La aventura de ser abuelo en el S.XXI: una función indispensable

Abuela y nieta

Nuria V. Martín

El 26 de julio se celebra el Día de los Abuelos, una fecha dedicada a honrar y agradecer a esas figuras imprescindibles en la crianza y desarrollo de los niños. Los abuelos no sólo aportan sabiduría y experiencia, sino también un amor incondicional y un apoyo constante que enriquecen la vida de sus nietos, y una ayuda vital para los padres de estos. Su rol va más allá de ser cuidadores; son maestros de vida, narradores de historias y modelos a seguir. En este día especial, se reconoce la importancia de su presencia y el impacto positivo que tienen en la construcción de familias más fuertes y unidas.

Los abuelos del S. XXI

Bernardino Prieto Fernández y María Teresa Gómez Domínguez son los abuelos de Iago, Berta y Paula, a los que han cuidado desde que nacieron, especialmente en verano, cuando se los llevan a su finca en Coreses, Zamora. “Contrato a una chica que se encarga de todo para yo centrarme en cuidar a los niños. Como en la finca hay un jardín, piscina y columpios lo pasan muy bien aquí. Pero ahora que ya han crecido han empezado a ir al campamento del pueblo de al lado”, explica María Teresa el día a día. Pero, aunque parezca una rutina llevadera, reconoce: “nosotros con los niños siempre hemos estado encantadísimos de la vida y los queremos tener con nosotros. Lo que pasa es el tiempo, Bernardino tiene Parkinson, y estamos mucho más limitados físicamente. Pero no es una cuestión de cansancio mental, es que físicamente no podemos con ellos”.

A pesar de este inconveniente, las responsabilidades laborales de sus hijos obligan a que les sigan necesitando para que los niños estén atendidos. “Sin los abuelos ahora no se podría tener niños. Y en algún momento hemos extrañado que no pudieran estar más sus padres”, asegura María Teresa. Pero el tiempo no sólo pasa para los abuelos, también los nietos van creciendo y en pocos años ya serán unos adolescentes que quieren estar con su pandilla de amigos y ahí ya será cuando se tengan que reorganizar porque Bernandino y María Teresa ya no conducen con los niños. Hasta que ese momento llegue Bernandino y María Teresa disfrutan de sus nietos, aunque no pueden ocultar que la hora de la comida se les hace un poco cuesta arriba porque las niñas, especialmente, son muy remilgadas con los gustos. Pero aun con todo, no les cambian por nada.

Pero estos abuelos no sólo disfrutan de sus nietos en verano, ya que también ayudan a sus padres con ellos durante el resto del curso. Como es el caso de Ana Redondo Pérez y Vidal Rodríguez Barreñada, abuelos de Pablo con el que conviven todo el año, prácticamente, desde que nació. “Para nosotros es una experiencia inmejorable y maravillosa. Porque es como un hijo que no parí, pero sin las obligaciones, sobre todo de tener que ir a trabajar día a día”, dice orgullosa Ana. Por el trabajo de Leticia, la madre de Pablo, algún día duerme con los abuelos y varios días a la semana le llevan al colegio y siempre le van a recoger a la salida y le llevan a algunas actividades extraescolares. “Porque yo adapto mis necesidades a las suyas. Yo voy a Pilates, me organizo para ir cuando él va al colegio. Si salgo a tomar un café o tengo que hacer alguna cosa, pues yo me organizo para que no coincida con él. O sea que estoy dispuesta cuando sea necesario”, expone.

Cuando las clases terminan en verano se van todos a Onzonilla, su pueblo, hasta que Pablo vuelve al colegio en septiembre. “Él encantado de la vida y deseando que lleguen las vacaciones para venir. Está con su abuelo en la huerta muchos ratos porque Pablo tiene su trozo huerto también y le gusta cultivar. Además, ponemos la piscina para él y va al polideportivo. Tiene entretenimiento suficiente, el aburrimiento aquí no existe”, enumera Ana todo lo que hace estos meses. La implicación de Ana y Vial, durante todo el año, demuestra lo importante que es su función para poder conciliar trabajo y familia. “En nuestra calle hay una guardería, donde ves a las siete de la tarde ir a los padres a buscar a los niños. Y le digo a Pablo: ”estos niños no tendrán abuelos que les puedan cuidar“. Y yo lo digo por experiencia, aunque tuve suerte de que mi marido antes de la una de la tarde nunca entraba a trabajar y yo salía a las tres. Pero, aún así es muy difícil compaginar y es a base de privarte de estar con el niño o de que el niño esté con alguien de su entorno, aunque los niños se acostumbran a lo que tengan”, asegura Ana con conocimiento de causa.

