La Fundación Clínica San Francisco y León preparan un proyecto para reducir el sobrepeso infantil

El nutricionista Emilio Blanco en la presentación de su libro. / Carlos S. Capillo / ICAL

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España se sitúa actualmente a la cabeza internacional del índice de sobrepeso infantil, con un 20,8 por ciento; un dato que los expertos en salud consideran bastante preocupante y ante el que instituciones y entidades quieren reaccionar. Por ello, la Fundación Clínica San Francisco en colaboración con el Ayuntamiento de León va a poner en marcha un proyecto formativo destinado a reducir ese índice.

Así lo avanzó este miércoles el nutricionista leonés Emilio Blanco, quien incidió en la responsabilidad que tienen los padres a la hora de dedicir qué comen sus hijos. El menú escolar, señaló, es parte de la dieta pero no se debe olvidar que los pequeños también hacen muchas comidas en casa y que las mismas deben ser equilibradas y variadas. “Faltan bocadillos y frutas; yo soy muy partidario del bocadillo tradicional”, recalcó.

Emilio Blanco lamentó que la comodidad o la falta de información tengan mucho que ver en esos índices de sobrepeso que hacen que se pueda afirmar que un niño con sobrepeso “será un adulto enfermo y un anciano social y económicamente insostenible”. El nutricionista lamentó que “los excelentes productos de la cesta leonesa y de la comunidad” no estén tan presentes como deberían en las cocinas y animó a los progenitores a formarse e informarse.

Es precisamente en esa línea en la que incidirá el proyecto que la Fundación Clínica San Francisco y el Ayuntamiento de León presentarán en breve y que tendrá como objeto de análisis a alumnos de seis años de dos centros educativos del municipio elegidos al azar. Se trata de una iniciativa que llevará periódicamente formación e información sobre la alimentación tanto a los niños como a sus padres.

Los menores serán estudiados al comienzo del proyecto para conocer su estado físico y en uno de los colegios -en el otro no se hará nada- se desarrollará la campaña durante un periodo de cuatro años. Cuando concluya ese tiempo, se comparará la situación de los alumnos que acudieron a las charlas y fueron orientados, al igual que sus padres, y el de los que no y se sacarán las correspondientes conclusiones.

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