toda la Comunidad, y de la provincia de León son siete de ellas. En concreto, el antruejo deCarrizo, el apostolado de Laguna de Negrillos en Corpus Christi, los guirrios de Llamas de la Ribera, las mascaradas de Corpus de Pobladura de Pelayo García, la zafarronada de Riello en la zona de Omaña, los toros y guirrios de Sardonedo también la comarca del Órbigo y el antruejo o los guirrios de Velilla de la Reina.
Otras muchas manifestaciones que del mismo tipo se realizan a lo largo y ancho de la provincia, en numerosos pueblos, algunos de ellos recuperados de manera reciente y con mucho éxito, no se han visto reflejados en esta lista de siete casos de la provincia leonesa.
La transmisión oral, la identidad de los miembros de una colectividad, las acciones que se representan, los personajes que intervienen, la indumentaria y objetos utilizados, la música, los sonidos, el espacio en el que se desarrollan, el marco temporal, el protagonismo de la comunidad, la diversidad de símbolos y significados, la pervivencia a lo largo de la historia y la vitalidad actual, hacen de las Mascaradas unas manifestaciones culturales de alto valor patrimonial.
Con la denominación de Mascaradas en Castilla y León se agrupa un conjunto excepcional, diverso y complejo de manifestaciones festivas que se celebran en pequeñas comunidades rurales de la autonomía, en las que la máscara se configura como elemento definidor del personaje ritual que interviene e interactúa con otros personajes, convecinos o espectadores, en diversas escenificaciones o representaciones de carácter teatral.
El ámbito territorial en el que se desarrollan estas manifestaciones culturales tiene lugar en las provincias de León, Ávila, Burgos, Palencia, Soria y Zamora, dentro de un contexto territorial más amplio que incluye otros lugares de la Península Ibérica y otros países europeos.
El ámbito espacial de celebración de las mascaradas en cada localidad, son las plazas y las calles a través de las que se realizan los recorridos y representaciones, dando lugar en algunos casos a la entrada de los personajes en los templos parroquiales o ermitas.
En cuanto al marco temporal de celebración de la mayor parte de estas festividades, era originariamente la época invernal, pero en algunos casos su propia evolución natural ha dado lugar a un cambio de fechas, por lo que se incorporan en este reconocimiento cultural las festividades de mascaradas que, con rasgos comunes y características propias, se celebran en los siguientes momentos: Mascaradas de invierno; Mascaradas de Carnaval; Mascaradas de La Pascua de Resurrección; Mascaradas de la festividad del Corpus Christi y Mascaradas vinculadas con festividades de la Virgen y Santos, además de otras mascaradas de fecha variable vinculadas a distintos rituales.
Ritos públicos
Las mascaradas son ritos públicos con un carácter benefactor, que propician la abundancia y el renacer de la vida, siempre portadoras de mensajes unificadores e inclusivos, de prosperidad, tolerancia, autoestima, armonía, resolución de conflictos, que suponen un importante refuerzo de la identidad en estos pequeños núcleos rurales, en grave riesgo de desaparición.
Se trata de un simbolismo complejo que ha ido variando a lo largo del tiempo. Las mascaradas son celebraciones festivas en las que se concentran una gran cantidad de significados y elementos simbólicos tanto de carácter inmaterial como material.
La celebración de las mascaradas supone alboroto, ruido, desorden, carreras y persecuciones, gritos, pequeños golpes y acciones amenazantes, relacionadas con un importante conjunto de componentes inmateriales.
Gran parte del significado simbólico y de la vistosidad de estas celebraciones festivas está vinculado con la variedad de objetos que se utilizan como cauce para expresar o representar una idea, una emoción, una visión o una concepción del entorno natural, del mundo espiritual o de la comunidad social de sus protagonistas. La máscara receptora del espíritu y energía de los antepasados, es el elemento indispensable y definitorio de estas celebraciones.
Detrás de la máscara la persona que la porta desaparece, se transmuta para relacionarse con la divinidad. El recubrimiento del rostro se acompaña de una indumentaria especial a la que se unen diversos objetos simbólicos como cencerros, esquilas y campanillas, matracas, carracas y elementos fustigadores y amenazantes.
Todos estos elementos utilizados en las mascaradas están ligados con el entorno y se han interpretado como elementos propiciadores de la fertilidad o como purificadores, y conforman junto a los gestos, persecuciones o gritos, el ambiente sonoro característico de la celebración.
En algunos casos se ejecutan melodías musicales con instrumentos cercanos, flauta o dulzaina, atabal, tamboril, tambor o bombo. En las mascaradas intervienen diferentes y distinto número de personajes malignos, que suelen tener una pareja femenina e ir acompañados de personajes secundarios.