También es reseñable la bonita historia de Bernabé C.O. y Mercedes G.G. que se quedan con tres niñas una semana en junio y otra en septiembre en casa, en el pueblo, Azadinos. En esas dos intensan semanas los abuelos juegan con ellas a juegos tradicionales y les enseñan ellas juegos más modernos o con las tablets. Pero lo que más les gusta es hacer un cuaderno de refranes que les dice el abuelo y ellas los apuntan. Y aún tienen tiempo de dar paseos, incluso, preparan la comida en familia para aprovechar cada minuto juntos. Son unos días que, tanto niñas como abuelos, se distraen y aprenden los unos de los otros.

La familia unida

Y ya que es una fecha especial para los abuelos, lo suyo es pasarlo con ellos, pero fuera de la rutina e intentar estar todos juntos. Así que te dejamos algunas ideas de cómo pasar un tiempo de calidad con la voz de la experiencia.

Una escapada por la provincia

Astorga es una joya arquitectónica y cultural en la provincia de León. Con sus calles empedradas y su majestuosa catedral, este pueblo es un destino ideal para una excursión con los abuelos. Además, no se puede olvidar el Palacio Episcopal diseñado por Antoni Gaudí, una obra que combina historia y modernidad. Un paseo por su casco antiguo y una visita al Museo del Chocolate serán la guinda del pastel.

Valporquero es conocido principalmente por sus cuevas, pero su entorno natural también es digno de mención. Aquí, los abuelos podrán disfrutar de un paseo por los senderos mientras los nietos exploran la impresionante geología de la zona.

Considerado uno de los pueblos más bonitos de España, Peñalba de Santiago es un remanso de paz en plena montaña leonesa. Sus casas de piedra y techos de pizarra regalan una vista pintoresca que transporta a otra época. Una visita a la iglesia mozárabe del siglo X será el toque cultural de una jornada de tranquilidad y belleza natural.

El Parque Natural de los Picos de Europa es una opción excelente para aquellos abuelos amantes de la naturaleza. Con rutas de senderismo adaptadas a todos los niveles, podrán disfrutar de paisajes impresionantes y aire puro. Además, se pueden organizar picnics en áreas designadas, lo que permite disfrutar de una comida al aire libre en un entorno espectacular.

Un paseo por la ribera del río Órbigo es una actividad relajante y agradable. Los caminos están bien señalizados y son accesibles, lo que los hace ideales para personas mayores. Además, se pueden encontrar varios puntos de interés histórico a lo largo del recorrido, como el Puente del Paso Honroso, que añade un toque cultural al paseo.

Un paseo por la ciudad

Comienza el día con una visita a la majestuosa Catedral de León. Esta impresionante obra del gótico francés destaca por sus vidrieras, consideradas unas de las más bellas del mundo. Los abuelos disfrutarán contemplando la arquitectura y los detalles artísticos de este emblemático edificio. Además, el museo catedralicio ofrece una rica colección de arte sacro que hará las delicias de los amantes de la historia y la cultura.

El Museo de León es una parada obligatoria para los amantes de la historia y la cultura. Con exposiciones que abarcan desde la prehistoria hasta la época moderna, es una excelente manera de pasar una tarde aprendiendo y disfrutando en familia.

Para los abuelos aficionados al arte, la Fundación Vela Zanetti ofrece una colección impresionante de obras de este famoso pintor leonés. La fundación organiza exposiciones temporales y actividades que permiten una inmersión total en el mundo del arte.

Hacer recados con los abuelos es todo un acontecimiento, y seguramente te dan el cuscurro de la barra de pan par que te lo comas de camino a casa. Visitar el Mercado de León es una experiencia sensorial. Aquí, los abuelos podrán disfrutar de productos frescos y locales, como embutidos, quesos y miel.

Para finalizar el día, un paseo por el Parque de San Francisco es una opción perfecta. Este parque es uno de los más antiguos de León y ofrece un entorno tranquilo y agradable para relajarse. Los abuelos podrán disfrutar de un paseo por sus senderos arbolados, descansar en sus bancos y contemplar la flora y fauna del lugar.

La provincia de León brinda una amplia variedad de actividades perfectas para pasar tiempo de calidad con los abuelos.

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