¿De qué tiene que vivir un ministro?

Alberto Garzón, ex ministro de Consumo.

Garzón dejó el Ministerio de Consumo tras algunas decisiones a mi juicio deplorables, y otras muchas omisiones que me gustaría preguntarle algún día en una entrevista, a ver cómo coño justifica un tío de Izquierda Unida su paso por este ministerio sin tocar a ciertas vacas sagradas.

Garzón es un tipo, para mí, con cierta preparación, bastante sentido de la decencia y una valentía más bien limitada, como de político profesional, por decirlo suavemente y sin mencionar la palabra pesebre, que es lo que me pediría el cuerpo.

Y sin embargo, me encuentro con que, cuando deja la política, sus correligionarios de la verdadera izquierda le afean que pueda entrar a trabajar en la consultoría de Pepe Blanco, una consultoría lobbista o influencer, como queráis, que se dedica ahora mismo a asesorar a las casas de apuestas o cosa similar. Cierto es que tardó menos de dos años, y puede que menos de dos semanas en pasarse de un campo al otro, pero la pregunta que a uno le surge es a qué coño se supone que tiene que dedicarse un ministro cuando deja la cartera.

Estoy un poco harto ya de inmaculados, de esos que todo les parece corrupto cuando se trata de trabajar y todo les parece correcto cuando se trata de poner la mano (o el culo) para obtener algún tipo de dinero público digital (a dedo) de vete a saber qué institución.

La pregunta, cómo siempre, es qué clase de incentivo puede tener una persona de cierta valía para trabajar en la gestión de lo común si eso lo señala como persona inelegible para volver al mercado laboral. ¿Qué estamos diciendo? ¿Que un ministro no puede trabajar después de salir del ministerio porque ya debería haber ganado lo suficiente en el ejercicio del cargo para poder permitirse el ocio y la indolencia?

Pues oye, yo espero que un ministro trabaje lo mejor que pueda por la mierda de sueldo que le pagamos, que haga las cosas lo mejor que sepa y que luego se busque los garbanzos como cualquiera, que para eso ha aprendido algo. Yo espero que nuestros cargos públicos tengan un buen futuro que les permita no tener que pensar en aprovechar el momento cuando gestionan lo público. Yo espero, y ya sé que es mucho esperar, que la gente más competente pase un tiempo al servicio de todos para luego poder seguir con su vida, y poder ganársela con su trabajo.

Los lobbies existen, compañeros. Existen, están ahí, y no sirve de nada quejarse de su influencia, porque para eso se gastan los cuartos. Y si Garzón, o pepe Blanco, montan un lobbie, que sea en buena hora, que mejor será que estén ellos por ahí, después de NO haberse hecho ricos como ministros, que tener a un lobbista americano pensando lo que conviene a sus clientes más grandes. Esos clientes, coño, que nunca somos nosotros.

O sea,que atacar a gente como Garzón por querer trabajar después de pasar por la política no puede ser más que contraproducente. Un tiro en el pie en toda regla, vaya.

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