Una mina escuela convertida en museo interactivo ejemplifica la recuperación del patrimonio minero en la provincia de León
En La Robla, una localidad leonesa históricamente vinculada a la minería de carbón, es posible encontrar ecos de una sociedad basada en la extracción de este mineral. Se trata de una escuela mina, con 300 metros de galerías situadas a 5 metros de profundidad, que abrió sus puertas en los terrenos del colegio de FP Virgen del Buen Suceso en el año 1965, impulsada por la gran empresa minera Hullera Vasco–Leonesa.
A ella accedieron numerosos aprendices de la mina como paso previo a su entrada a las explotaciones reales, hasta que en el año 1985 cerró sus puertas, sirviendo de preludio del cierre de las minas de carbón que se formalizó en el año 2018. Hoy ha sido restaurada y convertida en un museo interactivo para que los visitantes conozcan de primera mano lo que sentían aquellos jóvenes mineros cuando pisaron por primera vez estas galerías.
Los responsables de este nuevo museo son los miembros del Instituto de Estudios de la Montaña Central Sangre Minera, una organización de mineros y herederos de la mina que llevan a cabo numerosas actividades relacionadas con el patrimonio minero e histórico de la provincia de León.
Hace dos años que Sangre Minera, en colaboración con el colegio de FP Virgen del Buen Suceso y el grupo Aspasia, comenzó con las visitas a esta escuela mina con la ayuda de decenas de mineros, familiares vecinos de los pueblos mineros leoneses. Son los propios mineros veteranos quienes hacen de guías recorriendo las galerías de esta antigua escuela mina que gracias a este proyecto se podría decir que ha seguido manteniendo su función, ya que también se forma a jóvenes voluntarios para que conduzcan a los visitantes a la escuela mina, haciendo que aprendan conceptos técnicos y prácticos de la minería de carbón ya desaparecida en la provincia.
En total, en la mina escuela participan 12 mineros veteranos y 10 jóvenes guías voluntarios. Uno de los veteranos es Gerardo López González, que explica cómo repararon el interior de estas galerías, que llevaban 40 años abandonadas: “Pusimos toda la madera que se ve porque estaba todo podrido y era inservible. Lo hicimos con la madera que nos regaló la Junta Vecinal de La Robla y fuimos haciendo la galería del fondo y la otra que hay a la entrada a la rampa. Pintamos y compramos los materiales para hacer que se parezca a una mina lo máximo posible”.
De hecho, López González fue uno de los jóvenes a los que esta mina les sirvió para aclimatarse a la experiencia laboral que estaba por llegar hasta que dejó la minería en 2008: “Con 16 o 17 años es tu primer trabajo. Estás ilusionado, aquí estás bien, piensas que va a ser otra cosa y luego cuando vas a la mina ves que es una mierda”, confiesa.
La mina escuela cuenta con varias galerías que ejemplifican distintos tipos de explotaciones mineras, donde los visitantes pueden hacerse una idea de lo estrechos que eran los espacios donde trabajaban los mineros rodeados de polvo, oscuridad y ruidos ensordecedores. El material que pueden encontrar, desde vagones a pánceres y detectores de gas grisú son originales, restaurados en algunos casos por los propios veteranos que forman parte de Sangre Minera. Incluso los visitantes pueden interactuar con algunos de ellos y comprobar el enorme peso con el que trabajaban a diario los mineros.
El conjunto impresiona a los visitantes, pero también a los guías más jóvenes, como es el caso de Mario Cañizares, de 23 años e hijo de minero: “Impresiona, pero es bonito porque aunque tus padres te lo explican así, de palabra, no es como entrar aquí y verlo. Es algo que ayuda mucho”. Coincide Florencio López del Moral, de 26 años: “Si no estás allí y no lo ves, no lo entiendes”.
La fuerte carga emocional del patrimonio minero en la provincia de León
No pueden entenderse este tipo de iniciativas sin comprender lo que la minería significó en la provincia de León durante décadas, donde los habitantes de los pueblos de las cuencas mineras estaban íntegramente vinculados a la rutina minera y cómo cuando se cerraron los pozos se descosió todo un tejido laboral que provocó una grave crisis social y económica de la que la provincia todavía no se ha recuperado.
Las nuevas generaciones, hijos y nietos de mineros, vivieron de pequeños el cierre de las minas de carbón que modificó el mundo en el que habían crecido: “Nosotros cuando éramos pequeños salíamos al parque y estaba lleno de niños. Hoy pasas por allí y no hay casi ninguno”, rememora Cañizares, que creció en Ciñera, uno de los grandes bastiones mineros perteneciente al municipio de La Pola de Gordón, que entre el año 2000 y el 2023 había perdido el 72,5% de su población.
