Benito Pamparacuatro, el pionero leonés que proclamó la Segunda República hace 90 años en Sahagún

Una composición fotográfica en homenaje a Benito Pamparacuatro. // Familia Lora

Jesús María López de Uribe

Sahagún. 14 de abril. Siete y media de la mañana. El ganador de las elecciones del día 12, el joven Benito Pamparacuatro Franco, iza la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento y proclama: “Desde ahora vivimos en un estado republicano. ¡Viva la República!”. De esta manera la villa sahagunina se convierte en la segunda localidad española en proclamar de forma definitiva el segundo intento de un Estado sin monarquía en España, 62 años después del primero.

Éibar fue la primera en conseguirlo –tras un intento fallido en Vigo a las dos de la mañana en el que un abogado izó la enseña roja, amarilla y morada en el Ayuntamiento que la Guardia Civil arrió de inmediato-, a las seis y media de la mañana en recuerdo de la Sublevación de Jaca de diciembre de 1930 y ante las noticias de que Alfonso XIII se iba de España.

¿Y cómo es que Sahagún fue la segunda en mantener la proclamación sin que nadie hiciera nada? “Pues porque Benito Pamparacuatro era amigo del alcalde eibarrés, Alejandro Tellería, y debieron llamarse por teléfono para ver qué hacían ante la situación”, comenta el exprocurador en las Cortes de Valladolid e hijo de alcalde de Sahagún, el socialista Álvaro Lora. “Así que más o menos se coordinaron y Sahagún se sumó una hora después”.

Benito Pamparacuatro consiguió 7 de los once concejales en las elecciones municipales de abril de 1931 encabezando una lista conjunta de partidos. Los monárquicos consiguieron cuatro. “De él se dice que era un hombre bueno y con un gran sentido de la justicia social. Era comerciante, y adinerado, pero fiaba a los pobres y se dice que no dejaba que nadie descalzo entrara en su tienda y saliera sin zapatos. Así de generoso era”, asegura Lora.

Un personaje notable y notorio de los que habría que poner un monumento, no sólo por ser el primer leonés en proclamar la Segunda República –incluso fue a buscar al notario para que consignara el acto, pagando el Ayuntamiento después 38,30 pesetas por su firma–, siendo el segundo (o tercer) español en efectuarlo aquella madrugada del 14 de abril de hace hoy justo noventa años. Sin embargo, no lo tiene (ni siquiera una calle en su honor) y sólo se conoce públicamente una foto de él; la que acompaña a este reportaje. En realidad, su legado es una triste figura, puesto que fue arrollado por la vorágine de los años treinta en España y no reivindicado convenientemente por la democracia actual, como ocurre con otros honestos y honrados republicanos leoneses que devoró la Guerra Civil.

El 14 de abril de 1931, baile y fiesta en Sahagún

Para darse cuenta de la influencia y el prestigio de Pamparacuatro, no hubo gran oposición al izado de la bandera republicana en Sahagún; un pueblo en el que en esta democracia del 78 sigue manteniendo tensiones notorias entre la izquierda y la derecha. “Ese día fue pacífico. Fueron llegando las noticias de que las grandes ciudades se sumaban a la proclamación de la República y llegado el momento hubo hasta baile. Se fueron al Plantío, en la vera del río al lado del actual pabellón municipal, y lo celebraron con alegría”, cuenta Álvaro Lora.

Es más, cuando llegó el momento de proclamar oficialmente a Pamparacuatro como alcalde en el Pleno, éste recibió diez votos de los once que componían entonces la Corporación Municipal. El único que no le votó fue él mismo. Es decir, que los concejales monárquicos le apoyaron. “Eso demuestra que era un hombre muy respetado en esos momentos por todo el pueblo”, comenta Lora.

La Segunda República reconoció primero a Éibar y Jaca –“más por los acontecimientos de diciembre que por otra cosa”, apunta el también secretario comarcal socialista de Sahagún– su intervención a la hora de proclamar el nuevo régimen. Pero a Sahagún le costó más. Pamparacuatro tuvo que mover cielo y tierra para que al final el 3 de julio de 1936 se le concediera el honor en el boletín oficial de entonces como 'Muy ejemplar ciudad' por “proclamar la República en la madrugada del 13 al 14 de abril, con espontáneo y vibrante gesto de civismo y democracia”. Tuvo que hacer muchas llamadas y escribir muchas cartas, tirando de contactos con los representantes leoneses en Madrid, pero al final lo consiguió.

La historia del documento que certificaba en el nombramiento de la villa como ciudad muestra también cómo es Sahagún. Se creía perdido, pero al llegar la democracia el alcalde ordenó a un alguacil municipal que retirara la fotografía de Franco “acompañado de cuatro generales” del marco y la cambiara por la del nuevo Rey. Como el Ayuntamiento no tenía mucho dinero, lo que hizo fue aprovechar el marco. Y allí, debajo de la fotografía del dictador, se encontró el diploma en el que se la nombraba 'Muy ejemplar'. Alguien lo había escondido allí, y allí estuvo durante los casi cuarenta años del régimen franquista, como muestra de la sorna sahagunina.

