Subida de temperaturas para este viernes en León, rozando los 30 grados
Entramos hasta la cocina de MasterChef con David, el concursante “leonés”

David González Fernández aunque natural de Castro Urdiales es descendiente de Villafañe por sus abuelos paternos y estudia INEF en la Universidad de León. Por eso hemos seguido con detalle las peripecias de este veinteañero en el popular programa MasterChef durante tres meses. Una vez que ya se sabe que la ganadora de la cuarta edición es la gemela Virginia, David ha compartido un rato muy agradable con ileón.com para desvelarnos la receta del concurso.
De tiquismiquis a futuro chef
Su primera experiencia con los fogones fue muy dulce, David nos confiesa que de pequeño en vez de ver dibujos estaba enganchado al canal de cocina y se pegaba a la falda de su abuela para no perderse ningún paso de su famosa receta de arroz con leche. Cuando vino a estudiar a León estuvo viviendo con su tía, fue cuando cogió la sartén por el mango y se puso a cocinar. Poco a poco su destreza fue detectada por su entorno que le pedía que les prepara cenas para el equipo de balonmano de Cuatro Valles o amigos, a los que también sorprendía con sus exquisitas tartas de cumpleaños. En los encargos sólo cobraba los ingredientes porque él quería tener la oportunidad de practicar todo lo posible.
Cuando se fue a vivir a un piso de estudiante, con sus compañeros Carlos y Fabio, la práctica ya fue obligada y constante para poder comer bien. Se iba al supermercado y cogía los productos a punto de caducar que eran más rentables y aprendiendo de manera autodidacta se enganchó a lo que él considera una droga. El primer cambio que le provocó la pasión por la cocina fue pasar de ser un tiquismiqui que no soportaba la verdura a comer de todo.

Risas y sabor para sazonar la selección
Su familia no tenía problemas para hacerle un regalo a David, de hecho en las últimas Navidades le regalaron una chaquetilla, pero su hermana fue un paso más allá inscribiéndole en el casting de MasterChef. Sin quererlo ni beberlo se vio grabando con ayuda de sus compañeros de piso un video de presentación y de un plato, arroz negro con alioli de ajo asado. Aunque tuvo problemas con los plazos de entrega al final consiguió que le aceptaran en la primera fase por su carisma.
En plenos exámenes de Enero, recordemos que sigue estudiando INEF en la ULE, tuvo que irse a Bilbao para emplatar en media hora un trampantojo de hamburguesa con patatas que en realidad era dulce, con los nervios se le olvidó un ingrediente esencial y su padre hizo lo imposible para que se lo hicieran llegar. A pesar de una traba más la idea del plato era tan original que fue una de las diecisiete cucharas entre sesenta aspirantes. Ese mismo día tuvo que inventar en cuarenta y cinco minutos una receta con huevo de codorniz. A pesar de que la patata del nido le quedó un poco cruda, por seguir el mal consejo de un culinario del programa, les gustó el resultado final. A todos aquellos a los que les daban la cuchara tenía un mes gratis en la escuela online de Masterchef, así que lo utilizó para prepararse más.
En el casting de Madrid hicieron una presentación grupal en la que tuvieron que contar un secreto, el de David es que como en León no hay mar tiene en su casa una botella con la esencia de Cantabria y cuando tiene morriña la destapa. Curiosidades personales aparte siguieron cocinando y preparó un salmón con mahonesa de cítricos. Superadas todas las pruebas en la cocina y el reconocimiento médico David estaba entre los quince finalistas oficiales, o eso creía. Al llegar al primer día de grabación se dieron cuenta que habían pasado un proceso de selección paralelo a los quince aspirantes elegidos en Toledo. Aunque debía entrar enfadado a las batallas por la sorpresa la sonrisa de David ya empezó a aparecer, lo que casi le cuesta la entrada en el programa porque el Chef Jordi no le gustaba su actitud. En la grabación él fue el último en jugarse el delantal, aunque en el montaje cambiaron el orden, y sabía que al que metían a su familia en las cocinas era porque estaba dentro pero con lo que le dijeron a su padre ya dudaba, hasta que por fin tocó la gloria con forma de delantal blanco.

