¿Por qué los pobres votan a la derecha?
El hecho es que lo hacen. El hecho es que cuando se analizan los resultados electorales de cualquier convocatoria, nos encontramos con victorias conservadoras en barrios de renta baja, y muchos se echan las manos a la cabeza. ¿Pero por qué lo hacen?
Cada cual tiene su teoría, y la mayoría de ellas se centran, de un modo u otro, en evitar la autocrítica, ofreciendo respuestas tan socorridas y falsas como que los votantes son gilipollas o se dejan comer la cabeza por los medios de comunicación. Este tipo de respuestas conducen solamente a renegar de la democracia, porque si la gente no tiene cabeza, ¿para qué vota? Creo que hay que ir un poco más allá, o al menos vale la pena intentarlo.
Por una parte, hay que tener en cuenta que la gente no vota tanto por lo que es como por lo que desea ser. Un voto es una apuesta a futuro, no un pago de una deuda pasada. Cuando la gente va a votar, va pensando en los años siguientes, y no tanto en los años anteriores. Y si desde tiempos del hilo negro las masas iban a ver obras de teatro sobre la vida de los nobles, y no sobre la vida de los aparceros, era por eso, porque preferían verse a sí mismos como gente pudiente que como sufridores arrastrados. Y por el mismo motivo se han vendido y se venden montañas de revistas del corazón, donde un público predominantemente femenino sigue las vicisitudes amorosas y las fiestas de postín de gente que no las contrataría ni para pasear al perro. La proyección a futuro de uno mismo es, casi siempre, para mejor. Y menos mal.
En segundo lugar, la izquierda clásica se dirige a la clase trabajadora, mientras que la aspiración y la realidad de gran parte de las rentas más bajas es precisamente no trabajar, o trabajar menos. Parece que lo digo de coña, pero lo digo muy en serio: ¿Qué parte de los votantes no trabaja? ¿Cuántos son estudiantes o pensionistas? ¿Qué le vas a contar a esa gente del salario mínimo, las horas semanales o la diferencia entre el despido procedente o improcedente? Eso por no hablar ya de que entre las rentas bajas hay también autónomos y funcionarios, y ya sabemos lo que les preocupa a los primeros el horario y a los segundos el despido.
Por último, hay que tener en cuenta que si la izquierda se dirige preferentemente a la clase trabajadora, la derecha, especialmente la más populista, se dirige a los que siendo trabajadores, o sin serlo, se dan cuenta de que su nivel de vida depende de la explotación de los trabajadores de otros países, y que si se puede comprar cualquier cosa en el chino por cuatro duros es porque hay sitios donde se trabajan catorce horas por cinco dólares diarios. De ese modo, los pobres de aquí, perciben de algún modo que son extractores de plusvalía a nivel mundial, y con toda la lógica de la globalización se hacen, consciente o inconscientemente, de derechas.
Ahí queda eso.