El alcalde de entonces ordenó guardarlo en la caja fuerte municipal, pero diez años más tarde otro alcalde sahagunino, el socialista Virgilio Buiza, hizo público el precioso diploma. Sin embargo, como muestra de la difícil relación entre izquierdas y derechas en la loalidad, la actual acaldesa de Sahagún ordenó este pasado mes de enero sustituir el retrato de Pamparacuatro en el salón de plenos por un crucifijo; con gran polémica por parte socialista.

La proclamación en León capital

La Segunda República llegó a León capital por la noche de aquel 14 de abril de hace noventa años.

José Cabañas, cuenta en Astorga Redacción –en un reportaje más amplio que se puede leer aquí–, cómo fue la proclamación de la Segunda República en la capital y la provincia.

El advenimiento de la República fue acogido en toda la provincia de León, al igual que en el resto de España, sin incidentes y con grandes muestras de ilusión y de esperanza (aunque solo en dos de sus villas, Murias de Paredes y Sahagún triunfaron rotundamente las candidaturas republicanas), especialmente en las cuencas mineras y en la capital.

En los inicios republicanos en la ciudad de León no se fue más allá de celebrar una manifestación a las doce de la noche del día 14 en la Plaza de la Libertad –antes nombrada de Santo Domingo- a la salida de los teatros y cafés, en la que algunos significados republicanos aconsejaron repetidamente el orden y que entre disparos de cohetes, entusiastas vítores republicanos y mueras contra la monarquía, se dirigió al consistorio para quemar allí un retrato del monarca retirado del salón de sesiones, de tocar varias veces en la madrugada las campanas del reloj municipal, y de colocar una bandera roja en la Plaza Mayor, en la estatua de Neptuno, para terminar concentrándose ante el gobierno civil aclamando al nuevo régimen, sin que tuviera que intervenir la fuerza pública.

Según relatan el 'Diario de León' y 'El Debate', 'El Liberal' y otra prensa madrileña del día 15: “Emocionantes explosiones de entusiasmo inmediatos a la proclamación de la República en la capital leonesa, sin el menor incidente. Músicas, soldados y pueblo. Retratos a la pira, coronas desgajadas, y... republicanos a granel. Se han desbordado las comisiones de los pueblos: todo el mundo es republicano (hasta los monárquicos de toda la vida). Todo va bien”. El 'Diario de León', “que hizo una campaña insidiosa y puerca contra nuestros hombres e instituciones, está ahora manso como un cordero...”, relataba el 16 de abril el socialista Vicente Valls a Luis de Azcárate.

Victoriano Crémer añadía: “Una Plaza de San Marcelo llena de personal bullente, gritador de proclamas y jaranero, que tomó un cierto tono de romería, cubierta de banderas y de gorros frigios salidos de no se sabe dónde; el pequeño lío que la muchedumbre se hace con las músicas y letras del cancionero y los himnos hasta entonces levantiscos, que tampoco conocían los músicos de la Banda Municipal traídos de su local de ensayo en el Hospicio para poner fervor en el festejo, y la marea de gentes eufóricas que se dirigen al domicilio del ilustre tribuno don Publio Suárez para proclamarlo gobernador civil, que las arenga y las invita a volver a sus casas y esperar confiando sus destinos a los nuevos padres de la patria cuando España y León estrenaban República”. [Se puede leer aquí completo ese artículo de Crémer]

Pamparacuatro, asesinado vilmente en 1936

Sin embargo, los acontecimientos de la Segunda República no fueron benignos con su labor, pese a conseguir muchas obras para Sahagún. Tras la Revolución de 1934 el Gobierno le despojó de la Alcaldía; que no volvió a recuperar en 1936. “Quedó muy desilusionado y ya estaba escarmentado. En una coplilla en una carta explicando su gobierno municipal lo resumió: 'La mayor inocentada / es hacer labor honrada/ para la masa oprimida / en una ciudad dormida/ que no se entera de nada', escribió”, indica el ex procurador socialista y actual concejal sahagunino.

Pamparacuatro tuvo un final vil y horrible. Al sublevarse el Ejército en julio de 1936 muchos de sus amigos le dijeron que se fuera de Sahagún. Él no creía que hubiera hecho nada malo, pero las cosas se pusieron difíciles y el camarero del Bar España de la localidad le ayudó a salir del pueblo. Recaló en San Andrés del Rabanedo, pero lo denunciaron pese a no estar ya en la política. Los falangistas le obligaron a firmar que renunciaba a sus propiedades –era un hombre adinerado– lo ataron a un camión y se dice que arrastraron su cuerpo por las calles de la localidad antes de pegarle un tiro de gracia. No se conoce dónde está enterrado.

Los socialistas de Sahagún realizaron ayer un homenaje a Benito Pamparacuatro –al que el padre del joven socialista, José Manuel Lora, nombró 'Hijo Predilecto de Sahagún' en 2006–, recordando también el hermanamiento con Éibar y Jaca de 2018 y preparando otros actos de honra a su figura y solicitando expresamente no que que se le dedique una calle sino una plaza. “Era un hombre bueno que pasará a la historia por ser uno de los pioneros de la proclamación de la Segunda República, que no mereció ese final y sí el recuerdo de todos”, asegura Álvaro Lora.

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