El dolor de las cuencas mineras

Carlos S. Campillo / ICAL Concentración en la localidad leonesa de Pola de Gordón con motivo del accidente minero registrado en el Pozo Emilio del Valle, en el que han fallecido seis mineros

V. Silván/Ical

La muerte de seis mineros en el pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco-Leonesa ha llenado de dolor a toda la comarca de Gordón. Un dolor que es el de toda la minería y que se contagia al resto de cuencas mineras de la provincia de León, que también han hecho suya la pérdida y el drama que rodea a este tipo de accidentes, sabiendo que podría haber en cualquiera de las pocas minas que hoy en día siguen en activo.

Los trabajadores de las cuencas del Bierzo Alto y del Sil están consternados. El accidente de Llomberas ha sido como una bofetada repentina que les ha situado de nuevo frente a frente a la realidad de su trabajo, de los riesgos que asumen cada día al bajar al pozo y que la rutina los hace prácticamente invisibles por cotidianos. “El que es minero sabe que se arriesga a que en cualquier momento pase algo, lo llevas en la sangre porque sino no entrarías a trabajar ningún día”, señaló Alfredo González, minero con categoría de 'estemplero' (similar a picador) en Cerredo, once años en la mina y que fue uno de los ocho encerrados en el pozo de Santa Cruz del Sil el verano del año pasado.

“Es un momento difícil también para nosotros, nos sentimos identificados porque nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros”, afirmó González, que detalla que la mina en la que trabaja ahora hay un mayor riesgo de grisú que cuando estaba en Santa Cruz, ya que en las minas de antracita hay menos concentración de estos gases. “Es muy fuerte lo podemos vivir en cualquier momento en nuestras carnes, ninguno estamos exentos”, lamentó.

El paro de 48 horas en todo el sector minero en señal de duelo ha dejado de nuevo vacías las pocas explotaciones de interior que están en activo, en el caso de la comarca del Bierzo sólo Salgueiro de Uminsa y Arlanza. El delegado de CCOO en Alto Bierzo, Rubén Fernández, lamentó el trágico suceso y dio traslado de la solidaridad de todos los trabajadores mineros y su “más sincero pésame para los familiares y compañeros de la Vasco”.

El alcalde de Igüeña, Alider Presa, que lleva casi 22 años en la mina y es picador en Salgueiro reconoce que cualquier habitante de las cuencas es capaz de ponerse en la piel de los compañeros de la Hullera Vasco-Leonesa. “Todos los mineros en nuestra vida laboral hemos visto accidentes mortales de compañeros, en Brañuelas y en Campomanes yo he perdido compañeros de verdad, con los que estás todos los días”, explicó.

“No hace ninguna gracia al día siguiente bajar por ese mismo lugar o estar en ese centro de trabajo, no se puede evitar y la vida tiene que continuar”, afirmó resignado Alider. “Piensas que esas cosas no van a pasar pero los accidentes siempre están presentes, hay que estar siempre con esa posibilidad y, por suerte o por desgracia, habrá que volver a trabajar, es una situación que no es agradable pero muchísimo menos para los familiares, los compañeros y los heridos, que es de los que hay que preocuparse ahora”, añadió.

Una trágico suceso que trae recuerdos y reabre heridas también en el resto de familias mineras, que comparten con los familiares de los fallecidos en el pozo Emilio el dolor por la pérdida del padre, el hijo, el hermano o el marido. En la memoria también los últimos fallecidos, el minero electricista de 41 años, A.G.P., que perdió la vida en el pozo Malabá de Torre del Bierzo el 18 de julio de 2011, y el trabajador de 37 años, J.A., que falleció el año pasado tras sufrir un accidente en la Base Minera de Jarrinas, en Santa Cruz del Sil.

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