También se crio allí Florencio López del Moral, de 26 años, que ha notado cómo las casas del pueblo se fueron vaciando después del cierre de las minas, ya que muchas de ellas estaban vinculadas al contrato con las grandes empresas mineras como la Hullera.
Los mineros adquirieron un estatus social propio, con sus costumbres y tradiciones diferenciadas del resto de la población de los pueblos leoneses que no conocían la minería de carbón. “Tenían su encanto las cuencas mineras. Yo lo echo de menos”, confiesa José Luis García Espinote, natural de Villamanín. “Echo de menos Santa Bárbara, el economato… La minería le daba vida a todo esto. Aquí en La Robla había cinco bancos, discoteca y treinta y pico bares. ¿Cuántos hay ahora? Seis o siete”.
“Las cuencas mineras no tienen otras tradiciones, como en otros sitios pueden tener agricultura o ganadería”, explica el presidente de Sangre Minera Javier De La Viuda, hijo también de minero y natural de La Robla (que perdió un 38,4% de población entre el año 2000 y el 2023): “Mantener este orgullo, esta herencia, hace que la gente sienta un arraigo por el territorio. Si no hay arraigo no consolidamos la población que puede quedar. Mantener este patrimonio es un elemento cultural, social y económico”.
Un patrimonio minero que ya ha demostrado que lleva al éxito, como es el caso del Museo de la Siderurgia y la Minería ubicado en Sabero, que tuvo 45.174 visitas en 2023 (cuando el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León –Musac–, ubicado en la capital de la provincia acumuló ese año poco más de 57.000 visitantes; una diferencia muy llamativa teniendo en cuenta las circunstancias de ambos centros museísticos). También existe el Pozo Julia, una de las vetas más renombradas de la provincia, ubicada en Fabero, que hoy en día también se puede visitar como museo.
En el caso de la mina escuela de La Robla, el año pasado recibió a 800 personas y este año, explica De La Viuda, esperan multiplicarlas por tres.
El futuro de la minería
Los mineros más veteranos recuerdan lo difícil y peligroso que era el trabajo en la mina, a veces mal pagado en comparación con el número de horas que pasaban en los tajos y los riesgos que corrían. A pesar de los avances en seguridad de los últimos años, los veteranos reconocen que no fueron suficientes, como recuerdan los accidentes recientemente ocurridos en la mina de Cerredo de Asturias, donde fallecieron seis mineros –cinco de ellos de León– en condiciones que todavía se están investigando y los otros seis en la mina de la Hullera Vasco–Leonesa ubicada La Pola de Gordón en un accidente ocurrido en 2013.
A pesar de reconocer la inseguridad de las minas bajo tierra, los veteranos no dudan en apelar por la vuelta de la minería, con algunos cambios, ya que, afirman, nunca entendieron ni compartieron el fin de las subvenciones para la extracción de carbón debido a los niveles de contaminación que provocaba: “Explotando el carbón de manera moderna, a cielo abierto, yo estaría a favor”, opina López González, “La minería de interior, y me duele decirlo porque aquí vivimos cientos de años de ella, es un trabajo peligroso y malo”.
A pesar de todo, la minería a cielo abierto también implica problemas, especialmente medioambientales. Por ejemplo, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, dictada en 2011, declaró como ilegal la explotación Nueva Julia, ubicada en Cabrillanes y propiedad de la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) del empresario Victorino Alonso, condenado por estos destrozos medioambientales similares a los de Nueva Julia en otros puntos de la provincia leonesa.
Las generaciones más jóvenes, que ahora buscan su futuro ajeno a la minería actual, han absorbido la vinculación con la mina de sus padres y abuelos, aunque celebran que sea de forma ajena: “Mi padre, aunque nunca entendió el cierre de las minas, está contento porque no quería que trabajásemos dentro de la mina”, valora Cañizares.
La nueva minería “tiene que funcionar, porque se necesitan metales y tierras raras”, añade Gerardo López. Coincide con él José Luis García Espinote: “En los tiempos que corren, es un trabajo esencial”.
“Todas estas generaciones de miles y miles de mineros que ha habido en España tienen un valor de experiencia que les ha dado trabajar y que se requiere para la mina. Es el momento de aprender de ellos”, advierte De La Viuda, “Cuando se quieran reabrir más minas, de lo que sea, va a haber una falta de conocimiento importante, que puede conllevar accidentes y menos producción. Hemos dejado un margen generacional que nos puede pasar factura, en muchos casos para empezar desde cero”.
La visita a la escuela mina de La Robla se puede formalizar desde la web por un precio de 10 euros (de 4 para los menores de 16 años). Se realizan dos visitas al mes los sábados y domingos. Además, Sangre Minera está inmersa en varios proyectos de conservación patrimonial en la provincia, como la restauración de las antiguas trincheras de Villamanín y otras hacenderas.