La despensa del programa
Las pruebas no tenían nada que ver con las clases que recibían esa semana y aunque estaban muy bien, David asegura que ha sido el que más ha aprendido en ellas, no se podían poner en práctica en el programa ya que había muchas elaboraciones de horas, aunque es verdad que algún truco sí que se vieron en sus platos. Otro problema que observó fue que a diferencia con otras ediciones no había caldos en el supermercado, aunque también les hizo agudizar el ingenio para dar sabor a los platos.
Dificultades que hoy por hoy David agradece, como el pescado que le pusieron las chicas llegando a ser una de las pruebas en las que más disfruto. Las pruebas de exteriores de las que mejor recuerdo guarda es la de Monserrat por ser la primera y en la que fue capitán, en Salamanca porque le encantó recibir el cariño de la gente y la repesca por volver a entrar y por el reencuentro con Ángel pero sobre todo con José Luis. Y aunque volvió a entrar no llegó a la final, pero David tenía pensado el menú que hubiera elaborado desde el tercer programa: de entrante un trampantojo de morcilla de Burgos pero de Castro Urdinales y hasta ahí puede leer de momento, de principal un marmitaco de vanguardia y el postre es lo que no tenía tan claro por tener tantas opciones en mente.

Aunque no todos, muchos de los concursantes querían aprovechar el tiempo en la casa practicando en la cocina, que aunque era muy grande no dejaba de ser doméstica. Así que David fue el encargado de hacer turnos para hacer las comidas y ensayar. El problema vino cuando las existencias se empezaron a gastar a pasos agigantados, sobre todos los huevos, y la organización les dijo que debían comprar ellos la comida. Junto a que sólo podían hacer una llamada de diez minutos a la semana para hablar con la familia fue lo peor del programa. Aunque también critica que sólo dieran recetas de los postres, que él no las necesitaba, y facilitaba mucho el trabajo a todos mientras que a él hubiera necesitado más apoyo en otros platos.
La amistad se guisa a fuego lento
En su grupo del concurso estaba José Luis, una combinación de niño grande y MacGyver con el que coincidió ya en la presentación de Madrid y le cogió cariño desde el primer día; Juan, aunque le quisieran incluir en el Comando Sur como su compañero de habitación era más afín a su grupo; Salva, le sorprendió mucho que se fuera tan pronto porque tenía una visión muy innovadora y considera que fue su gran rival en la repesca; Pablo, un ser extraordinario que llegó a hacer un esquema con todas las posibles pruebas que podían ponerles, considera que es un gran cocinero al que sólo le falta un poco más de espontaneidad para ser un genio; Rachel, a pesar de la imagen que quisieron dar de ella en los últimos programas cuando David volvió a entrar en el programa les hizo ver a sus compañeros que nada más lejos de la verdad; Ángel, su verdadero ganador por arriesgar más en el menú y con un emplatado mucho más sofisticado. A pesar de la división de grupos David garantiza que hubo buen rollo en la casa hasta casi el final, siempre se tomaban “una cubata”, como decían las gemelas, después de comer y se lo pasaban muy bien.

Su tensa relación con el Chef Jordi vino dada porque él representa la inocencia natural y el cocinero la disciplina de la profesión. Pero sin duda es con el que mejor se lleva y del que más ha aprendido porque hacía críticas muy constructivas, aunque con el tono que le exige el papel del programa, pero le considera un gran profesional, sincero y muy humilde. Veremos a ver si acepta la proposición de irse con él a algunos de sus populares restaurantes de Barcelona para seguir formándose. Lo que está claro es que acepte o no, oportunidades de llenar alguna cocina con su risa no le van a faltar. David, el concursante “leonés” de la cuarta edición de MasterChef, ha demostrado, a los telespectadores durante tres meses y a ileón.com en una hora, que los ingredientes del éxito son una personalidad auténtica, cercana y muy positiva con sólo 20 años y un mundo que comerse por delante.