80 años después, la Revolución olvidada
Antaño mito en el imaginario de izquierdas. Hoy, cuando se cumplen 80 años del levantamiento minero de Asturias y León, olvidada por completo. Poco, o casi nada, se ha acordado del octogésimo aniversario de la Revolución del 34. Ni para tirárselo a la cabeza, como es habitual entre recalcitrantes de 'las dos Españas'. Ni siquiera de la declaración de Companys creando el Estado Catalán Federal, o la huelga revolucionaria socialista en otras partes de España, ésta ya mucho más silenciada desde hace años.
La Revolución del 34 fue incluso protagonista, en 1991, de la serie de TVE dirigida por Vicente Aranda 'Los Jinetes del Alba'. Producción centrada en lo que los asturianos han copado como si casi fueran los únicos que se alzaron en armas 'con éxito' contra el Gobierno republicano derechista del Partido Radical de Lerroux apoyado por la CEDA, en lo que se llamó 'huelga revolucionaria'. No hay que olvidar que fue un levantamiento en el que las zonas mineras leonesas tuvieron gran protagonismo. Incluso llegó desde las zonas mineras de Palencia (Guardo) tímidamente a pueblos del norte de Valladolid, aunque León ciudad y Ponferrada no se vieron excesivamente involucradas.
Una crisis de gobierno en el Gabinete unitario de Lerroux —en el que la CEDA le retiró el apoyo, pero que gracias a la intervención del presidente Alcalá-Zamora conseguía tres ministerios—, fue el detonante de la declaración de una huelga general revolucionaria instigada por el PSOE y la UGT, junto a tímidos apoyos de la CNT, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y el Partido Comunista de España (PCE). Acción que terminó descontrolándose al proclamar Lluís Companys el día 6 de octubre el Estado Catalán Federal, que provocó la inmediata intervención del Ejército Republicano.
En Barcelona la proclamación casi no llegó a durar dos días. Pese a la gravedad de los hechos, el general Batet consiguió dominar la situación con el mínimo de destrucción y violencia (46 muertos). Sin embargo fue atacado por ambos bandos: de la derecha y de algunos sectores militares (Batet sería fusilado en la Guerra Civil por los 'nacionales') y de los insurrectos, por desbaratar sus planes. En el resto de España, el golpe propinado por la Segunda República a los catalanistas y la represión en la huelga campesina de junio de ese año fueron la razón fundamental del fracaso: en Aragón, Extremadura, Andalucía y La Mancha no hubo casi movimientos; mientras que en otros lugares, como Baleares, se ordenó ir a trabajar el día 8 tras los sucesos de Barcelona. En Madrid sí que hubo bastante más conmoción, y algunos disparos, pero el 12 de octubre las aguas volvieron a su cauce, más o menos lo mismo que ocurrió en el País Vasco. En Cantabria, Logroño, Navarra y Valencia la huelga tuvo un moderado éxito en duración y algarada.
El levantamiento minero en León
La insurrección en las zonas mineras leonesas estuvo vinculada al alzamiento en Asturias. Pero fracasó porque desde la Asturia trasmontana no llegó apoyo y por la decidida actuación del gobernador civil de León. Así que la revolución se intensificó a nivel local, donde en poblaciones como Villablino, Bembibre o Sabero se proclamó la “república socialista” y se implantó una embrionaria economía de guerra supeditada “a las necesidades del ejército revolucionario” que se intentó organizar. Lo que sí queda para la Historia es que el general Franco actuó de forma tan contundente como lo volvería a hacer en agosto del 37 en la caída del Frente Norte en la Guerra Civil, algo que también está olvidado en toda España.
Bembibre: “Cristo Rojo, a tí no te quemamos”
Sin embargo, las fuerzas mineras leonesas no fueron tan expeditivas como las asturianas en lo anticlerical. Una anécdota en Bembibre apunta que un crucifijo fue salvado del incendio de la iglesia y exhibido con un cartel que decía: “Cristo rojo, a ti no te quemamos porque eres de los nuestros”. Esta curiosidad no hace más que mostrar el respeto que se ganan los curas mineros en León, que hoy en día sigue vigente, pese a que su titular no consiguiera salvar su templo.
La durísima represión de Franco
En Asturias los hechos serían mucho más sangrientos con más de cuatrocientos muertos por el enfrentamiento entre la Guardia Civil y el Ejército contra la Alianza Obrera. Las zonas mineras de León y Palencia (Guardo) fueron también de las más activas. Sin embargo, ante la violencia provocada, sobre todo contra la Guardia Civil, el gobierno de la República llamó al general Franco para acabar con ella. Los mineros, que disponían de armas y dinamita de sus tajos de carbón, mostraron una buena organización llegándo a proclamar en Oviedo la República Socialista Asturiana tras atacar puestos de la Guardia Civil, iglesias, ayuntamientos y todo lo que oliera a derecha. Casi toda la provincia estaba dominada por los mineros a los tres días del levantamiento, con las fábricas de armas de Trubia y La Vega en sus manos. A los diez días, unos 30.000 trabajadores formaron el denominado 'Ejército Rojo Asturiano'.
El gobierno adoptó medidas punitivas muy expeditivas. Los generales Goded y Franco (que ya había participado en la represión de la huelga general asturiana de 1917 y era conocedor del terreno) dirigieron una durísima represión con tropas de la Legión y de Regulares desde Marruecos. La ciudad de Oviedo quedó asolada en buena parte, Quedaron calcinados los edificios de la Universidad, que guardaba fondos bibliográficos de extraordinario valor que no se pudieron recuperar, o el teatro Campoamor. También fue volada la Cámara Santa en la Catedral, donde desaparecieron importantes reliquias del reino astur de Oviedo.
El alzamiento en armas contra el Gobierno Republicano de derechas causó, en quince días, entre mil quinientos y dos mil muertos (aunque algunos autores hablan de hasta cuatro mil) de los que unos 320 eran guardias civiles, soldados, guardias de asalto y carabineros; y unos 35 sacerdotes. El resto, obreros, jornaleros, mineros y 38 somatenes catalanistas. La ciudad de Oviedo quedó prácticamente destruida y se estima que en toda España fueron detenidas y sometidas a juicio entre quince y treinta mil personas por participar en ella.
Aún olvidada la Revolución del 34 en este aniversario, queda la marca indeleble de que el levantamiento es crucial para comprender el golpe de Estado del 36, que derivó en la aún a día de hoy fuente de conflicto, y enorme controversia, cruentísima Guerra Civil Española. Conflicto fratricida en el que vencieron los mismos que aplastaron a los obreros y mineros leoneses y asturianos en aquel octubre sangriento que resultó ser una predicción de lo que volvería a ocurrir casi dos años después para desgracia de todo el país.