Aquel chavalín de San Esteban

Francisco Fernández

P.M.B.

En su edición del 13 de julio de 1955, el diario ABC anuncia con una gran foto de portada el “XIX aniversario del asesinato del glorioso protomártir del Movimiento Nacional, D. José Calvo Sotelo”. Mientras la retórica de los vencedores recuerda el asesinato del político conservador, en el hospital de Hucieda de la capital -hoy desaparecido- nace un niño al que llamarán Francisco Javier.

Sus primeros pasos y andanzas juveniles transcurren en el barrio de San Esteban. A los 19 años entra a trabajar como empleado en Caja España, al tiempo que decide afiliarse al sindicato UGT y militar en el Partido Socialista. Estamos en 1982, en la España del Mundial de fútbol –el de Naranjito, Clementina y Citronio–, y en la que se escucha el eco también de la primera victoria socialista de Felipe González en las urnas.

Pocos se imaginan, entonces, que la trayectoria vital y política de Francisco Javier, de apellidos Fernández Álvarez, culminaría un 14 de junio de 2003, cuando accede por primera vez al sillón de la Alcaldía del primer municipio de la provincia, tras un pacto de gobierno con los leonesistas de la UPL. Pero la alegría le duró relativamente poco.

Las cañas se tornan lanzas, y 18 meses después de su investidura, una moción de censura propiciada por el PP de Mario Amiliva y el leonesista José María Rodríguez de Francisco le arrebatan el bastón de mando, que recuperará en las municipales de 2007, después de una nueva alianza con la UPL liderada por su actual socio de gobierno Javier Chamorro.

Dos acuerdos que le han granjeado, por lo demás, el recelo de muchos leonesistas que ven en ellos un marcado acento electoralista. Realismo o pragmatismo políticos, lo llaman otros. Por eso, desde su salto a la arena política en 1991 como edil socialista en el Ayuntamiento de León, 'Paco' Fernández -que desde noviembre de 2008 ocupa, además, el cargo de secretario general del PSOE leonés- cuenta desde entonces con tantos admiradores como detractores.

“Leonesista advenedizo”, “mal gestor” o el “peor alcalde de León” son calificativos procedentes del escrutinio público de su gestión municipal que chocan en la esfera privada con adjetivos como “leal”, “honesto” e incluso “tímido”, según comentan algunos de sus colaboradores en el partido. Ahora, con 56 años, este aficionado al tenis, apasionado de los tiburones, y amante de la música de los 'Café Quijano', vela hoy armas a la espera de la sentencia de las urnas.

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